miércoles, 30 de noviembre de 2011

Mascotas virtuales: ¿reemplazan a las reales?


¿Te acordás del Tamagotchi? Los ´90 marcaron el éxito de esa mascota virtual con forma de llavero, que debíamos cuidar para asegurarle una subsistencia. Hoy cuenta con descendientes que “viven” en las wii y en las consolas portátiles. Por supuesto, son más complejos que los de antaño: ahora vienen interactivos y en tres dimensiones.
En la pantalla se simulan figuras de perros y gatos. Se los puede bañar, dar de comer, hacerlos jugar, acariciar… Todo, con el cuerpo o las manos de los propios usuarios. La mascota reconoce los movimientos y, en algunos casos, también la voz.  
Entre los videojuegos más novedosos está Nintendogs+cats. Gracias a su realismo, el Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid lo está usando como herramienta para evaluar a los aspirantes a adoptar un animal. (Mirá el VIDEO)
Real vs. virtual
Tiempo atrás se veía a los videojuegos como enemigos del desarrollo infantil, pero ahora les encontraron un costado pedagógico. “El espacio que construye el niño cuando juega le da destrezas y capacidades que utilizará en el futuro. Así, las mascotas virtuales ayudan a que aprenda sobre valores como la  responsabilidad y la empatía, entre otros, brindándole herramientas para aprender a cuidar mascotas reales”, cuenta la psicóloga Marisa Russomando, directora de Espacio La Cigüeña.
Incluso, el aprendizaje puede ser mayor que si se trata de un perro real, porque el niño hace cosas que suelen estar a cargo de los padres. “La mascota virtual depende exclusivamente del cuidado de los chicos. Ellos son los únicos que se ocupan de su alimentación y limpieza, algo que les enseña a ser más responsables", señala Russomando.
Por supuesto, las mascotas reales cuentan con beneficios extras. Potencian las habilidades sociales y de aprendizaje y mejoran la parte afectiva. Además, está demostrado que quienes conviven con animales domésticos tienen menor riesgo de sufrir alergias, menor ausentismo escolar y fortalecen su sistema inmune.
Pero la mayor diferencia está en lo afectivo. Detrás de una pantalla, un perro o un gato no brinda cariño, compañerismo y alegría por el otro. Tampoco son una fuente de apoyo donde los niños expresan sus temores, ilusiones y preocupaciones. Para que eso pase, necesitan una de esas mascotas que devuelven pelotitas, los llenan de pelos y los despiertan cada mañana con un lengüetazo.
¿Pensás que las mascotas virtuales pueden reemplazar a las reales?
entremujeres.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo estoy en contra de las mascotas virtuales