
Dr. Juan Casado
Desgraciadamente, muchos padres omiten esta responsabilidad de educar en  estos aspectos tan importantes para la vida afectiva y biológica de sus hijos,  omisión producida unas veces por vergüenza, desconocimiento, otras por auténtica  cobardía para enseñar algo tan natural como la alimentación saludable o el  ejercicio físico. Los colegios no son los únicos responsables de la educación  sexual, los padres delegan en los colegios y éstos muchas veces en las familias,  en consecuencia ni unos ni otros asumen este tipo de educación.
Otras muchas veces los padres inician tímidamente la información sobre el  sexo demasiado tarde, cuando sus hijos la han recibido por otros canales,  incluso la practican. Los canales de aprendizaje sobre las cuestiones  concernientes al sexo, de las que aprenden los niños y adolescentes,  generalmente son inadecuadas, tendenciosas, ocultas, obscenas o promiscuas. En  consecuencia muchos niños tienen una visión insana, prohibitiva, pecaminosa,  incluso enfermiza del sexo.
La masturbación, por ejemplo, es una actividad absolutamente normal en los niños  de cualquier edad, muchos lo hacen repetidamente en los primeros y posteriores  años de la vida. Algunos padres consultan alarmados pensando en que su hijo  tiene o tendrá alguna patología por ello, pero tan normal es masturbarse poco,  mucho o nada.
Lo verdaderamente anormal es reprender y acomplejar por esta actividad, que  repito es fisiológica. Por más enfado o represión que se ejerza sobre el niño,  continuará masturbándose pero con complejo de estar cometiendo un acto  prohibido, complejo que puede repercutir negativamente sobre su autoestima. Solo  cuando el niño pequeño se masturba en público, debe informársele que esto puede  molestar a algunas personas y por ello invitarle a ejercerlo en intimidad.
Los niños y niñas juegan a los médicos, se miran y se tocan, son juegos sin  contenido erótico, son juegos de aprendizaje que lo harán delante o detrás de  los padres. No es promiscuidad permitir este tipo de juego, más adelante  comienzan las verdaderas relaciones sexuales de los niños, mucho antes de los  que los padres creen, con miradas, diálogos, juegos, bailes y contactos físicos.  La incapacidad de la mayoría de los padres para detectar y afrontar la educación  sexual obliga a los niños y adolescentes a buscar cualquier fuente de  información, incluso pornografía.
Una encuesta anónima, realizada a estudiantes universitarios españoles, ha  puesto de manifiesto que las visitas a las páginas de sexo por Internet la  iniciaron a los 11 años, casi uno de cada tres encuestados visitaban esas  páginas entre los 11 y 15 años, más los que disponen de un ordenador personal  (63%), también en el ordenador familiar (37%), herramienta de la que dispone en  la actualidad la mayoría de los niños y adolescentes españoles (Miguel Labay y  cols. Rev Pediatr Aten Primaria 2011; 13:225-32). Es difícil o imposible que los  padres puedan controlar Facebook, Youtube, Twiter y otras redes similares. A  veces Internet facilita compañías inadecuadas. Internet es la mayor red de  pederastas del mundo.
Por eso recomiendo que ambos padres cuenten a sus hijos sus propias vivencias  y experiencias sexuales y afectivas, sus primeras dudas, los primeros amores con  los temores, miedos e inexperiencia. También la necesidad que tenían de que  alguna persona fiable, quien mejor que los padres, les hablara en un lenguaje  sencillo y cariñoso del tema. Es una ayuda que todos los niños y niñas demandan,  sin que los padres contesten, creo incluso que ni se enteran de esta  necesidad.
La educación sexual que les propongo no es un sermón, tampoco una lección  sobre ética o moralidad, es sencillamente recuperar sus recuerdos, abrir su  corazón, porque la misma sensación de incapacidad, impotencia y fragilidad en lo  relativo a los sentimientos y necesidades sexuales que tienen ahora sus hijos,  es la misma que probablemente tuvieran entonces sus padres.
Lo más difícil es encontrar el momento y las palabras adecuadas. Puede  iniciarse esta información incluso a través de preguntas sin respuesta, por  ejemplo en vez de interrogar si utiliza métodos anticonceptivos de barrera  (preservativo), puede transmitirse el mismo mensaje con la frase ¿tú sabes que  el único método de protección es el uso del preservativo?, lógicamente sin  esperar una respuesta.
Siempre es un buen momento para iniciar esta ayuda, durante las vacaciones  estivales, pueden aprovechar para contar a sus hijos sus historias personales,  este es el mejor camino para que escuchen a sus padres y aprendan sobre el sexo  a través de ellos.
elmundo.es
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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