viernes, 23 de julio de 2010

Identifican el autismo en los balbuceos de los bebés

Un nuevo sistema que graba los balbuceos de los bebés y analiza su evolución es capaz de diferenciar, en un alto porcentaje de los casos, si el niño padece autismo o un desarrollo tardío del habla.
El método se ha probado con 282 niños en EEUU, los cuales llevaron en ropas especiales el dispositivo que grababa sus vocalizaciones durante todo el día. Los investigadores, que han publicado sus resultados en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', emplearon un total de 1.486 días o, lo que es lo mismo, más de tres millones de sonidos grabados.
Para su estudio, emplearon un algoritmo (es decir, un 'software') que analizaba automáticamente 12 parámetros relacionados con la evolución del lenguaje, como puede ser la capacidad de los niños para pronunciar sílabas.
El método, según aseguran sus autores, muestra que es posible monitorizar el desarrollo de los patrones de vocalización y, además, diferenciar aquellos que siguen una evolución típica de los que padecen trastornos como el autismo o el retraso en el habla.
El sistema, denominado LENA (acrónimo en inglés Análisis de Lenguaje Ambiental), distinguió a los niños con autismo con un 86% de precisión, por lo que los investigadores, encabezados por el doctor Kimbrough Oller, de la Universidad de Memphis, señalan que el análisis de los balbuceos de los bebés podría incorporarse a los síntomas que se usan para diagnosticar esta enfermedad.
"Algunos estudios habían sugerido previamente que los niños con autismo presentan unas características de vocalización marcadamente distintas, pero, hasta ahora, no hemos podido usar este conocimiento en aplicaciones clínicas debido a la falta de una tecnología de medición", indica Steven Warren, de la Universidad de Kansas, que también ha participado en el estudio.
El autismo puede diagnosticarse en la actualidad a partir de los 18 meses de edad, aunque lo más normal es que no se identifique este trastorno hasta mucho después. En Estados Unidos, se descubre como media a los 5,7 años de edad.
La nueva tecnología, según esperan sus creadores, podría ayudar a los pediatras a identificar antes esta clase de enfermedades y ofrecer a los niños "tratamientos más tempranos y más efectivos", en palabras de Warren.

elmundo.es

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