sábado, 19 de noviembre de 2011

La violencia machista ya mata a una mujer por día


Quemada. Acuchillada. Degollada. Perforada por una bala. Ocurre prácticamente a diario: una mujer es asesinada por un hombre al que alguna vez amó y que acaso también sea el padre de sus hijos. La mayoría de estas mujeres asesinadas son madres y así, en esta espiral de locura y muerte, hay chiquitos que quedan huérfanos de un día para el otro. Chicos que no sólo son testigos sino también partícipes de una vida llena de violencia que culmina con una mamá enterrada y un padre preso o prófugo. Chicos marcados para siempre. Y que a veces vuelven a ser criados por esos hombres violentos. Femicidio no sólo son mujeres muertas. Son familias enteras rotas por relaciones absurdas y demenciales.
Las únicas estadísticas que hay son del Observatorio de Femicidios en Argentina de la Sociedad Civil Adriana Marisel Zambrano (una víctima). Dicen que en el primer sementre de 2011 murieron 151 mujeres, un 20% más que el año pasado. En la Casa del Encuentro, está Ada Rico. “Los femicidios siguen incrementándose”, dice apesadumbrada. Y cita el último 19 de octubre.
Ese día hubo cuatro mujeres asesinadas por hombres enfurecidos . “La víctima es la mujer, pero todo su entorno queda afectado. Por cada asesinato hay muchas vidas involucradas”, explica Ada como si hiciera falta .
No sólo aumentan las muertes. También aumentan las denuncias sobre violencia de género. Lo muestran los registros de las oficinas y comisarías de la mujer, que se están multiplicando en todo el país. De a poco, el tema se instala. La mujer se anima. Y denuncia.
Ahora nomás en Buenos Aires se hace el 3° Congreso Internacional de Violencia, Maltrato y Abuso. La psicóloga María Beatriz Müller preside el Comité Organizador: “Siempre se hace hincapié en la víctima, revictimizándola una y otra vez. Hay que dar un giro e indagar en el perfil de los victimarios. ¿Quiénes son? ¿Por qué actúan así? ¿Por qué reinciden? Es hora de estudiarlos a ellos”.
Son hombres violentos que empiezan con el desgaste psicológico, siguen con las piñas y terminan con fuego, cuchillos o cualquier arma que tengan a mano. “Son situaciones tremendas para la mujer. Tiene que estar muy preparada para denunciarlo. Sabe que si no tiene un golpe o una marca ni la escuchan. Y hasta le dicen que no le conviene, que si demoran al marido no le va a dar plata y los hijos se van a morir de hambre... O que va a volver a la casa más enfurecido aún por la denuncia”, dice Ada. Ella propone más campañas de concientización, capacitaciones con perspectiva de género para las personas involucradas en la atención de la mujer (policías, enfermeras, médicos), un subsidio temporal y crear más refugios para amparar a la mujer y sus hijos si no tiene donde ir. “ El lugar más inseguro para una mujer es su casa ”, dicen Ada y las estadísticas.
“Hay mucho por hacer desde la prevención -asegura Gimol Pinto, de Unicef Argentina-. Se debe trabajar en el sistema educativo, en los servicios de salud, en los mensajes de los medios de comunicación. Hay que fomentar hablar del tema y desnaturalizar el círculo de violencia. No se deben silenciar las primeras manifestaciones. Hay que apoyar el proceso y lograr que en el habla no se revictimice a la mujer”. Unicef apoya varios programas, como “Vivir sin violencia”, del Ministerio de Educación. Pinto habla del gran tema: la persistencia de la cultura patriarcal . Y Silvia Larrufa -directora de Coordinación de Políticas de Género del Ministerio de Seguridad y Justicia bonaerense- lo retoma: “Es fundamental reflexionar sobre la perspectiva de género para cambiar la cultura patriarcal que sigue vigente. Debemos lograr una sociedad de iguales”. Explica que en provincia hay 35 oficinas de atención a víctimas de violencia y 44 comisarías de la mujer.
En el Congreso, siete proyectos piden que la figura del femicidio entre al Código Penal. Más allá de los matices, la idea es que el homicidio cometido en razón de género sea agravado. Es decir, que la pena siempre sea prisión perpetua.

Desde el tango a los Wachiturros, hay canciones polémicas


“Las historias, coplas, canciones y refranes reunidos en este libro no son infantiles, aunque muchos han cumplido, por añadidura, la función de educar a niños y jóvenes de ambos sexos, enseñándoles a temer y desconfiar de ese ser extraño, incomprensible, tan útil y necesario y al mismo tiempo tan difícil de controlar como las cabras y las mulas: la mujer”, escribió Ana María Shua en “Cabras, mujeres y mulas. Antología del odio/miedo a la mujer en la literatura popular”. En su selección pueden leerse, por ejemplo, viejos proverbios de todo el mundo: Porque te quiero te aporreo; La mujer, el burro y la nuez, para aprovecharlos hay que golpearlos; Golpea a tu mujer el día de la boda y tendrás un matrimonio feliz; Golpea a una mujer con un martillo y encontrarás oro . Y muchos más.
Se sabe, hay letras de tangos que consolidaron y legitimaron el machismo y la violencia de género, a tal punto que algunos temas se hicieron famosos precisamente por eso: “Justo el 31”, donde la mujer es denigrada al nivel de un chimpancé; “A la luz del candil” (“ las trenzas de mi china, las traigo en la maleta..
.”), “Amablemente” ( “Y luego, besuqueándole la frente/con gran tranquilidad, amablemente/le fajó treinta y cuatro puñaladas ).
No hay género musical que escape en algunas letras al machismo: “ Si te agarro con otro te mato/te doy una paliza y después me escapo ” (Cacho Castaña). El bolero, el rock, el reggaeton, el folclore (“ Que le voy a hacer a esa mujer/Que le voy a hacer/… la voy a matar… la voy a mata r”, cantan Los Tekis), la cumbia (“ Déle, déle nomás/Con el garrote, que le va a gustar ”). Incluso hoy hay letras denigrantes escritas por manos muy jóvenes. “Tirate un paso” de los Wachiturros, es un ejemplo: “ ella quiere látigo turro dame látigo/ella quiere látigo turro dame látigo/látigo látigo”. “ Proyecto esencial” es un grupo de chicos de la zona norte. Ellos dicen que sus letras son de amor... “maniático compulsivo”, como “Arderás”....

Víctimas



MATRIZ

El femicidio –término usado por primera vez en 1976 en un Tribunal Internacional de Crímenes contra mujeres– tiene una matriz cutural. Es la forma más extrema de la violencia ejercida por el hombre en su deseo de obtener poder, que pone a la mujer en un lugar de desventaja. La que muere forma apenas la punta de un iceberg. Abajo queda la otra violencia, la institucional, porque la obligación del Estado es garantizar la vida de las que ya denunciaron maltratos. Ninguna muerte es una casualidad: hay una estructura que la sostiene. Si no, ¿por qué esta semana un juez le bajó la pena a un hombre que asesinó a su mujer “porque ella lo provocó”? ¿Y por qué el ex titular del INADI de La Rioja seguía tomando denuncias de mujeres maltratadas a pesar de que él mismo había sido acusado de ese delito? Hoy, su esposa está internada con el 30% del cuerpo quemado.

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