Cuántas veces tratamos de torcer el metal. Cuántas veces peleamos por revertir una situación. Cuántas veces esperamos del otro aquello que nunca llega. Cuántas veces vivimos pendientes o insatisfechos de lo que no tenemos o logramos. Cuántas veces la vida pasa mientras perdemos el tiempo enojados por culpa de lo que nos gustaría que fuese distinto. Cuántas veces nos creemos condenados a que todo eso nunca va a cambiar.
No se trata de perder las esperanzas, ni de aguantar o resistir. Ni mucho menos de resignarse. Sólo se trata de aceptar, de darnos cuenta de que no tenemos el control, de que no podemos vivir intentando modificar aquello que no es como esperamos. Aceptar es entender que las cosas son así, al menos por hoy, en este momento.
Recuerdo cuando ansioso por el reconocimiento y el progreso, alguien con mucha más experiencia me dijo: "Es tiempo de hacer la plancha y esperar, ya hiciste todo lo necesario."
Aceptar no siempre se trata de que haya que cambiar de planes, aunque a veces todo fluye cuando dejamos de persistir, obstinados y omnipotentes. Tampoco se trata de subordinarse a los planes del otro. Aceptar es atreverse a la experiencia de ser, pensar o sentir como podamos o creamos conveniente en este instante. Muchas veces, por culpa o temor a quedar excluidos, nos adaptamos a las decisiones de aquellos de los que, en definitiva, esperamos una (falsa) aceptación.
Aceptar es un compromiso con nosotros, con este pensar y sentir, en este momento de la vida. Aceptar es hacernos cargo de nuestras ideas y palabras, de nuestra elección y, claro está, la de los otros por más desencontrados que podamos estar.
La teoría de la aceptación y el compromiso nos invita a vivir sin viajar al pasado ni al futuro para no perder el foco. Y aunque en este tramo nos toque sufrir, poder experimentar sin lamentos nostálgicos ni temerosos o ansiosos lo que será.
Aceptar es, en función de los mapas y los tiempos, sintonizar con este sentido de realidad, con este presente, con esto que pasa aquí y ahora.
"Aceptar significa enfocar nuestra vida fuera del microscopio que nos centra en nuestro dolor, ampliando así nuestro campo de visión, sin dejar de ver nuestras molestias", dice el psicólogo español José Antonio García Higuera.
Libera pensar que cuando logramos aceptar, dejamos de ser una fuerza de choque y, con lo que tengamos y lo que podamos, nos animemos a vivir respirando estos aires, a conciencia plena, sin dejar que todo quede en manos de los caprichos del mal tiempo. Después de todas las tormentas sale el sol. Si hoy está lloviendo, habrá, entonces, que salir a caminar bajo la lluvia.
Por Eduardo Chaktoura - El autor es psicólogo y periodista .
lanacion.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario