lunes, 18 de julio de 2011

Siempre identifique las rutas de evacuación y las salidas de emergencia.

La semana pasada sufrí un buen susto al encontrarme en un avión que debido a una fuerte turbulencia nos dio una tremenda sacudida. Me surgieron preguntas: ¿de qué depende que solo algunos logren sobrevivir? ¿Cómo procesa el cerebro la información para aumentar las posibilidades de supervivencia?

Desde el descubrimiento de la bomba atómica, los ingenieros y los científicos tratan de comprender cómo poner a una gran cantidad de personas fuera de peligro. Sin embargo, a pesar de estos avances, el problema principal está en nuestra forma de procesar información.

Las personas que se enfrentan a algún desastre se agrupan en tres categorías. Alrededor de 10 a 15% tienden a permanecer tranquilos y actúan rápidamente. Otro 15% pierde el control y presenta reacciones histéricas como llorar y gritar. Pero la gran mayoría no hace nada, se quedan “congeladas”, lo cual disminuye sus posibilidades de sobrevivir.

¿Por qué suceden estas reacciones? Bajo condiciones de peligro nuestros instintos son “congelarse o luchar”. El reflejo de congelamiento tiene funciones adaptativas de supervivencia ya que un animal que se queda quieto tiene más oportunidad de sobrevivir al ataque de un depredador, ante el instinto de no comer cadáveres, pero en el caso de un incendio o un accidente este instinto reflejo puede ser fatal.  
Los instintos básicos no sempre ayudan a sobrevivir.
¿Cómo podemos controlar o sobreponernos a estos instintos? Estos surgen cuando nos falta información. Aun cuando estemos en calma, nuestro cerebro requiere de 8 a 10 segundos para manejar información novedosa. Ante estrés, el procesamiento de información novedosa se lentifica y paradójicamente es precisamente en estas situaciones de peligro cuando necesitamos responder más rápido. Si no contamos con conductas familiares que estén disponibles, la mente recurre a hábitos establecidos, y podemos cometer imprudencias como correr sin evaluar las consecuencias, quitarnos la máscara de oxígeno o congelarnos.

Las entrevistas a quienes han logrado sobrevivir accidentes aéreos revelan que solo los pasajeros que tienen un plan mental para salir en el caso de una emergencia, pueden moverse con la rapidez necesaria para resolver la crisis.  Así, el cerebro cuenta con los datos que necesita y funciona en automático, mientras que los cerebros de quienes no se preparan se saturan de información y emergen los instintos básicos que no siempre nos ayudan.

En conclusión, siempre identifique las rutas de evacuación y las salidas de emergencia, ya sea en un hotel, en el avión o en la oficina.
quo.mx

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