viernes, 3 de abril de 2009

Más del 80% de los mayores de 65 tienen déficit de vitamina D


Nora Bär
LA NACION
No todos los argentinos mayores de 65 años tienen balances deficitarios en sus cuentas bancarias. Sin embargo, casi todos -
entre el 82% de los que viven en el norte del país y ¡el 98%! de los que lo hacen en el Sur- tienen organismos deficitarios, ya que carecen de los niveles adecuados de vitamina D.
Esta es una prohormona a la que cada día se le descubren más y más importantes funciones, no sólo en la prevención de la osteoporosis y de las caídas propias de la vejez, sino además, en la disminución del riesgo de enfermedades como el cáncer, la diabetes o la esclerosis múltiple
.
Estos números surgen de un trabajo de la Asociación Argentina de Osteología y Metabolismo Mineral y encienden una luz roja de alarma.
Realizado al final del invierno en siete ciudades de los cuatro puntos cardinales de nuestro territorio (Buenos Aires, Mendoza, Tucumán, Corrientes, Bariloche, Comodoro Rivadavia y Ushuaia), mostró que adultos mayores, clínicamente sanos, no sólo tienen deficiencia de vitamina D, sino que además ingieren, en promedio, menos de la mitad del calcio recomendado (500 mg diarios, aunque deberían ingerir 1200).
"Aunque las deficiencias atraviesan todos los niveles económicos, en el grupo de Buenos Aires pudimos ver que el mayor porcentaje de niveles inadecuados se da en el sector de menores recursos -explica la doctora Beatriz Oliveri, endocrinóloga, especialista en metabolismo óseo, investigadora del Conicet y presidenta de la asociación que lideró el estudio-. Son los que menos se exponen al sol y menos calcio y menos alimentos con vitamina D ingieren. Son también los que tienen mayor morbilidad."
Investigaciones realizadas en los últimos veinte años muestran que esta especie de piedra Rosetta del metabolismo cumple un papel fundamental en el delicado equilibrio que hace posible la salud.
Niveles adecuados de vitamina D promueven la absorción de calcio en el intestino, que a su vez preserva la conducción nerviosa y la función muscular. Por su parte, niveles adecuados de calcio evitan la acción de la parathormona, que se lo quita a los huesos (aumenta la resorción ósea).
"El esqueleto es el gran reservorio de calcio, donde se guarda el 99% del que tiene el organismo. Como a éste le «interesa» mantener niveles normales de calcio, cuando son bajos se lo saca a los huesos con la parathormona
-explica Oliveri-. Es un círculo vicioso que hay que cortar, y una forma de hacerlo es con niveles altos de vitamina D."
Como es fácil advertir, preservar esta "cascada" de eventos metabólicos permite reducir el riesgo de sufrir algunos de los problemas que más impacto tienen en la calidad de vida de las personas que transitan por esta franja de edad: las caídas y fracturas que, según indican los especialistas, no sólo dependen de la solidez de los huesos, sino también de la fuerza y aptitud de los músculos.
Esto es lo que mostró otro estudio realizado en el Hospital de Clínicas como parte de un proyecto del Conicet. "Medimos los niveles de vitamina D y la función muscular en mujeres mayores de 65 -cuenta Oliveri- y pudimos comprobar que las que tenían niveles disminuidos de la vitamina (menos de 20 nanogramos por mililitro) tenían peor rendimiento en las pruebas de función muscular, que consistieron en tomarles la velocidad al caminar, al levantarse y sentarse en una silla, y evaluar el equilibrio. Después, a un grupito le hicimos suplementación con altas dosis de vitamina D (5000 unidades diarias, cuando la habitual es de entre 400 y 800 unidades), y vimos que a los seis meses habían mejorado su función muscular. Con niveles adecuados de vitamina D hay menor número de caídas."
Este trabajo fue distinguido con el Premio Doctor Alfredo Navarro como el "de mayor proyección en el desarrollo de la medicina" en el Hospital de Clínicas.
Cómo se obtiene
Aunque la mayor parte de las vitaminas proviene de los alimentos, la vitamina D se elabora en respuesta a la radiación ultravioleta. "Se encuentra sólo en algunos alimentos, como los pescados grasos (salmón y arenque), la yema de huevo, algunos hongos o los lácteos suplementados -detalla Oliveri-.
En el estudio sobre hipovitaminosis en mayores de 65, los que consumían estos alimentos más de tres veces por semana tenían niveles algo mejores, pero todavía insuficientes.
"También tenemos que tener en cuenta que mientras para producir vitamina D necesitamos estar al sol, los dermatólogos nos indican que demasiado sol puede aumentar el riesgo de cáncer de piel. Lo prudente, en esta latitud, es exponer brazos o piernas unos 20 minutos fuera de los horarios pico y sin pantalla. El problema es que los mayores de 65 se exponen menos al sol y su piel produce entre 60 y 70% menos de vitamina D que un joven expuesto a la misma radiación ultravioleta. Por eso, en el caso de los mayores, es conveniente suplementar, bajo supervisión médica",
señala.
Y agrega que las dosis adecuadas dependen de cada individuo, de su edad, del estado de su esqueleto, de sus antecedentes familiares, de sus hábitos de vida y de otros factores de riesgo. "Si es necesaria, en principio, la suplementación debería ser continua -dice Oliveri-, pero siempre vigilada por el médico, porque igual que la vitamina A, una cantidad excesiva de vitamina D puede intoxicar."

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