Por Eduardo Chaktoura *
RevistaOhlala.com
Si algo caracteriza a la mujer de estos tiempos es el estar condicionada por la exagerada cantidad de compromisos y exigencias. Por lo general, muchas responsabilidades y "conflictos" reales y otros, más o menos, imaginarios o innecesarios. Esta realidad responde a características propias del género: sensibilidad, sociabilidad, creatividad, responsabilidad, hiperactividad, estado de alerta, preocupación y protección, etc.
Si nos detuviésemos a escuchar y revisar el listado de reclamos y necesidades las escucharíamos decir: "¡No hay tiempo que alcance!". Es que la mujer moderna es la suma de, cada día, más contratos firmados con su entorno, su pasado (genético y transgeneracional) y su constante ansiedad por el futuro.
Cuando uno se anima, con todo respeto y admiración por el género femenino, a preguntarles: ¿qué mujer querés ser?, no hay otra intención más que invitarlas a reflexionar sobre el párrafo que tienen dedicado para el contrato consigo mismas. Es que, si bien suelen ser prácticas y ejecutivas con lo que pide "el afuera", muchas veces, les cuesta diferenciar lo urgente de lo necesario y darle el tiempo que merece a lo que surge "desde adentro".
Cuando ya pasó de moda pelear por espacios de poder (más allá del respeto por las individualidades y diferencias, la tendencia más saludable es la complementación de los géneros), parece interesante proponerle a la mujer un regreso a sus deseos y prioridades más auténticos, ajustados en tiempo y espacio.
Siempre es buen momento para recordar o festejar tantos años de lucha por la igualdad, pero . ¿por qué no resignificar las necesidades acordes a los tiempos que corren y a las posibilidades más próximas y tangibles?. Hacer foco en el "aquí y ahora" y en lo que está al alcance es un primer paso para darse un respiro, reducir tensiones y acunar (y dejarse acunar) los estados de ánimo. A lo mejor hay muchos otros motivos de celebración y otros tantos nuevos objetivos por salir a conquistar.
Siempre hay, o se aconseja "salir en busca de", un espacio, aunque breve pero intenso, para tomarse un cafecito y revisar la cartera. Hoy, por ejemplo, puede ser un buen momento para dejar de cargar con tantas "cosas viejas" y otras "por las dudas que."
Si bien nos aconsejaron "nunca revises el bolso de una dama", los hombres, por nuestra parte, deberíamos terminar de reconocer que ellas "cargan o sostienen" cansancios domésticos y laborales, presiones conyugales y familiares, dietas y centímetros, toallitas y ansiolíticos, etc. Podríamos comprometernos, en la medida de nuestras posibilidades, a facilitarles este espacio de reflexión que, sin lugar a dudas, puede mejorar la calidad de vida de nuestras parejas e, incluso, de la pareja y de nuestras familias. Ayudaría también que los padres, hijos y amigos de estas mujeres puedan hacer lo propio.
Las redes y lazos afectivos son claves para todos, pero más para la mujer que, también por mandato y costumbre, teje y desteje permanentemente para sostener los grupos de pertenencia.
Pero los espacios no sólo se ceden sino que se conquistan. Nunca habrá tiempo "para un café" si es que nadie descubre y hace saber que lo necesita y lo merece. La valoración de la autoimagen y la autoestima lo definen todo.
Hoy, al menos por hoy, date tiempo para un café (o lo que más te guste), "abrí la cartera" y, sin tirar todo por la ventana, revisá el contrato. La pregunta es: ¿qué mujer querés ser?, ¿qué cláusulas, compromisos y responsabilidades vas a pautar en la renovación? ... (Sí, los contratos se renuevan).
Tomalo con calma. No te quemes, no te atragantes, no te "amargues". Saborealo. Al menos, sólo por hoy. Mañana vemos cómo se hace para sostener el hábito saludable de encontrarse, cada día, un rato, con uno mismo.
Eduardo Chaktoura es psicólogo y periodista
RevistaOhlala.com
Si algo caracteriza a la mujer de estos tiempos es el estar condicionada por la exagerada cantidad de compromisos y exigencias. Por lo general, muchas responsabilidades y "conflictos" reales y otros, más o menos, imaginarios o innecesarios. Esta realidad responde a características propias del género: sensibilidad, sociabilidad, creatividad, responsabilidad, hiperactividad, estado de alerta, preocupación y protección, etc.
Si nos detuviésemos a escuchar y revisar el listado de reclamos y necesidades las escucharíamos decir: "¡No hay tiempo que alcance!". Es que la mujer moderna es la suma de, cada día, más contratos firmados con su entorno, su pasado (genético y transgeneracional) y su constante ansiedad por el futuro.
Cuando uno se anima, con todo respeto y admiración por el género femenino, a preguntarles: ¿qué mujer querés ser?, no hay otra intención más que invitarlas a reflexionar sobre el párrafo que tienen dedicado para el contrato consigo mismas. Es que, si bien suelen ser prácticas y ejecutivas con lo que pide "el afuera", muchas veces, les cuesta diferenciar lo urgente de lo necesario y darle el tiempo que merece a lo que surge "desde adentro".
Cuando ya pasó de moda pelear por espacios de poder (más allá del respeto por las individualidades y diferencias, la tendencia más saludable es la complementación de los géneros), parece interesante proponerle a la mujer un regreso a sus deseos y prioridades más auténticos, ajustados en tiempo y espacio.
Siempre es buen momento para recordar o festejar tantos años de lucha por la igualdad, pero . ¿por qué no resignificar las necesidades acordes a los tiempos que corren y a las posibilidades más próximas y tangibles?. Hacer foco en el "aquí y ahora" y en lo que está al alcance es un primer paso para darse un respiro, reducir tensiones y acunar (y dejarse acunar) los estados de ánimo. A lo mejor hay muchos otros motivos de celebración y otros tantos nuevos objetivos por salir a conquistar.
Siempre hay, o se aconseja "salir en busca de", un espacio, aunque breve pero intenso, para tomarse un cafecito y revisar la cartera. Hoy, por ejemplo, puede ser un buen momento para dejar de cargar con tantas "cosas viejas" y otras "por las dudas que."
Si bien nos aconsejaron "nunca revises el bolso de una dama", los hombres, por nuestra parte, deberíamos terminar de reconocer que ellas "cargan o sostienen" cansancios domésticos y laborales, presiones conyugales y familiares, dietas y centímetros, toallitas y ansiolíticos, etc. Podríamos comprometernos, en la medida de nuestras posibilidades, a facilitarles este espacio de reflexión que, sin lugar a dudas, puede mejorar la calidad de vida de nuestras parejas e, incluso, de la pareja y de nuestras familias. Ayudaría también que los padres, hijos y amigos de estas mujeres puedan hacer lo propio.
Las redes y lazos afectivos son claves para todos, pero más para la mujer que, también por mandato y costumbre, teje y desteje permanentemente para sostener los grupos de pertenencia.
Pero los espacios no sólo se ceden sino que se conquistan. Nunca habrá tiempo "para un café" si es que nadie descubre y hace saber que lo necesita y lo merece. La valoración de la autoimagen y la autoestima lo definen todo.
Hoy, al menos por hoy, date tiempo para un café (o lo que más te guste), "abrí la cartera" y, sin tirar todo por la ventana, revisá el contrato. La pregunta es: ¿qué mujer querés ser?, ¿qué cláusulas, compromisos y responsabilidades vas a pautar en la renovación? ... (Sí, los contratos se renuevan).
Tomalo con calma. No te quemes, no te atragantes, no te "amargues". Saborealo. Al menos, sólo por hoy. Mañana vemos cómo se hace para sostener el hábito saludable de encontrarse, cada día, un rato, con uno mismo.
Eduardo Chaktoura es psicólogo y periodista
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