sábado, 28 de febrero de 2009

CURIOSIDADES DE PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA


En Argentina, receptora de varias oleadas de inmigración, es bastante común que nombres y apellidos hayan cambiado su factura original por algún error cometido en Migraciones; pero ése no fue el caso de Domingo Faustino Sarmiento, ilustre nativo que jamás se llamó Domingo.
Su verdadero nombre era Faustino Valentín; Domingo fue un apelativo familiar que le puso su madre, fiel devota de santo Domingo, tal como lo reconocen sus propios descendientes.
Pero curiosamente, aquel nombre de pila traspasó las paredes del hogar y se inscribió en la faz pública: como escritor, gobernador, legislador, ministro y presidente de la República, el maestro sanjuanino Faustino Valentín Sarmiento juró y firmó como Domingo Faustino Sarmiento y, como tal, pasó finalmente al bronce.
Otro presidente que ejerció con un nombre que no era el suyo fue Bernardino de la Trinidad González de Ribadavia y Rivadavia, más conocido como Bernardino Rivadavia. Su padre, don Benito, abogado de la Real Audiencia, se apellidaba De González Ribadavia; en tanto que el apellido de su madre, una mulata llamada María Josefa, era Rivadavia, ambas veces con 'v' corta. Huérfano de madre a muy temprana edad, al llegar a la adultez Bernardino suprimió sus dos apellidos paternos y pasó a la historia sólo con el materno, sin dar explicación alguna.
María Estela Martínez de Perón, quien ejerció como vicepresidenta y luego como presidenta de la República entre 1974 y 1976, usó su verdadero nombre para jurar y firmar; sin embargo, fue y sigue siendo más conocida por Isabel Perón, nombre derivado de su apelativo artístico: Isabelita.
A su vez, su marido y por tres veces presidente argentino, Juan Domingo Perón fue, según su acta original de nacimiento, Juan Domingo Sosa. Su amigo y escritor, Enrique Pavón Pereyra -quien en vida del general y con su autorización, publicó "Yo Perón", la única biografía autorizada que se conoce- reveló que había nacido como Juan Domingo Sosa el 7 de octubre de 1893 y que luego fue vuelto a anotar como Juan Domingo Perón, nacido el 8 de octubre de 1895. No fue por error sino por necesidad: los prejuicios de la época y el fuerte elitismo existente en las filas castrenses, impedían que un hijo natural cursara la carrera militar.
De similar manera, María Eva Duarte fue en los papeles Eva María Ibarguren, antes de casarse con Perón, debido a que su padre murió en un accidente antes de que alcanzase a reconocerla. Según el acta Nro. 728 del Registro Civil de Junín, provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1922 nació allí María Eva Duarte; pero en 1970, los investigadores Otelo Borroni y Roberto Vaca comprobaron que esa partida era falsa y que fue confeccionada en 1945, cuando ella estuvo en Junín para contraer matrimonio con el entonces coronel Juan Domingo Perón. En su libro "Eva Perón", Borroni y Vaca también plasmaron el hallazgo de otro documento: el acta de bautismo de Eva María Ibarguren, registrado en el folio 495 del Libro de Bautismos del año 1919 de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del Pilar. Hoy, los historiadores aceptan de modo unánime que Evita realmente nació tres años antes de lo que se creía, el 7 de mayo de 1919, con el nombre de Eva María Ibarguren; y que el acta falsificada de Junín obedeció a que de ningún modo el Ejército hubiese autorizado al coronel a casarse con una hija natural.
Originariamente, el apellido del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, llevaba zeta. Al pelearse con su padre, decidió cambiar Rozas por Rosas, para que nadie pudiera confundirlos. Pero su nombre verdadero era bastante más largo: Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio.
El general Martín Miguel de Güemes, quien en palabras de Bartolomé Mitre "trazó con una línea imborrable la frontera definitiva de la Nación Argentina por el Norte", tampoco se llamó así: su verdadero nombre era Martín Miguel Juan de la Mata Güemes.
Por último, en 1824, cuando las hambreadas unidades rioplatenses en El Callao, Perú, se sublevaron, el soldado Antonio Ruiz, un negro liberto al servicio de José de San Martín, murió al grito de "Viva Buenos Aires" al ser fusilado por negarse a traicionar a la patria y rendirse a la bandera española. Pero su heroico gesto quedó registrado a nombre del Negro Falucho, apodo con el que pasó a la historia. Después de todo, Antonio Ruiz no era su verdadero nombre, sino el de su amo, que él tomó al momento de cesar su esclavitud, como era de estilo en aquellos tiempos.
criticadigital.com

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