martes, 17 de febrero de 2009

Por la crisis, el ocio se queda en casa


Paula Soler LA NACION
Cine y cena, pub y boliche. Hace sólo un año, ésas eran las ecuaciones predilectas del argentino asalariado promedio a la hora de programar el fin de semana. El resultado de esa fórmula se traducía en un tiempo de ocio fuera de casa que se podía extender desde la noche del viernes hasta, incluso, la del domingo.
"Hoy es moralmente inaceptable el gasto que te insume, por ejemplo, ir al cine. Prefiero reunirme con mis amigos en casa, mirar una película en DVD o jugar a algún juego de mesa", explica a LA NACION Leandro Genzone, licenciado en psicología, de 27 años.
En un contexto en el que aumentan los servicios, el ABL, los alquileres y los costos de las diversas opciones de esparcimiento, el argentino medio percibe cada vez más que lo único que no crece es su sueldo. El cambio de hábito que confiesa Leandro es una tendencia en un país cuyos habitantes, hábiles pilotos de tormenta durante las crisis económicas, no resignan el disfrute de su tiempo libre. Aun cuando deba ser? dentro de casa.
"Cuando caen los ingresos, lo primero que la gente recorta son los gastos de entretenimiento", explica a LA NACION el analista económico Fausto Spotorno, del estudio Ferreres & Asociados.
Por ejemplo, las visitas a los shoppings solían ser una opción de salida de fin de semana para quienes quieren concentrar varias actividades en un día: cine, café, almuerzo o cena rápida y diversión para los más chicos con sólo caminar unos pasos. Pero esa rutina casi exquisita para quienes preferían ahorrar en nafta o maximizar tiempos se recortó en los últimos meses.
El consumo de los rubros de esparcimiento en los centros comerciales cayó un 19 por ciento entre octubre y diciembre de 2008, según un estudio de Ferreres & Asociados realizado en shoppings de la Capital y el Gran Buenos Aires. El año anterior, en ese mismo período, la baja del consumo de esos servicios había sido del 9 por ciento.
"Un 9 por ciento de la caída puede ser un factor estacional, pero el 10% restante no", afirma Spotorno, que agrega: "No estamos en una crisis económica como la de 2001. Hay una recesión, el «bolsillo» no alcanza y, entonces, las formas de consumir diversión cambian".
Así, lo que se hacía afuera se está comenzando a hacer en casa. Las reuniones con amigos en el living, los juegos de cartas y de mesa, el DVD, navegar por Internet y las cenas caseras son la mejor opción, según resulta de una encuesta callejera realizada por LA NACION.

El sillón le gana a la butaca
La pantalla gigante plateada, el sonido envolvente, la ansiosa espera a que comience el film de estreno en medio de la oscuridad, el crunch de los pochoclos, el casi extinto chocolatero? Si esos condimentos hacen de ir a ver una película casi un ritual, ¿por qué el sillón de casa le gana a la butaca del cine?
Las personas consultadas por LA NACION coincidieron en una respuesta simple: hace dos años una entrada de cine costaba entre 4 y 6 pesos. Hoy cuesta entre 14 y 20.
"Antes iba dos o tres veces al mes al cine. Pero desde hace casi un año prefiero alquilar un DVD, que me sale entre 6 y 10 pesos. Si no, entre la entrada, los pochoclos y el viaje gasto 60 pesos, fácil", cuenta Patricia Zappia, de 26 años, licenciada en administración de empresas que trabaja en un estudio de auditorías. Ella admite que el sueldo le quedó chico en comparación con el aumento constante del costo de vida.
Según un estudio de la consultora especializada en el rubro cine Nielsen EDI, en 2008 un total de 33,7 millones de personas fue al cine en todo el país; la recaudación alcanzó los 396,5 millones de pesos. En cambio, en 2007 el sector había tenido una recaudación cercana a los 328,2 millones de pesos con una asistencia total de 33,9 millones. En síntesis: mientras la venta de entradas cayó 0,5 por ciento, los ingresos crecieron 20,8 por ciento.
Otro relevamiento, realizado por la Sociedad de Estudios Laborales (SEL), destaca que en 2008 ir al cine el fin de semana fue un 26% más caro que un año atrás. Incluso la platea de un teatro, que en julio de 2007 valía $ 55, ahora cuesta 80 pesos.
"Solía ir al cine o a cenar todos los fines de semana con mi novio. Ahora voy muy de vez en cuando. Preferimos quedarnos en casa y aprovechamos las promo 2 por 1 del videoclub del barrio", dice Marina Daró, de 25 años, que vive en Floresta y es empleada administrativa de una importante empresa internacional.
Mientras abre el paquete de su almuerzo, sentada en un banco de la plaza San Martín, Marina, que estudia en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), agrega: "Para peor, me aumentaron la cuota de la facultad y las expensas... Es una cuestión de prioridades".
Para los analistas, priorizar es la clave. "Las ventas en noviembre cayeron un 18 por ciento, por eso abundaban las promociones y rebajas en muchos negocios de barrio y shoppings. Sucede que la gente comenzó a recortar gastos en ropa y entretenimiento", explica Vicente Lourenzo, de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME). "El consumidor ha madurado. Ahora consume de manera diferente. Compara precios y busca ofertas", agrega el especialista.
Para Ana Borio, socióloga, la clave es analizar las ofertas. "A nivel cultural siempre va a haber opciones, más en Buenos Aires. Si no vas a los cines grandes, podés ir a las salas del Incaa. Si no vas al teatro de cartelera, vas al off . O si no, alquilás una película: todo el mundo tiene un DVD o una computadora donde ver los estrenos", dice.

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