sábado, 14 de febrero de 2009

"La gente sigue creyendo que el cielo comanda lo que ocurre en la Tierra"

En todas las culturas, en todas la épocas, el cielo estuvo revestido de atributos especialmente significativos. Opuesto a la Tierra, incorruptible, perfecto, o en expansión, con agujeros negros y materia oscura, el cielo nunca dejó de mantener su atractivo y misterio. Nuestra mirada del cielo es interpelada por el lema del Año Mundial de la Astronomía: "El universo es suyo para que lo descubra", que conmemora los cuatro siglos pasados desde que Galileo observó con un telescopio, y por primera vez, la superficie irregular de la Luna.
En ese linaje científico, el astrofísico Alejandro Gangui cultiva su pasión por el cielo a través de investigaciones teóricas que realiza en la Ciudad Universitaria de la UBA. Ese interés, más una devoción poética, lo llevó a analizar las referencias cosmológicas contenidas en La Divina Comedia, de Dante Alighieri. Galileo afirmó que el libro de la naturaleza está escrito en caracteres matemáticos.
¿Acaso el cielo puede leerse como un libro?
El cielo es un elemento constitutivo de la cultura de todos los pueblos. Ha tenido influencia sobre la gente, sobre los científicos y sobre los escritores. La poesía romántica se inclinó hacia el cielo, dándole una mística muy particular. Y siempre se dirigió la mirada al cielo para explicar las vicisitudes humanas. Mirando al cielo, los hombres nos dimos cuenta de que la Tierra no era plana, que tenía cierta similitud con otros objetos esféricos. Es natural, entonces, que Galileo haya pensado en el cielo como un gran libro abierto.
¿"La Divina Comedia", de comienzos del siglo XIV, podría concebirse como una última síntesis entre cosmología y poesía; una síntesis que después ya la ciencia moderna parece no permitir?
A mí me interesa cómo Dante se apropia de los saberes sobre el cielo para insertar en el cosmos de la época a los habitantes de su mundo, el Hemisferio Norte. La Divina Comedia es una gran alegoría; en ella el elemento astronómico está muy presente en centenares de escenas, pero no es su fin último.
¿Hoy es posible tener estudios astrofísicos y sensibilidad poética? ¿Ciencia y literatura no forman dos culturas distanciadas?
Se puede tener ambas culturas. La diferencia entre ellas no tiene por qué ser tan rígida. Hay científicos que escriben literatura y hay escritores que en sus textos presentan saberes sobre el cosmos, como Borges. En principio, se pueden combinar las dos cosas, pero el avance de la especialización hoy lo dificulta. Discursivamente, las instituciones alientan el trabajo interdisciplinario, pero después, a la hora de aceptarlo, vienen las dificultades. Pero bueno, yo aprendí a leer La Divina Comedia en Italia, donde hice mi doctorado. Mis colegas me regalaron "El Infierno", y es ahí donde uno encuentra muchos astrónomos, como Ptolomeo; también está Ulises en su último viaje, al Hemisferio Sur, siempre dirigiéndose a través de las columnas de Hércules hacia la izquierda. Dante, con su guía Virgilio, desciende por los círculos infernales dirigiéndose a la izquierda, mientras que cuando encaran el Purgatorio, lo hacen hacia la derecha, manteniendo una carga de significados tradicionales asociados a lo diestro y lo siniestro. ¿Aparece la Cruz del Sur en la obra de Dante?
No lo sabemos. Aparecen cuatro estrellas que podrían serlo, y Dante dice que sólo la primera gente pudo haberla visto. "La primera gente" no se refiere a los navegantes del comienzo de los viajes exploratorios, sino a los primeros habitantes del Paraíso terrenal, Adán y Eva, que justamente él ubica en el Hemisferio Sur, por lo cual la Cruz del Sur estaba por encima de ellos todo el tiempo. Él no tuvo elementos como para poder verla, pero pudo haber recibido referencias de viajeros como Marco Polo, que llegó hasta África. Dante no podía estar seguro de que había una constelación, si bien Ptolomeo la había catalogado dentro de las constelaciones del Centauro. Américo Vespucio, cuando llegó a este hemisferio y vio la Cruz del Sur, invocó los versos de Dante. Sería muy lindo que Dante hubiera mencionado la Cruz del Sur, pero no hay pruebas. Nuestro hemiferio aún estaba inexplorado.
¿Cómo se manifiestó lo astrológico en la astronomía medieval? ¿Cómo se lo fue decantando?
La astrología apunta a situaciones que escapan al poder de uno, a las vicisitudes terrestres ante las cuales uno no sabe el por qué, a ciertas fatalidades y conjunciones. Y se piensa que ciertos aspectos del cielo ayudan a entenderlas. Sabemos que la Luna tiene influencia sobre la esfera terrestre; las mareas son producidas por ella. El ciclo menstrual también, de alguna manera, se relaciona con la Luna. Entonces, el hombre medieval pensaba que todo era un gran sistema, que el macrocosmos estaba relacionado con el microcosmos, que lo que le pasaba al cielo y al cuerpo humano, de alguna manera, estaba conectado, que toda parte del cuerpo tenía un signo astrológico asignado. Si todo estaba muy relacionado, ¿por qué no pensar que, efectivamente, lo que pasaba en el cielo se reflejaría en las vicisitudes terrestres? Así va surgiendo la idea de que el cielo comanda, maneja en parte lo que sucede aquí, en la Tierra. Mucha gente sigue creyendo en esa idea. Poco a poco, se advierte que la influencia de los astros no se comunica ni por vía electromagnética, ni por vía gravitatoria, ya que si no, quien nace al lado del Obelisco quedaría mucho más influido por esa masa que por Saturno, que aunque más grande, está mucho más lejos.
El astrónomo, ¿qué uso puede hacer de los signos?
Los signos dan una excusa para hablar de astronomía usando un elemento que todos conocemos. Todos sabemos nuestro signo de nacimiento. Una forma de iniciar una conversación es "¿De qué signo sos?" Es típico. No tiene sentido denigrar a la gente que cree en la astrología, porque básicamente es una creencia, y en ese terreno no hay mucho para razonar: se cree o no se cree. Es una cuestión de fe.
¿Qué uso se les da a las constelaciones?
Por ejemplo, cuando se encuentra una supernova, se la ubica en el cielo según las constelaciones. Uno da la constelación y eso delimita un lugar del cielo. Sobre la base de las constelaciones, el mapa celeste permite ubicar ciertos objetos con interés astronómico.
Según las constelaciones, ¿cuántos signos habría?
El Sol, en su periplo anual, pasa, no por doce, sino por trece constelaciones, y la que falta es la de Ofiuco, que podríamos ubicar entre el 30 de noviembre y el 17 de diciembre. Entonces, si tuviera que definir cuál es mi signo real de nacimiento, definiendo como signo aquel dónde estaba el Sol en una fecha arbitraria -¿la del parto, la de la gestación?, porque no es sencillo determinar cuándo comienza la vida- deberíamos tomar en cuenta a Ofiuco, que es una constelación grande, que ocupa bastante del recorrido anual del Sol.
Pero cuando leemos nuestro horóscopo, ¿no tenemos el signo correcto?
Se podría decir que las revistas tradicionales no dan el signo de nacimiento que a uno le correspondería. Pero, nuevamente, quien cree en la astrología divide el cielo en doce constelaciones, y cada una de ellas ocupa una parcela igual de cielo, de treinta grados, y se define cuando el Sol está en cada lugar, independientemente de que el Sol y las constelaciones astronómicas estén o no en ese lugar. El paso de las constelaciones a signos produce un cambio: se deja a la ciencia, a la astronomía, y se pasa a cuestiones astrológicas. Ahí uno ya no debería meterse. Newton comenzó a estudiar matemáticas con preocupaciones astrológicas. Kepler descubrió el movimiento de los planetas buscando la música celestial.
¿Es posible delimitar claramente lo científico y lo astrológico?
En aquella época no había una separación clara entre astronomía y astrología. Había otro estilo completamente distinto de hacer ciencia. Además, algunos científicos tenían mecenas a los cuales había que decirles qué iba a suceder. Newton tiene más hojas escritas sobre alquimia y religión que sobre ciencia. Hoy los científicos no suelen aceptar las visiones esotéricas, aunque el Premio Nobel Niels Bohr se interesó por vincular la física cuántica y el Tao, y perduran formas de misticismo en científicos de primer nivel. Pero sólo ciertos científicos se pueden dar el lujo de expresar esas visiones sin consecuencias negativas para su carrera. Cosmos, entre los griegos, daba cuenta de la armonía de los asuntos celestes y terrenos.
La cosmología moderna, ¿perdió esa armonía?
No, hay una cierta armonía. Las observaciones son cada vez más refinadas y esto hace que tengamos que renovar nuestras teorías cada diez o veinte años. Estamos zigzagueando y no tenemos una dirección más o menos clara. Las observaciones se van refinando y se va sabiendo con mayor precisión cuáles son los componentes que forman el universo. Los modelos del Big Bang hablan de eso, sin querer explicar el origen, puesto que el origen escapa, por el momento, a la teoría. Se puede, entonces, hablar de una cierta armonía en el universo que representa la ciencia, y esto es satisfactorio. Sería muy difícil hacer buena ciencia si las observaciones no se fueran refinando y si tuviéramos que cambiar completamente de marco teórico a cada rato. Ha sucedido en el pasado, pero, por suerte, tiende a suceder cada vez menos.
Señas particulares
NACIONALIDAD: Argentino
ACTIVIDAD: investigador del Conicet y profesor de la fFacultad de Ciencias Exactas, UBA. Doctor en Astrofísica (Internacional School for Advanced Studies, Trieste). Su último libro es "Poética astronómica. El cosmos de Dante Alighieri" (FCE, 2008).
clarin.com

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