domingo, 1 de agosto de 2010

Vivir sin billetes ni monedas

BARCELONA
¿Y qué pasa si el viejo sueño revolucionario, comunista y utópico de un mundo libre de vil metal acabara siendo, qué paradoja, el fin último del capitalismo? ¿Qué pasaría si realmente pudiéramos vivir sin dinero en efectivo, sin billetes ni monedas? Solos con nuestras tarjetas de créditos. ¿Se podría? Da la impresión, a veces, de que los países escandinavos están en el mundo para testear ciertas evoluciones sociales. Como rubios conejos de indias, ellos prueban los delirios largamente postulados (y siempre rechazados en todas partes) y el mundo mira, a ver cómo les va. El mundo los espía y toma nota, tachándolos de locos por las dudas, pero con curiosidad.
Ha habido muchos estrenos sociales que son hijos de la valentía escandinava: legalizar algunos psicotrópicos, convertir a las prostitutas en cuentapropistas, probar automóviles sin combustible fósil, diseñar ciudades enteras con bicisendas, fundar un partido político con ideales contrarios al copyright , dar el visto bueno a la unión civil de lesbianas y homosexuales, instaurar un parlamento mayoritariamente femenino, etcétera.
Esta vez, con suerte, les tocará a los suecos probar el nuevo invento. El sindicato de empleados bancarios de Suecia lidera una campaña nacional para que se elimine el dinero circulante, es decir, el efectivo. "Si podemos reducir el dinero que manejan los bancos y la sociedad en general, también se reducirán los robos", dijo la semana pasada Marie Jarvas, empleada bancaria de Estocolmo, que ha sufrido dos asaltos en los últimos cuatro años (y eso en Suecia es noticia). La campaña por la supresión del dinero ya tiene miles de fanáticos en el país, incluso algunos muy famosos como el ex miembro del grupo Abba Bjorn Ulvaeus. "No hay razones prácticas claras, hasta donde puedo ver, para seguir utilizando billetes y monedas", escribió hace unos días en su blog, y docenas de comentarios le daban la razón.
Aunque el Banco Central de Suecia todavía no abrió la boca en el debate, el subdirector del banco, Lars Nyberg, subrayó el mayor costo para la sociedad de las transacciones en efectivo, comparadas con aquellas hechas mediante tarjeta de crédito o débito. La idea es justamente esa: que todo el mundo use tarjetas, o los flamantes teléfonos monedero, unos muy coquetos celulares que sirven también para hacer las compras menores o para, por ejemplo, darle unos pesos a los hijos cuando piden. O para dar limosna. El uso masivo del dinero electrónico como único modo de transacción eliminaría las mafias, el trabajo en negro y muchas lacras sociales, pero a cambio se perdería la privacidad y el anonimato para siempre. No importa. Ahí están ellos para probarlo. No será hoy ni mañana, pero sin duda serán ellos los primeros que lo intenten. Los escandinavos, corajudos y delirantes. A veces es Finlandia, en ocasiones Noruega, otras veces es Islandia, últimamente, por cercanía, se suman Holanda o Dinamarca. Pero siempre son ellos los que parecen decir "bueno, probemos esta novedad, a ver si de verdad es mejor" mientras el resto del mundo propone y debate, impugna y recurre, polemiza y archiva.
© LA NACION

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