sábado, 24 de julio de 2010

El trabajo es más atractivo que el título para muchos estudiantes

Silvina Premat
LA NACION
El primer paso puede ser no inscribirse en la cantidad de materias que se había planificado; el segundo, posponer la presentación en un trabajo práctico, y el último, dejar la carrera. La deserción de estudiantes universitarios que consiguen trabajo en sus carreras es un fenómeno preocupante en las universidades.
El fenómeno afecta sobre todo a las profesiones cuyo ejercicio no requiere título habilitante, como la informática o el diseño de indumentaria. Pero no sólo a ellas: el "desgranamiento" en la cantidad de alumnos de los últimos años preocupa también en ingeniería o en traductorado, cuya oferta de profesionales no satisface la demanda del mercado.
Los universitarios son seducidos por la posibilidad concreta de poner en práctica lo aprendido en la facultad o, incluso, aprender lo que aún no llegó a las clases. Hay también quienes son tentados por sueldos generosos y por comenzar una carrera dentro de una gran empresa.
Frente al hecho consumado, las universidades buscan reconquistar a los alumnos que dejan de cursar o de presentar las tesis finales, sin culpabilizar a las empresas. Todo lo contrario: desarrollan sistemas de integración de las carreras académicas con las profesionales.
"Este es un problema grave y cada vez es peor", dijo a LA NACION Carlos Rosito, decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA, donde sólo se gradúa el 30% de los estudiantes que comienza las 11 especialidades que allí se estudian. "El 70% que desertó puede estar trabajando o quizá se reciba en el futuro", dijo Rosito, para quien prácticamente en todas las ingenierías la demanda de profesionales es cinco veces mayor que la oferta.
"A nosotros nos gusta que el estudiante trabaje porque es un input esencial para nuestros cursos. El estudiante que trabaja demanda mayor actualización de contenidos", dijo el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Ricardo Orosco.
"La facultad no me dio grandes beneficios. Sirve para tener conocimientos, pero lo que vale en sistemas es más la experiencia que el estudio", contó Cristian Gómez, jefe de sistemas de Pullmen, que comenzó a trabajar como programador en el secundario -un industrial con orientación en sistemas- y siguió hasta entrar en la universidad.
Gómez, de 32 años, empezó Informática en la UTN en 2002, cursó unos meses y dejó; retomó después de dos años, en Caece. "Cuando entré en esta empresa, en 2006, seguí estudiando a una velocidad más lenta hasta que ya este año no me inscribí", dijo. ¿Tener el título no sería un aporte? "Y, sí, me serviría como back up, pero no es fundamental para conseguir un trabajo", asegura.
Muchos otros piensan como él. "Nosotros les decimos: probablemente ahora no lo necesites en este contexto, con esta edad y en esta empresa, pero de acá a cinco años quizá necesites una certificación de lo que estudiaste y retomar entonces los estudios no será tan fácil", dijo Orosco. ¿Los convencen? "No siempre. Nos gustaría tener mucho más éxito." De todas formas, reconoció que incentivar el ingreso de los universitarios en el mundo laboral es un riesgo y por eso en esa universidad, como en otras, se tomaron medidas concretas para reducir el peligro de que la postergación termine en abandono. Se ampliaron los plazos de finalización de algunas carreras y se implementó un programa de seguimiento personalizado de los alumnos. Se analiza también la posibilidad de establecer un nuevo título intermedio entre el tercero y el quinto año de informática.
Previsión empresaria
Según un relevamiento de la Cámara de Empresas de Sistemas y Servicios Informáticos (Cessi), la expectativa de ocupación para 2010 en ese sector es de 5900 puestos de trabajo, en tanto el número de graduados proyectados es de 3900. De todas formas, el mercado no demanda un universitario completo por cada puesto, sino uno por cada diez, según explicó Mario Sosa, de la Cessi. Según esos datos, un estudiante de informática puede ingresar en una empresa cobrando entre 3300 y 4400 pesos.
"Las mismas empresas beneficiadas son las que a veces sin quererlo dificultan la formación, pero no se puede criticar a nadie. La solución es aumentar la cantidad de alumnos", afirmó Rosito, cuya facultad mantiene convenios de trabajo para sus alumnos con unas 300 empresas.
Lo que pasa con informática o ingeniería también sucede con las profesiones vinculadas a la industria textil. Los alumnos comienzan como asistentes de producto en una empresa textil o de indumentaria, o diseñan, moldean, confeccionan y venden productos a marcas grandes. "En vez de terminar la carrera en cuatro años lo hacen en cinco años y medio o más", dijo Claudia Cortez, decana de la Facultad de Comunicación y Diseño de la UADE.
Es el caso de Mariana, que empezó diseño de indumentaria en la Universidad de Palermo en 1998 y terminó en 2006, el doble de tiempo de lo habitual. "Después de dos años de haber cursado la última materia rendí el trabajo final. Quería concluir una etapa que en realidad me dio todo, porque soy diseñadora y al manejar la estética y las técnicas puedo diseñar una ropa o un mueble", contó Mariana, y agregó: "Decidí terminar por motivos personales y también porque si querés ir afuera o cursar un posgrado te piden el título".
lanacion.com

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