Según publicaba recientemente un portal inmobiliario, los españoles recorren una media de 46 kilómetros cada día para ir (y volver) de casa al trabajo. Más de 20 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta que se transforman en horas y horas de sedentarismo con peligrosas consecuencias cardiovasculares.
Como explican Christine Hoenher y su equipo en las páginas del 'American Journal of Preventive Medicine', estas horas dedicadas a los desplazamientos se han infravalorado tradicionalmente a la hora de estudiar el sedentarismo de la población.
Pero a una media de una hora diaria (entre ida y vuelta), miles de ciudadanos pasan más de 60 horas al año en su coche (o en otros medios de transporte), sentados y sometidos sin descanso al estrés del tráfico, las prisas o los atascos.
Para medir las consecuencias de esta distancia creciente entre los lugares de residencia y trabajo, Hoenher y su equipo analizaron a 4.297 habitantes de 11 zonas distintas de Dallas–Fort Worth y Austin, las dos áreas metropolitanas más importantes de Texas (EEUU).
Además de calcular sus desplazamientos, los commuters (la palabra que se utiliza en inglés para estos empleados que 'viajan' diariamente hasta el trabajo) también respondieron a varios cuestionarios sobre sus niveles de ejercicio físico, así como parámetros corporales (índice de masa corporal, perímetro de la cintura), tensión arterial, colesterol, glucosa...
Quienes más lejos vivían de su lugar de trabajo eran también quienes practicaban menos ejercicio físico, tenían peor estado cardiovascular, más índice de masa corporal y una tensión arterial más elevada ("probablemente debido a los efectos de pasar mucho tiempo sentados y sometidos al estrés crónico de la circulación diaria", sugieren).
De hecho, recorrer 'sólo' 16 kilómetros diarios ya aumentaba el riesgo de tensión elevada, mientras que los 'commuters' con más de 24 kilómetros a sus espaldas cada día tenían los peores índices de obesidad.
Incluso cuando descartaron a los trabajadores viajeros que sí hacían ejercicio físico (una minoría en la muestra), vieron que las grandes distancias seguían estando asociadas con malos parámetros cardiovasculares. "Esto puede significar que los desplazamientos muy prolongados reducen el gasto energético total", aseguran los autores. A su juicio, esta forma de sedentarismo moderno tendrá que seguir estudiándose más en el futuro, sobre todo cuando se combina con otras actividades sentadas, como las horas que se pasan en el trabajo o viendo la televisión.
elmundo.es
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