Benedict Carey
The New York Times
NUEVA YORK. Suponga que los científicos pudieran borrar ciertos recuerdos con sólo modificar una única sustancia en el cerebro. Podrían hacerle olvidar miedos persistentes, pérdidas traumáticas e incluso malos hábitos.
Investigadores de Brooklyn han alcanzado un logro similar inyectando una droga experimental en ciertas áreas del cerebro responsables del almacenamiento de ciertos tipos de memoria, como asociaciones emocionales, conocimientos espaciales o habilidades motoras.
La droga bloquea la actividad de una de las sustancias que el cerebro necesita para almacenar mucha de la información aprendida.
Hasta ahora, las investigaciones se han realizado en sujetos animales. Pero los científicos creen que tendría que funcionar de manera similar en los humanos.
El doctor Todd C. Sacktor, el neurocientífico que dirige el equipo que trabaja con esta sustancia, es uno de los cientos de investigadores que están tratando de responder la pregunta de cómo es que un pedazo de tejido puede capturar y almacenar todo, desde poemas y reacciones emocionales hasta escenas distantes de la niñez.
En 1999, en un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, dos de los más prominentes investigadores del cerebro, el doctor Jeff W. Lichtman y Joshua R. Sanes, de Harvard, hicieron una lista de 117 moléculas que estaban involucradas en la creación de las comunicaciones entre las neuronas, un proceso vital para la memoria.
Una de las sustancias que formaban parte de la lista resultó poseer propiedades inusuales: en una serie de estudios Sacktor encontró que la molécula llamada PKMzeta, que se "despierta" cuando una célula estimula a otra, sería la responsable de mantener activas las comunicaciones entre ellas.
Para descubrir qué significaba la PKMzeta para animales vivos, Sacktor buscó la ayuda de André A. Fenton, colega suyo en la Universidad SUNY Downstate, que estudiaba la memoria espacial en ratas y ratones.
NUEVA YORK. Suponga que los científicos pudieran borrar ciertos recuerdos con sólo modificar una única sustancia en el cerebro. Podrían hacerle olvidar miedos persistentes, pérdidas traumáticas e incluso malos hábitos.
Investigadores de Brooklyn han alcanzado un logro similar inyectando una droga experimental en ciertas áreas del cerebro responsables del almacenamiento de ciertos tipos de memoria, como asociaciones emocionales, conocimientos espaciales o habilidades motoras.
La droga bloquea la actividad de una de las sustancias que el cerebro necesita para almacenar mucha de la información aprendida.
Hasta ahora, las investigaciones se han realizado en sujetos animales. Pero los científicos creen que tendría que funcionar de manera similar en los humanos.
El doctor Todd C. Sacktor, el neurocientífico que dirige el equipo que trabaja con esta sustancia, es uno de los cientos de investigadores que están tratando de responder la pregunta de cómo es que un pedazo de tejido puede capturar y almacenar todo, desde poemas y reacciones emocionales hasta escenas distantes de la niñez.
En 1999, en un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, dos de los más prominentes investigadores del cerebro, el doctor Jeff W. Lichtman y Joshua R. Sanes, de Harvard, hicieron una lista de 117 moléculas que estaban involucradas en la creación de las comunicaciones entre las neuronas, un proceso vital para la memoria.
Una de las sustancias que formaban parte de la lista resultó poseer propiedades inusuales: en una serie de estudios Sacktor encontró que la molécula llamada PKMzeta, que se "despierta" cuando una célula estimula a otra, sería la responsable de mantener activas las comunicaciones entre ellas.
Para descubrir qué significaba la PKMzeta para animales vivos, Sacktor buscó la ayuda de André A. Fenton, colega suyo en la Universidad SUNY Downstate, que estudiaba la memoria espacial en ratas y ratones.
Laberintos de la mente
Fenton les enseñaba a los animales a memorizar dónde se encontraban ciertos lugares utilizando ligeros shocks eléctricos. Una vez que aprendían adónde no debían ir, no importaba si pasaba un día o un mes, rápidamente recordaban dónde no acercarse para evitar la electricidad. Pero cuando se les inyectaba directamente al cerebro una droga llamada ZIP, que interfiere con la PKMzeta, se olvidaban casi de inmediato lo aprendido.
Para 2050, estiman los científicos, más de 100 millones de personas sufrirán de Alzheimer u otras demencias y, todavía más, la pérdida de la memoria natural causada por el paso de los años. Estimular la PKMzeta podría ayudarnos a evitarlo. "Pero por ahora sólo tenemos algunas ideas de qué se podría tratar, como hacer que las células produzcan más PKMzeta", explica Sacktor.
"La posibilidad de editar nuestra memoria aviva enormes problemas éticos", opina el doctor Steven E. Hyman, neurobiólogo de Harvard. Hyman entiende que, como cualquier droga, ésta puede llegar a usarse de manera indebida. Además, al fin y al cabo, los recuerdos problemáticos y el miedo que suscitan son la base de la conciencia moral.
Por otro lado, manipular la memoria no será tan simple. "No habrá una única molécula de la memoria, el sistema no es tan sencillo, afirmó Thomas Carew, de la Universidad de California y presidente de la Sociedad de Neurociencias. Habrá muchas involucradas en los distintos tipos de recuerdos y a lo largo del proceso de aprender, almacenar y recuperar."
Fenton les enseñaba a los animales a memorizar dónde se encontraban ciertos lugares utilizando ligeros shocks eléctricos. Una vez que aprendían adónde no debían ir, no importaba si pasaba un día o un mes, rápidamente recordaban dónde no acercarse para evitar la electricidad. Pero cuando se les inyectaba directamente al cerebro una droga llamada ZIP, que interfiere con la PKMzeta, se olvidaban casi de inmediato lo aprendido.
Para 2050, estiman los científicos, más de 100 millones de personas sufrirán de Alzheimer u otras demencias y, todavía más, la pérdida de la memoria natural causada por el paso de los años. Estimular la PKMzeta podría ayudarnos a evitarlo. "Pero por ahora sólo tenemos algunas ideas de qué se podría tratar, como hacer que las células produzcan más PKMzeta", explica Sacktor.
"La posibilidad de editar nuestra memoria aviva enormes problemas éticos", opina el doctor Steven E. Hyman, neurobiólogo de Harvard. Hyman entiende que, como cualquier droga, ésta puede llegar a usarse de manera indebida. Además, al fin y al cabo, los recuerdos problemáticos y el miedo que suscitan son la base de la conciencia moral.
Por otro lado, manipular la memoria no será tan simple. "No habrá una única molécula de la memoria, el sistema no es tan sencillo, afirmó Thomas Carew, de la Universidad de California y presidente de la Sociedad de Neurociencias. Habrá muchas involucradas en los distintos tipos de recuerdos y a lo largo del proceso de aprender, almacenar y recuperar."
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