Ya son más de 300 los hospitales y sanatorios de la Argentina que sustituyeron el instrumental médico con mercurio –en especial los termómetros–, o que van camino a hacerlo. Sin embargo, a pesar de la alta toxicidad de esta sustancia y de que entraña riesgos para el medio ambiente, los termómetros de mercurio continúan vendiéndose en las farmacias.
A temperatura y presión ambientes, el mercurio –un metal pesado– es un líquido blanco plateado que se evapora con rapidez. Es tóxico para el sistema nervioso central: provoca irritabilidad, temblores, alteración de la vista y la audición y problemas de memoria. En los bebés, la exposición puede causar una disminución del coeficiente intelectual y retardo en el desarrollo mental, así como problemas motores. También puede afectar la piel, los riñones, el corazón y los pulmones.
En 2006, el Parlamento Europeo estableció un cronograma para restringir el uso de instrumentos de medición que contienen mercurio, aunque ya algunos países habían tomado iniciativas similares. Por esa fecha, en Argentina, algunos hospitales –en especial pediátricos– ya estaban suplantando los termómetros con mercurio, a instancias de la ONG Salud Sin Daño.
En febrero de 2009, el Ministerio de Salud de la Nación dictó la resolución 139/09 que instruye a todos los hospitales y centros de salud para comprar termómetros y tensiómetros libres de mercurio, y convocó a especialistas de las áreas de odontología, tecnología médica y salud ambiental para iniciar el proceso de eliminación de este tóxico.
Los hospitales de la Ciudad ya dejaron de comprar termómetros con mercurio. En total, más de 300 hospitales y clínicas han tomado la misma decisión, en las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Chubut, La Rioja, Catamarca, Neuquén, San Juan, Río Negro y Tierra del Fuego.
Además, los gobiernos de Córdoba, Neuquén, Río Negro y La Pampa dictaron normas para restringir los termómetros y tensiómetros con mercurio, principalmente para sus usos en el sector salud.
La resolución del Ministerio de Salud nacional “fue una buena medida; marcó una dirección, pero tiene alcance limitado –contó a Clarín Verónica Odriozola, de Salud Sin Daño–. El problema es que los termómetros con mercurio siguen teniendo venta libre en las farmacias. Por eso creamos una campaña, para concientizar a la gente”.
Casi 9.000 personas ya han visto el video preparado por esa ONG para explicar cuáles son los riesgos que implican los instrumentos con mercurio, en el sitio www.termometrosinmercurio.org. Al mismo tiempo, Salud Sin Daño insta al Ministerio de Salud a que prohíba definitivamente su comercialización: “Si el Ministerio dice que no se venden más, se acabó el problema”.
clarin.com
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