jueves, 19 de febrero de 2009

Los Oscar, sin autos de lujo ni maquillaje


Dos de los espónsores históricos de la tradicional entrega de los Oscar decidieron retirarse, a menos de una semana, de la fiesta 2009: ni más ni menos que L’Oreal y General Motors. La decisión tiene que ver no sólo con la crisis económica mundial sino, además, con la propia crisis de los Oscar. En los últimos años, el rating de la que en otros tiempos fuera la fiesta reina de la televisión estadounidense viene cayendo en picada.
Del año 2007 al año 2008, por ejemplo, pasó de casi cuarenta millones de espectadores a poco más de treinta, y se espera que este año los números sean peores, dada la baja popularidad de los films en competencia por las categorías mayores.
L’Oreal es espónsor de los Oscar desde 2004, cuando por primera vez aparecieron sus publicidades en la pantalla de la cadena ABC, responsable de la televisación del evento. En calidad de tal, ha gastado un promedio de diez millones de dólares al año. Pero en esta ocasión decidió reservar esa parte de su presupuesto de publicidad y soltar la mano de la Academia.
El caso de General Motors es un poco más complejo. Hace diez años que es uno de los espónsores fijos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood y su noche mayor. Pero la crisis económica la ha colocado en un lugar peligroso. No contribuye demasiado con su imagen que gaste millones en publicidad cuando está pidiendo al gobierno de Barack Obama 1.600 millones de dólares para seguir funcionando.
Sin embargo, el caso de la automotriz es menos traumático para los Oscar y la ABC: en efecto, la surcoreana Hyundai pautó siete spots publicitarios durante la ceremonia, mientras que la alemana Audi tiene comprado espacio televisivo para otros dos spots. General Motors era, con mucho, el principal comprador de pauta de la fiesta: en los últimos diez años apoyó la transmisión con más de cien millones de dólares.
La caída de estos dos auspicios centrales obligó a la ABC a bajar el precio del segundo de publicidad en un 18% promedio, pero hasta el momento no se sabe si la estrategia dará o no resultados.
Como se dijo, el principal problema de los Oscar es la poca popularidad de los films nominados, que derivó en una caída constante de los ratings y, por consiguiente, en la desconfianza de los anunciantes a la hora de comprar espacio publicitario durante la ceremonia. El pico de rating ocurrió en 1998, cuando más de 55 millones de personas vieron gritar en vivo a James Cameron “I’m the king of the world” ante el triunfo de Titanic, que se llevó la cifra récord de 11 premios. Tal pico no volvió a alcanzarse ni en 2004, cuando El Señor de los Anillos-El Retorno del Rey igualó aquella marca.
El piso de los Oscar había ocurrido en 2003 –triunfó Chicago– con 33 millones de espectadores. Pero en 2008, perdiendo un 21% de audiencia respecto de 2007, llegó a 32 millones. La decisión de L’Oreal y GM, por lo tanto, tiene números contundentes donde apoyarse.
criticadigital.com

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