viernes, 6 de agosto de 2010

Siete de cada diez argentinos creen que los milagros existen

La mayoría de los argentinos cree en milagros. Siete de cada diez, para ser más precisos, según una investigación realizada por una universidad privada en grandes ciudades del país. No sólo creen, sino que además lo viven: más de la mitad de los consultados respondió que se sintió en presencia de un milagro alguna vez en su vida. Creer o reventar.
El trabajo indaga sobre las creencias religiosas de los argentinos, y empieza por señalar que el 90% de los encuestados cree en Dios. De las ciudades que participaron en el sondeo, Corrientes resultó la más creyente, el 97,1 % de los encuestados; la Capital Federal, en cambio, resultó la más escéptica, aunque de todos modos muestra un 85% de religiosos.
En tanto, los más creyentes resultaron ser quienes completaron estudios secundarios (el 96,3% de ellos), y los que terminaron sólo la primaria (96,2%). El índice baja a 85% entre quienes completaron estudios universitarios.
La encuesta fue realizada por la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES 21) entre 1.027 hombres y mujeres de 18 a 70 años de la Capital Federal, Tucumán, Corrientes, Mendoza, Comodoro Rivadavia, Córdoba y Rosario. Según los responsables del estudio, la muestra es representativa de la población de las grandes ciudades del país, y constituye una buena aproximación a las creencias religiosas del total de la población argentina.
Para Fortunato Mallimaci, que desde el Conicet dirigió en 2008 la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, lo novedoso del trabajo de la UES 21 es que muestra que hay creencias que se expanden por toda la sociedad argentina. “Por ejemplo –dice Mallimaci–, los profesionales que pasaron por la universidad ‘creen’ (un poco menos, pero nada significativo) como el resto de los argentinos en los milagros. ¿Será que son manipulados y engañados, o será que hay diferentes esferas de racionalización, cada una con sus sagrados y sus dioses, que atraviesan todas las clases sociales?”.
El 71,8% de los consultados dijo creer en los milagros. Dentro de este grupo, aparecen creyendo en ellos más las mujeres (77,4 %) que los hombres (65,7 %), y más quienes no tienen estudios o tienen la primaria incompleta (86,7 %) que los que terminaron la universidad (65 %).
A su vez, el 52,9 % de la muestra dijo haberse sentido en presencia de un milagro alguna vez. Y cuando se les pidió que lo mencionaran, un 46,8% de ellos se refirió a una persona que se curó de una enfermedad grave, un 13,4% “a la vida misma/el nacimiento”, y casi el 10 % a “personas que sobrevivieron a un accidente”.
Para Mallimaci, que los milagros más señalados sean curaciones, “es un dato que muestra la enorme crisis de los sistemas de salud, hoy privatizados y donde reina la ley del mercado capitalista”.
A su vez, el especialista resalta que hoy se vive en sociedades capitalistas que están en procesos continuos de secularización (alejamiento de lo clerical). Y señala que la secularización se vive también cuando conceptos “sagrados” de la tradición judeo cristiana pasan a formar parte de las propias interpretaciones en la vida familiar, política, social o simbólica. “Son categorías que ya no tienen esos antiguos ‘dueños’ –afirma–. Lo vivimos semanas atrás con el concepto matrimonio, cuando la sociedad política decidió que es una nominación del Estado más allá de que haya religiosos que lo crean suyo”. Para Mallimaci, en el estudio de la UES 21 sucede lo mismo con varios de los conceptos sobre los que se pregunta. “Han dejado de pertenecer a una religión y los ciudadanos hacen uso de los mismos según sus creencias, intereses y decisiones”.
Por su parte, César Ceriani Cernadas, también del Conicet, dice que desde el punto de vista de los creyentes, los milagros, caros a la tradición cristiana pero también afines a muchas otras cosmovisiones, siempre tienen un fin concreto, como curar una enfermedad o sobrevivir a un accidente. “El milagro expresa así la posibilidad de otorgar un sentido a la ventura inesperada que encierran ciertos fenómenos socioeconómicos y culturales”, explica. Y agrega que se trata de una categoría que atraviesa identidades sociales.

La religión y la ciencia
Explica monseñor José Bonet Alcón, de la Conferencia Episcopal Argentina, que un milagro es una intervención de Dios por encima de las leyes de la naturaleza . Y agrega que los milagros siempre son realizados por Dios, aunque a veces los lleva a cabo a través de alguien. Aparecen en el evangelio con Jesucristo, que cura y resucita. “Todo eso lo hizo buscando un fin superior; devuelve la vista al ciego para que pueda ver a Dios, y da la voz al mudo para que hable con él. Jesús hizo esos milagros movido por la compasión, pero buscando un fin más alto, y para probar que puede perdonar los pecados”, señala Bonet Alcón.
En tanto, para Daniel Dei, (filósofo y escritor), un milagro no es necesariamente una ruptura del orden natural, porque el orden natural es, si se quiere, también obra de Dios. “El milagro es la revelación de una realidad que puede haber estado allí siempre pero que se hace presente en un momento especial para resignificar nuestras existencias”, dice Dei. Se trata de un fenómeno que “asombra”, y que, sobre todo, interpela. “ Que exige un intérprete . Nada puede ser igual desde entonces, pues es un signo de la potencia de lo numinoso (referido a un poder misterioso) y sagrado en nuestra vida, pero que de ningún modo es extraño a ella, ya que la vida es un milagro, un hecho significativo”, señala Dei.

La biblia fue mi escudo
El auxiliar evangélico Mauricio Sonez Condorí (39) está convencido de que Dios puso a prueba su fe, cuando en una ceremonia religiosa en la iglesia Evangélica Cristiana de su pueblo se salvó de morir en medio de un tiroteo durante un asalto.
Ocurrió en junio de 2009, en la zona rural de Rodeo del Medio, a 35 km. de la capital mendocina. Sonez Condorí estaba en el altar con la Biblia en la mano, entonando los cánticos y agradeciendo “la bendición de la vida”. En ese instante ingresó al templo un ladrón con revólver más interesado en cuestiones terrenales. Recorrió los pasillos con su arma apuntando a la cabeza de los fieles y exigió a los gritos las billeteras y teléfonos móviles.
El auxiliar de pastor no se inmutó, siguió con sus rezos. “Sentí una voz celestial que me decía: usted no deje de cantar”, contó Sonez Condorí a Clarín. Y así fue que el ladrón se puso cada vez más violento y comenzó a disparar tiros al aire. Desde el altar, el auxiliar levantaba cada vez más el sonido de su voz con sus plegarias a Jehová. De pronto entraron dos feligreses y el ladrón pensó que se trataba de una trampa. Creyó que lo habían descubierto y comenzó a disparar contra Sonez Condorí, que seguía de pie en el altar. El arma apuntaba al pecho del auxiliar y una bala que iba derecho a su corazón golpeó en la Biblia que sostenía en sus manos y desvió su recorrido: apenas le rozó un brazo.
La Biblia quedó rota por el impacto de la bala. “Recién cuando vi que estaba sangrado dejé de cantar. Fue mi escudo, pero nunca intenté defenderme con el libro sagrado. “Fue un milagro de Dios. El está todo el tiempo conmigo”, dijo Sonez Condorí, que siempre dedica una parte de su día a orar, incluso mientras trabaja en la cosecha de verduras.
ROXANA BADALONI (MENDOZA)

Movilizados por las lágrimas
Comenzó a la siesta del viernes 11 de junio último. Alguien vio un hilo de algo que parecía sangre sobre el rostro de Jesús (foto) en una representación de la Ultima Cena que ornamenta el altar del Oratorio del Sagrado Corazón en Yerba Buena, municipio del oeste del Gran San Miguel de Tucumán. “El Jesús del oratorio llora sangre”, se corrió la voz. Al rato eran centenares los agolpados para ver el “milagro”. A la noche pasaban los mil. El domingo el párroco Jorge Gandur tuvo que oficiar una misa en la calle para más de 5.000 fieles, y se formaron dos largas colas para ver la imagen, una formada por enfermos y minusválidos, muchos en sillas de ruedas o con muletas. El padre Gandur pidió que los datos sobre el asunto se presenten “por escrito, bajo escribano” y aclaró que puso todo a disposición de la Policía Científica. “Si es algo obrado por Dios, tendrá continuidad, y si es de los hombres se desvanecerá”, advirtió.
RUBEN ELSINGER (TUCUMAN)

clarin.com

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