viernes, 6 de agosto de 2010

A 65 años de la bomba de Hiroshima

El horror y la devastación en su máxima expresión. Ocurrió en Japón un día como hoy, 06-08-2010, hace 65 años, pero las heridas que dejó la bomba atómica de Hiroshima aún siguen abiertas. En especial para los casi 235 mil hibakusha (sobrevivientes) de aquella masacre.
Con una serie de homenajes y ceremonias, el gobierno de Japón recuerda el primer ataque atómico de la historia, ocurrido el 6 de agosto de 1945. Aquel día, el bombardero "Enola Gay", un B-29 Superfortress, dejó caer sobre Hiroshima a "Little Boy", como llamaron a la bomba atómica de uranio235 que arrasó con todo Eran las 8:15 de la mañana. A Paul Tibbets, el piloto, un cura le había dado su bendición cinco horas y media antes. Unas 140 mil personas murieron en el acto y en los cuatro meses siguientes por los efectos letales de la radiación. Muchas más, con el tiempo.
Tres días más tarde, el 9 de agosto de aquel año, el espanto se apoderó de Nagasaki. Allí, el bombardero B-29 Bockscar al mando de Charles Sweeney mató a unas 75 mil personas con otra bomba nuclear: la "Fat Man", a diferencia de la anterior era de plutonio239 y el reloj marcaba las 11:02. Seis días más tarde, el emperador Hirohito leyó por radio un comunicado en el que anunciaba la rendición de Japón y dio fin así a la Segunda Guerra Mundial.
Los actos que conmemoran esos ataques empezaron ayer. Decenas de miles de personas se congregaron en Hiroshima. Todo fue lágrimas y emoción entre los hibakusha, sus familiares y amigos.
Tsuyuko Nakao tiene 92 años y a pesar de sus canas y la dificultad para moverse no dudó en acercarse hasta el Memorial de Hiroshima para recordar a sus familiares. Delgada y frágil, se tomó de las manos con Kinuyo Ikegami, otra mujer que perdió a sus seres queridos en el bombardeo y que, aún a sus 77 años, no olvida el horror. Las dos rezaron desgarradas.
Otros fueron acompañados de sus nietos. Chiquitos que apenas entienden de lo que les hablan, pero que rezaron con la misma devoción que sus mayores por las almas de los caídos.
Muchos se acercaron a los periodistas para mostrar las fotos de sus seres queridos muertos y recordar sus nombres. Para ellos son mucho más que un número entre las víctimas.
Las flores y las velas no faltaron desde el atardecer e inundaron con su luz la noche japonesa. Arrodillados, de pie, inclinados sobre sí mismos, en cada familiar y hibakusha se escuchó el mismo rezo y la misma voz: nunca más. Y exigieron que las potencias ganadoras pidan perdón por la masacre de su gente.
Es la primera vez en más de seis décadas que se encuentran cara a cara con representantes de esos países. Nunca antes, un funcionario de Estados Unidos, Francia o el Reino Unido había tenido el coraje de pisar esas tierras en medio de un aniversario tan doloroso como el de hoy.

clarin.com

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