viernes, 4 de marzo de 2011

Síndrome del despido interior: el agobio de estar presente pero a la vez sentirse ausente



















El concepto de "despido interior" fue desarrollado por Lotfi El -Ghandouri en un libro referido específicamente a esta temática. Este analista podría considerarse como un ciudadano del mundo: nació en Túnez, vivió en Francia cuando era chico, y luego estudio en Canadá y Bélgica.

Sin embargo, su mirada va más allá del management tradicional. El experto busca estar en sintonía con las nuevas prácticas del gerenciamiento y es así como se hace eco de un fenómeno que se ve en muchas empresas y que, dependiendo de los pasos que se den, pueden o no tener solución.
La sensación de despido interior tiene que ver con una actitud de desgano hacia el trabajo, hacia la empresa. Lleva a generar una percepción de indiferencia y a la pérdida del compromiso. Supone estar pendientes solamente del reloj que marca la hora de salida.
Es decir, hay una sensación de encarcelamiento que pasa más por el mundo interior que por la situación externa.
"El despido interior es el resultado final de un largo y complejo proceso de vivencias negativas en el trabajo, el empleado se distancia de sus funciones, sin llamar la atención y pasando inadvertido, evitando conflictos".
También existe una sensación de rendición, hay desmotivación. Y las causas pueden ser diversas, pero todas conducen a la insatisfacción y a la inacción.
Así, la frustración puede llegar por un conflicto con un compañero de trabajo, por dificultades con el jefe, por el aburrimiento con las tareas asignadas o por una combinación de varias cuestiones.
La visión de los expertos
"Muchas veces, cuando uno está en una empresa y no está conforme con determinadas situaciones, que no se pueden arreglar, renuncia", aseveró el experto en la materia Harry Campos Cervera. Y destacó las dificultades para salirse de la situación: "Cuando el stress no ofrece salida, se entra en un estado de abandono".
"Llega un momento en el cual a la persona ya no le importa nada: parece darle lo mismo que la echen, se deja estar, no propone nada más".
Indudablemente, esto va generando una situación conflictiva con el entorno y repercute en el clima y en la productividad laboral.
Para el analista, se genera un efecto en cascada, que no es nada positivo. El desgano gana y falta el compromiso. Reina la ausencia de toma de decisiones y la apatía se adueña del espacio de trabajo. No siempre genera un contagio pero al menos se produce un enrarecimiento del clima en la compañía.
Al respecto, la experta Olga Cartañá, psicóloga especialiazada en psicoanálisis y sociedad, aseguró que "el fenómeno de la desmotivación es algo que se puede percibir por parte de la institución y, por lo general, se genera de a poco".
"Primero se tienen expectativas con el trabajo, luego se considera que es factible conseguir los objetivos y si eso no se da se produce una sensación de malestar que va provocando un alejamiento", remarcó.
Según Cartañá esta problemática no es solamente un tema individual sino que debe ser abordado también institucionalmente. "Hay que ver en qué medida hay jefes distantes o controladores, y se debe evaluar hasta dónde se cumplen las metas de la gente".
De acuerdo con Lotfi, se puede considerar que, en verdad, se trata de un recorrido. "El despido interior es un proceso de caída en escalera, es decir, donde se necesitan pocos pasos para pasar de la entrega a la resignación."
A veces, en cada etapa, se pueden dar grados diferenciales de satisfacción temporal, pero luego parece sobrevenir una decepción que ubica a la persona en un escalón más abajo. De esta forma, se puede ir generando una brecha importante entre lo que se quiere y lo que se recibe.
Etapas del vínculo laboralSegún el experto, la relación de trabajo pasa por distintos estadíos hasta llegar al "despido interior":
1. La entrega
En un primer momento, se llega al trabajo con todo el espíritu
pleno de ilusiones y con disposición para mostrar y desplegar los propios valores.
Es la etapa donde florece la creatividad y, en general, hay proactividad, hay ganas de arriesgarse.

De a poco, esta "luna de miel" se transforma y llegan los primeros desacuerdos, los malentendidos, los primeros conflictos.

Cuando esto sucede se puede actuar de tres maneras diferentes:
  • Se comunica el desacuerdo y se reajusta el vínculo.
  • Se comunica el desacuerdo, pero no se logra consensuar una solución.
  • No se comunica el malestar, y permanece como una molestia interna.
2. El compromiso
En esta etapa aparece una limitación a hacer "lo que nos piden". Se considera que el valor agregado propio no es considerado ni es tenido en cuenta, entonces
se limita la contraprestación.
En general, esto no es percibido por la organización. Todo se sigue haciendo con normalidad, pero el sentimiento es que
sólo se está para cumplir y ya no hay ganas de explorar ni de arriesgar.
En este plano, también se puede proceder a la negociación logrando un reajuste o no, o bien a la actitud de "guardarse" el conflicto de modo interno.

Si todo se resuelve, se pasa a un estado de satisfacción y se "sube un escalón". Pero si todo queda sin resolverse, se desciende un escalón.
3. La participación
A esta altura, si no se produjo el ajuste de la relación laboral, se entra en el plano de la rutina. No hay interés por ser proactivo ni participativo. A su vez, ya no se puede aparentar mucho, la situación ya se está percibiendo a nivel de la organización.
La infelicidad es un sentimiento individual pero que también tiene exteriorizaciones.

En este nivel ya no se cumplen las expectativas personales, pero tampoco se satisfacen las del empleador. Se da un punto de inflexión en el vínculo que puede estar indicando una caída en el síndrome del "despido interior".

Si el conflicto se resuelve se "sigue peleando" desde adentro. También se puede tomar la opción de retirarse o bien se llega al punto en que la empresa provoca el despido. 
Pero, si se sigue adelante tratando de obviar la insatisfacción se provoca una situación de "despido interior".
4. La retirada
En este punto, ya hay una "rebelión" contra la organización. Se puede caer en el estado de víctima de la situación. Se asigna la culpa del malestar al entorno y a la corporación.

Hay una rebeldía pasiva o encubierta. En la medida en que el resto no cambia, se toma conciencia de la necesidad de provocar el cambio desde uno mismo.

Sin embargo, esto no siempre se puede enfrentar y sucede que existe dificultad para asumir la necesidad de modificar la situación, incluso, a sabiendas de la insatisfacción.
5. La resignación
La desilusión es fuerte en este nivel. Se piensa que ya nada se puede hacer y aparecen las justificaciones del tipo: "mi jefe es así", "es trabajo, a nadie le gusta lo que hace".

Es una etapa de rendición y se sucumbe en un escalón más abajo. Reina un estado de falso conformismo del tipo: "mejor malo conocido que malo por conocer".

Se acepta el ajuste a la situación, aunque ello signifique "ir en contra de lo que somos". Esto
involucra perder confianza en sí mismo y figurativamente se asemeja al concepto de "tirar la toalla".
Es que el miedo de empezar en un sitio nuevo paraliza. Este escalón es, sin dudas, el fin de una secuencia poco feliz. Se asemeja a un estado de "coma", donde no hay ritmo, no hay pulso, no hay ganas de seguir peleándola, es un dejarse estar.
No obstante, hay una luz al final del camino. El analista tunecino asegura que se puede "volver del despido interior".
El despertar Interior
Lo primero que tiene que suceder, para poder dar el gran paso y salir de la situación, es tener la necesidad de mejora.

"En ocasiones, sólo un cataclismo o una crisis nos podrán dar la fuerza para despertar de nuevo a nuestros sueños, valores y principios, todo depende de los kilómetros que hayamos recorrido en el despido interior", destacó Lotfi en su libro.
Por lo general, si se llegó muy lejos "para abajo" es probable que se requiera el apoyo de un experto o profesional que permita "salir del pozo".

Como en todos los planos, no hay soluciones mágicas pero Lotfi brinda un listado clave para poder "emerger". Así, el camino de vuelta puede estar desarrollado en base a pequeños pasos, en su mayoría del tipo cotidianos.
  • Conectar de nuevo con los propios sueños.
  • Tener una razón de existir según los valores.
  • Entregarse mejor a los demás y comprometerse con uno mismo.
  • Develar la fuerza interior con voluntad y disciplina.
  • Admitir que uno es una fuente inagotable de energía con posible equilibrio entre mente, emociones, cuerpo y espíritu.
  • Es importante salir "de la zona de confort", hay que "empujarse" por fuera de la comodidad y considerar el descubrimiento como la "nueva normalidad".
  • La mejor defensa es andar sin defensa.
  • La persona que más sabe qué es lo que pasa y qué es lo que se siente es uno mismo.
  • Hay que desarrollar la capacidad de duelo: dejar ir, hacer lugar, soltar, dejar que algo nuevo tenga posibilidades.
  • Se debe activar la memoria con logros y desactivarla para no apelar siempre al listado de los fracasos.
  • La capacidad de resiliencia debe estar presente, enfrentando la realidad tal y como es.
Inmunidades para la vida
La idea es generar una nueva inmunización, en caso de despido interior. Es clave, según Lotfi, perseverar en la autoconfianza.

El traspasar esta situación generará una convalidación del poder interior y una renovada sensación de plenitud.

La cimentación sobre esta base será más sólida que la vivida y augura mejores horizontes, al menos así lo afirma este especialista que pregona no quedarse restringido al "happy hour" sino vivir de lleno en una "happy life".
No por nada este autor fue más lejos en otra obra titulada "Te atreves". Allí plantea un aliciente para los que quedan paralizados: "¿Cómo podemos estar seguros de que lo que tenemos es lo mejor si nunca hemos vivido otra cosa?".
iprofesional.com

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