sábado, 16 de julio de 2011

Los catastróficos efectos en los ecosistemas de la desaparición de grandes depredadores

Recreación de un ecosistema en el Parque de Yellowstone (EEUU). | Science.


El gran declive de grandes depredadores como leones, tigres, leopardos, lobos o tiburones está haciendo estragos en los ecosistemas terrestres. Según asegura un estudio internacional publicado esta semana en la revista 'Science', la alarmante pérdida de estos animales representa el mayor impacto causado por el hombre en los ecosistemas a lo largo de la historia.
Y es que entre las causas que explican el dramático descenso que las poblaciones de algunas especies están experimentando en los últimos años está la caza incontrolada y la pérdida de sus hábitats, dos fenómenos provocados por la acción del hombre.
Tras examinar la situación de un amplio abanico de ecosistemas terrestres, marinos y de agua salada, los 24 investigadores que forman parte de este estudio concluyeron que el descenso en la población de los depredadores en todo el mundo es mucho mayor de lo que hasta ahora se pensaba. Este declive afecta ahora a muchos otros procesos ecológicos en la naturaleza, pues la pérdida de los depredadores tiene graves consecuencias para otras especies vegetales y animales.

Graves consecuencias para el hombre

El ser humano es, asimismo, uno de los principales perjudicados por esta pérdida, una situación que presumiblemente se agravará en los próximos años ni no se toman drásticas medidas para proteger a estas especies.
James Estes, profesor de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de California (EEUU) y autor principal, recuerda que hubo una época en la que los grandes depredadores estaban presentes en todos los rincones de la Tierra. Fueron ellos los que modelaron las estructuras y las dinámicas de los ecosistemas.
Su declive, causado en gran medida por la caza y la fragmentación de sus hábitats, está teniendo graves consecuencias para otras especies. Entre ellas, los autores de esta investigación destacan cambios en la vegetación, introducción de especies invasoras, aumento de incendios forestales, de la contaminación y de enfermedades infecciosas. Asimismo, está afectando a la calidad de agua y modificando los ciclos de nutrientes en la cadena alimenticia.

La sexta gran extinción, en marcha

El estudio destaca, además, que la desaparición progresiva de los depredadores está contribuyendo decisivamente a la sexta gran extinción en la historia de la Tierra, que según advierten los científicos, está en marcha.
William Ripple, investigador de la Universidad del estado de Oregón (EEUU) y coautor de este estudio, asegura que ahora han encontrado "pruebas demoledoras" que demuestran que los grandes depredadores son tremendamente importantes en el engranaje de la naturaleza, "desde las profundidades de los océanos a los picos más altos de las montañas, del trópico al Ártico", señala. "El colapso de estos ecosistemas ha alcanzado un punto en el que ya no sólo resultan afectados los lobos o ciertas especies de árboles, la deforestación, el suelo o el agua. Estos depredadores y procesos protegen, en última instancia, a los humanos. No se trata sólo de ellos, sino de nosotros", advierte Ripple.
Los investigadores, pertenecientes a 22 instituciones de seis países, señalan que históricamente se ha valorado poco cómo afectan los grandes depredadores a otras especies. Con frecuencia, los procesos ecológicos se centraron en estudiar una determinada especie vegetal o animal en un área pequeña, por lo que no se apreciaban los cambios que se estaban produciendo en la naturaleza.
Uno de los estudios citados en esta investigación se centró en analizar el efecto de la pérdida de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone (EEUU). Cuando los lobos desaparecieron, la población de alces aumentó. También cambió su comportamiento, puesto que ya no tenían miedo de alimentarse de árboles jóvenes, como el álamo temblón, que se encontraban en zonas en las que antes solían ser atacadas por lobos. Sin estos animales al acecho, la población del álamo temblón y de sauces se vio muy afectada. También se redujo la población de castores. Con el regreso de los lobos, la zona volvió a restablecer su equilibrio.
En la investigación se mencionan muchos más casos que muestran el importante papel de los depredadores en los ecosistemas. En África, por ejemplo, la reducción de leones y leopardos provocó la explosión en la población de una especie de babuino ('Papio anubis') que transmite parásitos intestinales a los humanos que viven en las proximidades.
El declive de tiburones, tan amenazados por la pesca incontrolada debido a sus apreciadas aletas, propició un gran aumento de una especie de raya ('Rhinoptera bonasus') y, con ello, el colapso de las pesquerías de vieiras. Y es que, como señala este estudio, la reducción de los recursos pesqueros es otro de los efectos indirectos causados por la pérdida de estos animales clave en la naturaleza.
elmundo.es

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