lunes, 2 de agosto de 2010

'Queremos dignificar la desnudez'

Steve, estudiante holandés de Erasmus, escudriña el folio donde se advierte de que hoy es día de ‘bañadores caídos’ como si no se lo terminara de creer. Mira con cara de sorpresa a la amiga con la que ha venido a la piscina de la Universidad Complutense, levanta las cejas y suelta un “‘¡t´s fucking great!” (Es genial), al que ella responde con un mohin de reprobación.
Muchos usuarios de la instalación, la mayoría de ellos estudiantes, se han sorprendido hoy al ver a decenas de personas bañándose y tomando el sol como vinieron al mundo. En pelota picada. “Suelo venir aquí y no sabía nada de esto. Hoy me he traído a mi hermana que ha venido de fuera, y estamos flipando un poco, la verdad, pero está bien, no molesta”, dice Rocío, recién licenciada en Periodismo y que dice que sí hace ‘topless’ en la playa.
“Me parece muy bien que se haga nudismo en una piscina. Tendría que haber espacios nudistas en más piscinas. Lo único malo es que por esto esta piscina que suele estar vacía está llena hoy”, comenta Luis, otro habitual de la instalación. No le falta razón.
A las 14.30 de la tarde, la piscina está de bote en bote. Hay que ir driblando toallas. Hay varios sectores donde se reúnen los grupos nudistas, aunque muchos bañistas desnudos se han repartido por todo el espacio verde del complejo, buscando quizá esa ‘integración’ que tanto ansían. “Ya no queremos más los guettos que nos proporcionaba el Ayuntamiento”, explica el presidente de la Federación Española de Naturismo (FEN), Ismael Rodrigo, en referencia a la piscina de la Casa de Campo, que era alquilada a este colectivo y a ADN (Asociación por el Desarrollo del Naturismo) un día al año.
“Queremos dignificar la desnudez. No hay nada malo en ella, pero en la educación actual se la criminaliza”, prosigue Rodrigo, que incide en que gracias al permiso de la Universidad Complutense para celebrar el ‘Día del bañador opcional’ “se transmiten valores educativos”. Sí, como oyen: “Mostrar el cuerpo lo dignifica y evita su comercialización. La ocultación del cuerpo ha llevado a la anorexia, a la bulimia y a su culto”.
Y por si no queda claro echa mano de conceptos más profundos: “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y no podemos condenar el legado de Dios. Se trata de demostrar que esto no es un ningún problema, no hacemos mal a nadie. Se demostró con el topless'. Pedimos que se convierta en un derecho ciudadano”.
Muchos espontáneos que no forman parte de la asociación no han dudo en quitarse el bañador al ver el panorama. “Deberíamos asumir que es algo natural. La sociedad española se ha vuelto más conservadora de 15 años a ahora; ya apenas ves chicas en ‘topless’”, explica Cristina, cooperante, que hasta ahora sólo había hecho nudismo en la playa. “Me ha sorprendido que nadie te mira”, comenta Andrés, también neófito del naturismo.
Las miradas de los que sí están con bañador no son descaradas, sino de reojillo y los mismos comentarios se oyen por lo bajini en todo el recinto: Que “si yo paso de mirarlos”, que si “a mí me parece muy bien pero yo no lo haría”, que si “aquí sólo se desnudan hombres”. Para eso tiene una explicación Raquel, trabajadora de la Administración y que lleva bañándose en cueros toda su vida. “A nosotras nos cuesta más porque vivimos en una sociedad machista. A las mujeres se las trata como a objetos”, dice Raquel, que no soporta la sensación del bañador mojado y no entiende los pudores. “Se trata de libertad, de aceptarte a ti mismo”, comenta una de la docena de mujeres que hoy tomaban el sol al natural.
Para los malpensados los naturistas explican que esto nada tiene que ver con el sexo, ni siquiera con el erotismo. “El erotismo no suele estar en el desnudo. Se trata de estar a gusto con tu cuerpo, contigo mismo, cómodo”, explica Edoardo, un jubilado italiano, habitual en playas nudistas como Portus (Cartagena), Costa Natura (Málaga) o El Templo del Sol (Gerona).
Excepto por los cuchicheos, la convivencia es inusitadamente normal, natural. "A mi no me parece mal, pero yo el topless sólo lo hago en la playa", asegura Renata, licencia en Psicología en una frase que se repite entre muchas de las bañistas, ajenas a que fuera se libra una batalla entre fotógrafos con teleobjetivos escondidos entre los arbustos, policía y personal del complejo por conseguir una instántanea del interior. Como si estuviera bañándose allí la mismísima Belén Estebán.

elmundo.es

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