lunes, 4 de abril de 2011

HASTA UN 43% DE LAS MUJERES DEJA DE TRABAJAR POR LOS HIJOS

EN DOS LUGARES. A LAS MADRES LES RESULTA MUY DIFICIL SOSTENER SUS TRABAJOS FUERA DE CASA LUEGO DE TENER HIJOS.
La mujer que trabaja, además, suele tener una pareja que quiere sostener, una casa que llevar adelante, y unos hijos que terminan por absorberle la vida. Y claro, se queja, porque está agotada, porque no puede más, porque no se siente tan feliz como debería. Porque no sabe, no quiere, no puede delegar, y si lo hace tal vez se siente mal, culposa. El sinfín de contrariedades y contradicciones que genera la maternidad se ha vuelto un tema recurrente, y lo es, porque afecta a millones de mujeres en su cotidianeidad. Y más allá de percepciones o sentimientos particulares, hay hechos concretos. Por ejemplo, la participación laboral de las mujeres se reduce hasta un 43% si son madres.
“Los hijos ¿influyen de igual manera en la vida de las mujeres y de los hombres?”. Así se llama el último Anuario del Observatorio de la Maternidad (OM). Su autora, la politóloga Carina Lupica, no duda: “La llegada de los hijos influye de manera diferente en la vida de mujeres y varones. Una de las mayores diferencias se ve en las capacidades de desarrollo en el mercado laboral. En los últimos 20 años la tasa de participación laboral femenina se incrementó de 40,2% a 63,8% promedio”. Sin embargo, esa participación es baja contra el 77,9% masculino.
La trayectoria laboral de las mujeres está condicionada por el rol que desempeñan en el hogar y la llegada de los hijos. La tasa de participación laboral disminuye a medida que nacen los hijos, mientras que la de ellos se mantiene constante”, agrega Lupica.
Y lo confirman las estadísticas (son del OM en base a la última Encuesta Permanente de Hogares EPH).
Participa del mercado laboral el 79,2% de las mujeres jefas de hogar o cónyuges sin hijos , el 64,7% de las que tienen 1 o 2 hijos, el 58,1% con 3 o 4, y sólo el 45,3% con más de 4 hijos . En cambio, la participación laboral de los varones siempre es alta, independientemente de si tienen hijos.
“Esta brecha tiene nombre: se llama desventajas de la maternidad en el mercado de trabajo ”, dice Lupica. Y es un círculo, ya que las chicas que tienen hijos en general deben dejar de estudiar y eso las complica después para trabajar: una de cada dos madres no termina el secundario y un 30% vive en hogares bajo la línea de pobreza. Un dato lapidario: las mujeres que son madres tienen cinco veces más probabilidades de ser pobres. “La distribución tradicional y desigual de las tareas del hogar y de cuidado entre hombres y mujeres provoca que ellas, que aún asumen esas tareas aunque trabajen fuera de sus casas, tengan que adaptar su inserción y desarrollo laboral a su maternidad”, sostiene Lupica.
Laura Gutman –terapeuta familiar y escritora– aporta otra mirada sobre lo que significa ser padres para unos y otras: “Claro que es diferente. Somos mamíferos, y la supervivencia de la cría depende de los cuidados de la madre. Si las hembras no nos sentimos apegadas a nuestra criatura, es porque pasaron varias cosas: el proceso del parto ha sido deshumanizado, masificado, intervenido y posiblemente anestesiado. Es muy difícil “conectar” humanamente con la cría y sentir apego después de una experiencia así. Y están los condicionamientos de nuestra vivencia cuando fuimos bebés: seguramente fuimos abandonadas y desprotegidas. Ambas realidades nos hacen percibir que la criatura es alguien “externo” a nosotras, y desde esa realidad nos “molesta” que el bebé nos cambie la vida a nosotras, las madres, mientras somos testigos de que al padre le cambia muy poco”.
Lo concreto es que cotidianamente la mujer debe hacer malabares físicos y emocionales para congeniar sus obligaciones, necesidades y afectos. ¿Es un deber de la sociedad ayudarla? ¿Tienen que actuar los legisladores? ¿Es un tema de Estado? “Dudo mucho que sea cuestión del Estado. Creo que es una cuestión de decisiones individuales y luego colectivas. En algún momento tendremos que preguntarnos qué queremos para nuestros hijos, es decir, para el futuro de nuestra sociedad. ¿Nos importa generar una sociedad solidaria, bondadosa, generosa y en la que la prioridad sea el bienestar de unos y otros? ¿O preferimos luchar para someter a los más débiles? Si nos importa lo primero, entonces el confort de bebés y niños pequeños debería ser prioritario. Y el confort de toda criatura está siempre ligado a la presencia amorosa de una persona maternante”, dice Gutman.
Para Lupica, se debe fomentar la maternidad como una responsabilidad social compartida entre hombres y mujeres al interior de los hogares, pero también entre el Estado, el mercado y la sociedad. “Es necesario asumir que la mayoría de las madres trabajan de forma remunerada y aportan con sus ingresos al sostenimiento de sus hogares.
El varón debe poder ejercer un rol más activo en el cuidado de sus hijos , se debe reorganizar el ámbito productivo y las jornadas de trabajo, al tiempo que el Estado debe avanzar en la prestación de servicios de cuidado de calidad. La promoción de la maternidad como un valor social y una responsabilidad compartida es un paso fundamental para cimentar una sociedad más justa y equitativa”.

DE LO BIOLOGICO A LO CULTURAL
La catarata de cartas de lectores que desató “Me convertí en un monstruo” excede ampliamente el tema de las licencias por maternidad, lo que de por sí merece una urgente discusión en ámbitos legislativos. Todas las mujeres que tuvieron que dejar a un bebé de 45 días saben del desgarramiento que se siente. Es el instinto básico, la protección de la cría. Hay necesidades que sólo la mamá puede abastecer: la teta, la piel, el vínculo a través de la mirada. Pero cuando ese bebé crece, la crianza pasa a ser un proceso cultural. Este es el gran debate: cuáles son los roles que la sociedad impone a hombres y mujeres más allá de la biología. Y aquí va un ejercicio como desafío para pensarlo: encuentren un baño de caballeros –en un shopping, restorán o cine– que tenga cambiador de pañales.

UN PROYECTO QUE DA MAS BENEFICIOS, EN DIPUTADOS
Según la ley 20.744 de Contrato de Trabajo, las mujeres gozan de una licencia por maternidad de 90 días y los hombres de 2. Si bien los legisladores parecerían acordar en que se deben extender las licencias por maternidad y paternidad, aún no se ha llegado a aprobar ningún proyecto para convertirlo en ley.
El Senado logró al menos un dictamen conjunto entre varios proyectos de distintos senadores. Uno de ellos, el de Daniel Filmus, era de lo más ambicioso. No sólo extendía las licencias de padre y madre sino que proponía igualarlas en los casos de adopción y creaba la figura de parentalidad, para que los papás y mamás tuvieran tiempo libre con sus chicos en algún momento que ellos eligieran durante la infancia.
Finalmente se mezcló con otros proyectos que proponían ampliar licencias de hombres y mujeres y se le dio media sanción. Así, del Senado pasó a Diputados en septiembre del año pasado, pero por ahora no se ha tratado. En Diputados hay otros 15 proyectos que tratan el tema de las licencias. La mayoría propone igualar los derechos en casos de adopción, alargarlas en casos de hijos con discapacidades y también por paternidad (de 2 a 5 días).
En Argentina ya hay lugares donde se extendieron las licencias. Lo que ocurre es que son lugares públicos o ámbitos académicos. Todavía no hay empresas que hayan otorgado licencias más largas. En Morón, por ejemplo, las licencias por maternidad de empleados comunales e integrantes del Consejo Deliberante son de 210 días corridos con goce de haberes. Y los hombres tienen 20 días. En la provincia de Neuquén las mujeres tienen 120 días y los hombres 10. El Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba decidió ampliar las licencias por maternidad a 180 días y por paternalidad a 15 días.

"¿QUIEN DIJO QUE PODIAMOS TRABAJAR Y CRIAR A UN BEBE?"
El 2 de enero salió publicada en Clarín la carta de la lectora Juliana Estévez. “Me convertí en un monstruo”, decía. Y contaba sus avatares como madre primeriza: “Soy la mamá de Felipe, que tiene 5 meses. A los 3 meses me reincorporé al trabajo y me pregunto quién dijo que las mujeres podíamos trabajar, criar un bebé, atender un marido y hacer las compras. ¡Es dificilísimo! Esta carta es un desahogo por cada mamá silenciosa que se levanta mil veces por la noche a dar teta a su bebé, a poner un chupete o cambiar un pañal; por cada mamá que se levanta de su escritorio 15 minutos para sacarse leche; por cada mamá que tiene que dejar a su bebe en un jardín maternal (¡desgarrante!); por cada mamá que volvió a su trabajo y no tenía más su escritorio; por cada mamá que al tomarse la mísera hora de lactancia para irse a su casa a reencontrarse con su bebé es tildada de “sindicalista”. Y el Correo se llenó de cartas, como la de Soledad Cejas: “En los dos embarazos seguí haciendo actividades independientes, con poca carga horaria, pero claro, con pocos ingresos. Para alguien acostumbrada a sus ingresos, a ser productiva, reconocida e independiente es todo un cimbronazo encontrarse encerrada con dos bebés y sus demandas. Tras muchas discusiones, extenuados por la rutina agotadora, decidimos que era momento de que retorne al mercado en relación de dependencia con un empleo part-time, cuya remuneración apenas me alcanza para pagar la niñera. No es casualidad que yo también me haya convertido en un “monstruo”. Yo misma me siento mal y me pregunto qué me pasó. La maternidad me avasalló, estoy desbordada … a pesar de todos los libros que me leí, de todos los estúpidos consejos”. Y otra: “Soy Eliana, otra “mamá monstruo”, pero de “Joaqui”, un bebé de 8 meses. Soy directora de una escuela rural y al terminarse mi licencia por maternidad sólo pude trabajar un mes y volver a sacar licencia por carpeta psiquiátrica. Mi horario de trabajo es “estar ausente” desde las 10 hasta las 18.30. Cuando nos reintegramos a los empleos no pueden entender que nuestro cuerpo está en el trabajo, pero en nuestra cabeza sólo hay lugar para nuestros hijos. No se entiende qué nos pasa si no lo sienten”.
clarin.com

No hay comentarios: