jueves, 14 de julio de 2011

El riesgo de sufrir el fútbol tanto como "el Tano" Pasman

El riesgo de sufrir el fútbol tanto como "el Tano" Pasman
Sebastián A. Ríos
LA NACION
"El Tano" Pasman se revuelca de angustia y de ira frente al televisor. Grita, insulta, se para y se deja caer sobre el sillón desde el que es testigo de cómo River se va a la B Nacional. Mientras, los miles de personas que por Internet ven y vuelven a ver la filmación hogareña de su sufrimiento se preguntan cuánto más podrá resistir su corazón.
Está demostrado que ciertas personas, sometidas a situaciones de alto estrés emocional como las que plantea un partido de fútbol decisivo, experimentan un aumento del riesgo de sufrir una dolencia cardíaca potencialmente fatal.
"Cuando el arquero Roa le atajó el penal a Batty e Inglaterra se quedó afuera del Mundial de Francia 98 aumentaron 30% los ingresos en las unidades coronarias de toda Inglaterra", recordó el médico cardiólogo Jorge Tartaglione, jefe del Servicio de Prevención y Calidad de Vida del hospital Churruca.
La pregunta, entonces, es hasta dónde es saludable dejar fluir las emociones que puede despertar la pasión deportiva. O, en otras palabras: ¿cuándo se pasa de la simple catarsis al peligro de infarto?
"En primer lugar, hay que contextualizar: ese partido no era cualquier partido de fútbol. Y estamos hablando de un partido en un país en el que el fútbol representa un valor social y un elemento de identificación masculina", señaló el doctor Roberto Sivak, médico psiquiatra y psicoanalista, coordinador del Capítulo de Estrés y Trauma de la Asociación Argentina de Salud Mental.
"Además, estamos hablando de un hombre adulto [Pasman] que está viendo un equipo del que se hizo simpatizante por herencia paterna ["¡Y mi viejo que me hizo hincha de River!", grita "el Tano" en la filmación] y que forma una parte constitutiva de su identidad: yo soy de River y espero para River lo mejor como espero lo mejor para mí. Si esto no se cumple, hay un conflicto."
Y ante todo conflicto hay distintas formas de resolverlo, y distintos temperamentos. Según Sivak, "hay temperamentos que implican que, ante un estímulo favorable o desfavorable, la persona responda con una hiperactividad del sistema nervioso autónomo: transpiro, se dilatan mis pupilas, aumenta la frecuencia cardíaca, me muevo mucho, gesticulo...".
"Desde el punto de vista médico -concluyó Sivak-, habría que evaluar hasta qué punto esa forma de expresión de la persona que se enfrenta a esa situación puede ponerla en riesgo o, por el contrario, puede protegerla al funcionar como un ritual catártico, que permite expresar nuestro malestar de una forma socialmente aceptable."
Peligro oculto
Tener un temperamento que responda tan floridamente como el de "el Tano" Pasman ante una situación de estrés emocional como lo fue el partido que selló el descenso de River a la B Nacional quizá no baste para quebrar la salud de una persona. De lo contrario, las canchas de fútbol deberían contar con unidades coronarias....
"El problema es cuando se trata de un paciente cardíaco o de una persona que tiene una enfermedad coronaria oculta o no diagnosticada", señaló el doctor Tartaglione, que realizó una curiosa experiencia para evaluar el impacto del estrés emocional que experimenta el hincha de fútbol.
"Monitoreamos la presión arterial y la frecuencia cardíaca de personas mientras miraban un partido de fútbol y mientras hacían meditación -contó el cardiólogo-. Pudimos ver cómo caían la presión y la frecuencia cardíacas mientras se hacía meditación y cómo explotaban cuando las personas miraban el partido."
Vivencias opuestas
Un penal, un gol o una mala decisión arbitral eran capaces de hacer que la frecuencia cardíaca pasara de 80 a 120, o que la presión arterial saltara de 120 a 180.
"La ira es un factor de riesgo cardíaco sumamente importante -aseguró Tartaglione-: incrementa la presión y la frecuencia cardíaca y produce la hiperagregación plaquetaria", que hace que las plaquetas de la sangre se "peguen" entre sí, lo que colabora con la obstrucción arterial.
"Existen distintas maneras de vivir las emociones del fútbol", opinó, por su parte, el licenciado Miguel Espeche, coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del hospital Pirovano.
Espeche señala la importancia de distinguir entre la reacción de "el Tano" Pasman y la de aquellos hinchas de River que después del partido salieron a romper vidrieras y quemar autos en las inmediaciones del estadio.
"Más allá de expresar emociones genuinas, Pasman hace una especie de juego de sí mismo, como un psicodrama en el que exorciza emociones", dijo Espeche, y agregó: "A modo de un Don Fulgencio del fútbol, Pasman expresó emociones muy elementales que todos los riverplatenses han sentido".
En la vereda de enfrente están los que "tiraban piedras y rompían vidrieras, y que lejos de llamar a la sonrisa, como ocurre con Pasman, generan en la gente una angustia profunda".
"Si no nos damos cuenta de que es un juego, como parece que le ocurrió a ese centenar de hinchas que rompieron todo cuando River descendió, es la guerra y no un juego -concluyó Espeche-. Lamentablemente, en el fútbol no se está entendiendo lo lúdico del asunto. Es bueno que los hinchas respiren hondo y que se den cuenta de que es un escenario, un juego, que no es la vida misma."
lanacion.com

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