lunes, 29 de agosto de 2011

Hay 80.000 matrimonios no consumados en el país


El día que se dieron ese beso largo no sabían que el suyo iba a ser un “matrimonio blanco”. Marisa y Julián se pusieron de novios durante el viaje de egresados, en Bariloche. Esa relación, adolescente, inaugural, duró siete años. Como sus creencias religiosas eran fuertes, postergaron el sexo hasta el casamiento. Y cuando menos lo esperaban, tenían la noche de bodas encima: “Tiré el ramo, nos subimos a una limousine y fuimos a un hotel de lujo. Nos habían regalado esa noche antes de que partiéramos de luna de miel. La deseábamos tanto...”, recuerda Marisa, de 36 años. Pero esa noche no hubo sexo y tampoco durante los cinco años que siguieron. Marisa y su marido llegaban al orgasmo masturbándose: no existía la penetración.
Los matrimonios no consumados, en los que no hay penetración vaginal por un tiempo prolongado después del casamiento, se dan más de lo que se piensa en el país. Según una estadística del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (CETIS), unas 80 mil parejas argentinas están atravesadas por este problema sexual. El CETIS monitorea el tema desde hace 21 años y ya evaluaron 453 casos.
En el 64% de las historias, fue la mujer la que manifestó que no quería o no podía ser penetrada .
Algunos matrimonios guardan el “secreto” durante mucho tiempo y lo sufren, pero en silencio. Otros, van a consultar recién cuando desean tener hijos y se dan cuenta de que, sin penetración, es imposible. Pero también están los que terminan con la anulación del matrimonio , como sucedió hace poco más de una semana en Rosario luego de que la esposa planteara en la Justicia que su marido era impotente y que así no podrían tener hijos. En el fallo, el juez de Familia Ricardo Dutto aseguró que los estudios indican que la mujer tiene “su himen intacto” y que “goza de plena aptitud sexual, de lo que se infiere que su cónyuge padece impotencia coeundi”. Esto significa que está imposibilitado de realizar el coito aun cuando existen todos los elementos para tener una erección. Según el varón, que negó padecer una disfunción eréctil, “antes y después de casarse se masturbaban mutuamente y sí había sexo oral, pero no penetración”.
El conflicto de base es que “el matrimonio blanco” no sólo bloquea la sexualidad de la pareja sino también el acceso a la maternidad y paternidad. Eso precipita la visita al especialista.
Según Juan Carlos Kusnetzoff, médico sexólogo y director del Programa de Sexología del Hospital de Clínicas, tanto en su consultorio como en el hospital las consultas por este tema crecieron alrededor del 15% en la última década. “Es un tema difícil de tratar. Las parejas vienen con vergüenza, muy incómodos”, señala Kusnetzoff.
¿Cuál es el disparador del acuerdo de no penetración? “Hay causas individuales que en la mujer pueden definirse como vaginismo , que es la contracción involuntaria de los músculos de la vagina, y la dispareunia , que es el dolor en la penetración. En el hombre se manifiesta con la eyaculación precoz y ladisfunción eréctil . En ambos pueden presentarse fobias sexuales”, responde León Gindín, sexólogo y titular del CETIS, y autor de un libro sobre el tema junto a Cristina Fridman.
Aunque el “problema” lo tenga uno de los integrantes, ambos validan el síntoma, se acoplan . Por eso el tratamiento, que en el 97% de los casos es efectivo, está apuntado a la dinámica de la pareja.
La ausencia de penetración en los momentos de intimidad de una pareja se vive como un pacto y los convierte en cómplices de una situación cuyo camino es el sufrimiento. Sin embargo, a pesar de que haya un acuerdo de no penetración, estos matrimonios tienen una sexualidad que incluye masturbación, juegos eróticos y caricias, lo que implica el goce. Silvina Valente, médica ginecóloga, sexóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), indica que en algunas parejas en las que no se da una relación sexual completa “es válida la práctica de sexo anal para evitar la penetración vaginal”.
“En un plano inconsciente, la mujer piensa al pene como un taladro que la va a lastimar. En el varón se presenta el temor a la ‘vagina dentada’, que le va a comer su pene. Para llegar a que un individuo experimente ese tipo de fobias sexuales hay que indagar en su educación, en la relación con su padre y su madre, en sus convicciones religiosas, que pueden ser extremas”, suma Elizabeth Rodríguez Floccari, psiquiatra y miembro de la (SASH). E insiste: “ La educación sexual en la escuela es una herramienta fundamental . La información debe ser clara, real y acorde a la edad. Hay mucho desconocimiento del propio cuerpo, sobre todo en las mujeres”.
En una sociedad altamente erotizada, en la que se valora a mujeres y varones de alto rendimiento sexual, hay lugar para preguntarse si los miembros de un matrimonio no consumado tienen relaciones por afuera de la pareja. La respuesta, coincidieron los especialistas, es no. Para Rodríguez Floccari, “es un acuerdo, un secreto compartido, y no es necesario satisfacer el impulso sexual en otros espacios”.


La importancia de un trabajo sobre el vínculo en terapia

Los problemas que llevan a una pareja a no consumar su matrimonio se deben a causas de orden psíquico, aunque no descarto en muchos casos causas físicas que determinen esta imposibilidad. Muchas parejas no comparten la intimidad sexual por diferentes motivos. Dos ejemplos: nunca fue un tema importante en sus vidas, no para todos la libido sexual tiene la misma importancia. Esos dos argumentos no sirven para determinar que tal pareja está enferma. En otros casos, la elección del otro para generar un vínculo está viciada de la neurosis que nos aqueja, es decir, de nuestra sexualidad infantil, que en muchos casos es un tema no resuelto en la vida adulta. A veces buscamos al hombre padre-madre-protector ubicándonos en un lugar infantilizado. También buscamos un hermano para compartir las experiencias de la vida, como lo hemos hecho en nuestra infancia a través de los juegos. El resultado que obtenemos es un matrimonio desexualizado o, mejor dicho, con una sexualidad no genitalizada. Estas situaciones requieren una revisión de nuestras subjetividades. La mayoría de las veces también requieren un profundo trabajo del vínculo en terapia de pareja con el sano intento de destrabarlo.
clarin.com

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