viernes, 3 de abril de 2009

Las excursiones desnudas


APPENZELL ( The New York Times ).-
A los suizos les gusta guardar secretos, particularmente en los bancos. Pero en otros momentos son más abiertos, como en algunas excursiones, por ejemplo.
En los últimos años, se volvió una moda para un creciente número de suizos y algunos extranjeros, la costumbre de recorrer los Alpes sólo con un par de botas de trekking y algo de pantalla solar.
En 2008, el número de excursionistas desnudos aumentó hasta tal punto que las montañas a menudo parecían vivas , con todo tipo de sonidos, menos el del roce de los pantalones.
En septiembre, la policía de este pueblo montañoso detuvo a un joven excursionista, cuyos amigos lo identificaron como Peter, mientras daba vueltas sin nada de ropa, excepto botas de trekking y una mochila. Pero tuvieron que liberarlo, porque en Suiza no hay leyes en contra de hacer excursiones desnudos. El hecho alarmó a los padres de la ciudad de Appenzell, de 5600 habitantes, que se mostraron preocupados porque piensan que la ciudad podría convertirse en una meca nudista. Como la mayoría de las remotas regiones montañosas, se trata de un área conservacionista.
Durante siglos los granjeros aquí vivieron de su afamado queso Appenzeller y de un licor amargo que la mayoría, salvo sus fervientes admiradores, reconoce que tiene sabor a un jarabe vencido para la tos.
En 1990 las mujeres de Appenzell tuvieron derecho a votar, décadas después que en otras regiones suizas.
Los oficiales hacen pensar en lo que pasaría si una familia con chicos estuviera haciendo una excursión y se encontrara con un grupo de gente desnuda. Además, el nombre de Appenzell está apareciendo con frecuencia problemática en blogs y salas de chat de entusiastas del nudismo.
"No estamos en Canadá, donde uno puede andar horas por bosques interminables", compara Markus Dörig, de 49 años, vocero del gobierno local, con un gesto de exasperación. "Aquí uno se encuentra con gente cada cinco minutos. Es algo molesto", agrega.
Konrad Hepenstrick dice que él casi nunca encuentra a gente que se siente molesta. "Uno los saluda y ellos saludan. En invierno, por supuesto, muchos preguntan: ¿No tiene frío?", detalla, mientras almuerza un plato picante en un restaurante en lo alto, en las laderas de la ciudad. Una nevada fuera de estación nubla la vista de los picos más cercanos, y se anulan los planes de un paseo sin ropa con este reportero.
Hepenstrick, de 54 años, es un arquitecto que adora salir de excursión en grupo. En invierno, cuenta, anduvo durante horas a temperaturas bajísimas, pero acepta que son necesarios un gorro y unos guantes. Hizo excursiones desnudo a lo largo de unos 30 años, dice, y cruzó las colinas y montañas de los alrededores de Appenzell, pero también de Francia, Alemania, italia, y hasta los Apalaches.
Su mujer, maestra, también hace excursiones, aunque no tan naturalmente. Entonces, le pregunto: "¿Por qué se saca la ropa?" "No hay mucho de qué hablar. Es libertad. Primero, libertad en la cabeza; después, libertad en el cuerpo", sintetiza.
Mientras algunos suizos expertos en leyes argumentan que prohibir el nudismo en público sería inconstitucional, el gobierno fue más que cauteloso al responder a los excursionistas. Se elaboró un proyecto legislativo que, si entra en vigor, dejaría fuera de la ley "el comportamiento abusivo que ofende las costumbres y la decencia", pero es probable que no sea aprobado. Daniel Kettiger, un experto en leyes, publicó un informe de seis páginas, el mes último, titulado Los hechos desnudos: en la persecución criminal de la excursión desnuda; se señalaba que en 1991 Suiza había establecido una ley que prohibía el nudismo en público.
"Estar simplemente desnudo, sin ninguna connotación sexual, ya no es ilegal", indica Kettiger por teléfono. "En esa época había una ola de nudismo", agrega. Interrogado sobre si él fue un excursionista, Kettiger contesta "Sí, pero nunca desnudo", y esgrime sus razones: "Primero, está el peligro de quemarse con el sol, y también hay garrapatas en todos los Alpes, que transmiten Boreliosa, o la peste de Lyme.
El ministro de Justicia de Appenzell, Melchior Looser, está seguro de que puede redactarse una ley que obligue a los desnudos a vestirse. "Creo que la medida funcionará en tanto la hayamos creado", dice Looser, de 63 años. Los infractores tendrían que pagar una multa de 170 dólares.
Le gustaría tener la ley en primavera, cuando los excursionistas suban otra vez a las montañas. Pero reconoce que debe ser aprobada por la gran asamblea del pueblo, reunión de todos los ciudadanos en edad de votar que se produce una vez por año en la plaza principal, agendada para el 26 de abril. Lo que llegue a pasar no está asegurado.
Hans Eggimann cree que será promulgada. "Alrededor de mi casa, ando desnudo. Pero afuera me pongo los pantalones", aclara Eggimann, de 57 años, hombre de gran contextura física, dueño de un importante negocio de quesos del centro.
Otros no están tan seguros. "Mucha gente de Appenzell que conozco dice que esto no le molesta", advierte Alessandra Maselli, que trabaja en un almacén de productos alimenticios secos cerca del emporio quesero de Eggimann. "Diría que hay una mitad a favor y la otra mitad en contra, con una leve mayoría a favor de la ley", explica.
Desde su librería, Caroline Habazin, de 46 años, cuenta que esta controversia les dio a todos buen material para reírse en el desfile de carnaval del mes último. Un grupo presentó un hombre y una mujer excursionistas en enterizos de color piel, con brazos, piernas y traseros rellenos al mejor estilo esteroide, aunque las partes pudendas del hombre estaban cubiertas por falsas hojas de parra.
Su colega, Edith Sklorz, de 48 años, se asombra y dice: "Puedo entender que alguien quiera nadar desnudo. Pero no ir a la montaña". Lo que la ofende es el gusto del gobierno por responder a los nudistas con una ley. Hace poco, el vecino pueblo de Gossau prohibió escupir en público, cuenta, y ahora llega una ley para prohibir a los excursionistas que se desnuden. "Para cada cosita hay una ley", se indigna.
John Tagliabue

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