La palabra dogging nació en Gran Bretaña en los 70 y su término se debe a un acto que en esa época era un ejercicio reiterado: los hombres que paseaban a su perrito (dog) y espiaban a parejas furtivas teniendo sexo al aire libre. Si bien la práctica no es nueva, sí lo son la gran cantidad de páginas en Internet destinadas a agrupar a los amantes de éste hábito libertino.
El dogging suele hacerse en parques, bosques, y también autos; y según dicen sus practicantes, es tan adictivo que los lleva a ir en busca de experiencias cada vez más extremas. Entre los integrantes de sus grupos -que se extiende a países como Francia, Bélgica, Italia, Irlanda, Estados Unidos y ahora, América Latina- se comparten experiencias e ideas novedosas con el fin de obtener el mayor placer posible.
Doggers son llamados sus participantes: parejas heterosexuales que buscan disfrutar del sexo al aire libre y desde diferentes perspectivas. Y su ejercicio tuvo tanto éxito en la red que ya se hacen encuentros para concretar citas: algunos para mirar, otros para hacer. Muchos lo practican por el simple placer que les da sentir altas dosis de adrenalina. Ellos no buscan captar voayeurs, sino más bien experimentar sensaciones relacionadas con todo lo que genera el miedo a ser descubiertos.
¿Puede considerarse al dogging como un acto exhibicionista?
"No", responde terminante la sexóloga graduada en medicina Carolina Londoño, quien agrega que es esta una expresión física y sexual frente a otro, en la cual más que experimentar el aire en la piel se plantea un punto erótico de exhibición ante la pareja o más seres humanos. Esto genera un espacio de intimidad que no es sólo el mostrarse desnudo sino la conjugación de los cuerpos al aire libre adquiriendo otro tipo de placer sexual.
"El exhibicionismo se puede plantear como un elemento adicional del dogging", aclara. Y como en todo deporte, existen reglas claras. Algunas de ellas tienen que ver con no lastimar al otro, y tampoco engañar o aprovecharse del desconocimiento de algún ejercicio. "Es importante saber que nadie está obligado a nada porque esto rompería un código importante para pasar a convertirse en delito", explica Londoño y añade que las personas que realicen esta práctica y lo hagan en forma grupal deben saber a qué se exponen. "Es básico no violentar la voluntad de nadie", concluye.
El dogging suele hacerse en parques, bosques, y también autos; y según dicen sus practicantes, es tan adictivo que los lleva a ir en busca de experiencias cada vez más extremas. Entre los integrantes de sus grupos -que se extiende a países como Francia, Bélgica, Italia, Irlanda, Estados Unidos y ahora, América Latina- se comparten experiencias e ideas novedosas con el fin de obtener el mayor placer posible.
Doggers son llamados sus participantes: parejas heterosexuales que buscan disfrutar del sexo al aire libre y desde diferentes perspectivas. Y su ejercicio tuvo tanto éxito en la red que ya se hacen encuentros para concretar citas: algunos para mirar, otros para hacer. Muchos lo practican por el simple placer que les da sentir altas dosis de adrenalina. Ellos no buscan captar voayeurs, sino más bien experimentar sensaciones relacionadas con todo lo que genera el miedo a ser descubiertos.
¿Puede considerarse al dogging como un acto exhibicionista?
"No", responde terminante la sexóloga graduada en medicina Carolina Londoño, quien agrega que es esta una expresión física y sexual frente a otro, en la cual más que experimentar el aire en la piel se plantea un punto erótico de exhibición ante la pareja o más seres humanos. Esto genera un espacio de intimidad que no es sólo el mostrarse desnudo sino la conjugación de los cuerpos al aire libre adquiriendo otro tipo de placer sexual.
"El exhibicionismo se puede plantear como un elemento adicional del dogging", aclara. Y como en todo deporte, existen reglas claras. Algunas de ellas tienen que ver con no lastimar al otro, y tampoco engañar o aprovecharse del desconocimiento de algún ejercicio. "Es importante saber que nadie está obligado a nada porque esto rompería un código importante para pasar a convertirse en delito", explica Londoño y añade que las personas que realicen esta práctica y lo hagan en forma grupal deben saber a qué se exponen. "Es básico no violentar la voluntad de nadie", concluye.
Algunos términos y/o actividades sexuales que se asocian al dogging son el cambio de parejas, el exhibicionismo y voyerismo, y de ellos se desprenden otros que finalizan en filia, que significa "gusto por". Entre los más conocidos están la escoptofilia –gusto por ver- y la tribofilia –gusto por acariciarse.
Según palabras propias de la sexóloga, es importante aclarar que no se trata de enfermedades sino de gustos eróticos y que todo depende de la estructura personal de cada uno, su historia y sus relaciones con el resto. Gustos son gustos, ¿Cuáles son los tuyos? ¿Te excita tener sexo en lugares públicos? ¿Cuál fue el lugar más arriesgado en donde lo hayas hecho?
Fuente: Revista Fucsia
Según palabras propias de la sexóloga, es importante aclarar que no se trata de enfermedades sino de gustos eróticos y que todo depende de la estructura personal de cada uno, su historia y sus relaciones con el resto. Gustos son gustos, ¿Cuáles son los tuyos? ¿Te excita tener sexo en lugares públicos? ¿Cuál fue el lugar más arriesgado en donde lo hayas hecho?
Fuente: Revista Fucsia
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