sábado, 4 de abril de 2009

"Arte textil", la frontera entre la moda, el diseño y la plástica


Junto a la entrada del Palais de Glace, miles de preservativos arman una enorme trama en la que se descubre la palabra survival (supervivencia). La primera imagen de la 5ta Bienal Internacional de Arte textil es esta obra de la sudafricana Fiona Kirkwood sobre la epidemia de sida que golpea a su país. Un emblema de cómo el arte textil no sólo ha echado mano de materiales y técnicas nuevas, sino también de temas y preocupaciones contemporáneas. La quinta edición de la Bienal incluye obras de más de cien artistas que se podrán ver hasta el 26 de abril. La historia corta de cómo se llega hasta acá la resume Pilar Tobón, presidenta de la fundación que la organiza: como le sucedía unas décadas atrás a la fotografía, a fines de los 90 al arte textil le costaba entrar en museos o muestras de arte. Entonces convocó a 55 artistas textiles (todas mujeres) de diecinueve países para la primera Bienal que se celebró en 2000 en Florida (Estados Unidos). En las ediciones siguientes sumaron a artistas textiles varones y, poco a poco, artistas contemporáneos que trabajaban técnicas similares.
La historia larga -dice la curadora invitada Florencia Battiti- es un espejo de la historia de la humanidad. "Los textiles artesanales existen desde que el hombre es hombre y la disciplina contemporánea viene de ahí. También viene del tapiz, más ligado al arte decorativo". Movimientos como la Bauhaus o las teorías de William Morris, que como reacción a la revolución industrial (cuyo impacto en el textil es equiparable al de la fotografía sobre el retrato) abogaban por un regreso a un arte más cercano a lo artesanal, dieron una base teórica. Sin embargo, es a partir de los 60 que se habla de "arte textil". El impulso definitivo llegó con los movimientos feministas que en los 80 lo reivindicaron como el ámbito artístico en los que históricamente fue protagonista la mujer.
La Bienal tiene quince sedes en la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, con la muestra central en el Palais (información en www.wta-online.org). Ahí se ve una marca claramente contemporánea. Obras como Cumpleaños, de la argentina Virginia González, intervienen fotografías con tejido: el textil en la era del photoshop. A Needle woman, videoinstalación de la coreana Kimsooja donde se ve el tráfico de peatones en varias ciudades del mundo, toma el tejido como metáfora. "No toqués, te vas a cortar", advierten frente a la obra de la brasileña Nazareth Pacheco: una pequeña cabina con un espejo velado por una cortina de hojas de afeitar. Es una imagen dolorosa que no deja de ser una intervención sobre la propia imagen de quien lo mira. Es una imagen que confirma que el arte textil no viene a decorar nada.



En busca de una estética propia
El mismo nombre de la Bienal da para asociaciones erróneas. La mayor parte de las obras que se exhiben están en las antípodas de lo textil como disciplina decorativa o de la indumentaria. "Ya no son tapices, aunque los hay y no renegamos de la historia.

Pero los artistas toman la performance, materiales sintéticos o alhambres, siempre que se entretejan o den una imagen que evoque lo textil", explica Laura Ferrando, directora de la Bienal. Quizá donde ese rasgo se ve más claro es en la muestra de artistas invitados.
"Yo me pregunté si era válido seguir curando muestras por categorías, ya sea pintura o escultura -dice la curadora invitada, Florencia Battiti-. Por eso, traté de llevar la disciplina al límite y tomar lo textil desde lo conceptual, un abordaje que tenga en cuenta al tejido como una serie de metáforas".
Así, el tejido puede ser hasta una serie de videos que se proyectan simultáneamente. "Buscamos lograr lo mismo que la fotografía, ser considerados una disciplina artística más que usa el textil y las tramas como medio", aclara Ferrando.
clarin.com

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