El sistema inmunitario es uno de los pocos del organismo que tiene memoria: recuerda a qué patógenos ha sido expuesto, y eso le permite reaccionar antes ante una infección. Esta es la base de tratamientos tan extendidos como las vacunas. Y este principio está detrás de un principio del que se lleva hablando años, y que un estudio con ratones ahora confirma: la hipótesis de la higiene, esa que, de una manera general, dice que los niños actuales, como se desarrollan en entornos excesivamente limpios, están más expuestos de mayores a ciertas enfermedades infecciosas. De alguna manera, la idea es que conviene que el sistema de defensa esté entrenado, y que mientras antes se empiece, mejor.
Un trabajo que publica Science confirma –y, sobre todo, acota- esta idea. En concreto, la investigación que ha dirigido Torsten Olszak, de la división de Gastroenterología, Hepatología y Endoscopia del Brigham and Women’s hospital de Harvard (Boston, EE UU), se ha centrado en ratones y ha medido su evolución de adultos. La base es que ya hay mediciones de un aumento de procesos como el asma o algunos inflamatorios, sobre todo los de tipo autoinmune, en seres humanos. Y lo que se ha estudiado es qué factores pueden influir en este aumento.
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En el trabajo se ha seguido la evolución de ratones criados en ambientes estériles (lo que los científicos denominan GF, o germ free), y han medido la acumulación de unas células clave del sistema inmunitario: los linfocitos T asesinos, que son los encargados de eliminar los patógenos que entran en el organismo. Al no tener actividad, estos compuestos se acumulan en algunos tejidos, como el colon y los pulmones, donde desencadenan una respuesta que aumenta los procesos inflamatorios. Cuando luego a esos ratones se los colonizaba con una colonia de microbios controlada, como los propios del sistema digestivo, se mantiene el desarreglo, lo que lleva a que haya una mayor incidencia de estos procesos inflamatorios.
En cambio, cuando se hacía el mismo proceso con ratones parcialmente expuestos a microbios pero no a algunos (los denominados SPF, specific patogen free), la regulación de los linfocitos T era mejor, y se evitaban problemas de adulto. La conclusión es que “los resultados indican que la exposición temprana a microbios tiene efectos importantes, duraderos en la sensibilidad del sistema inmunológico a la inflamación”.
Los matices en este trabajo son importantes. Los ratones con los que se trabajó están libres de gérmenes en el entorno, pero también, por ejemplo, en su interior (la denominada microbiota que coloniza el sistema intestinal, por ejemplo). Y esta característica es imposible de cumplir en seres humanos, incluso en el caso de las medidas más extremas de higiene.
También mide una reacción muy específica: los procesos inflamatorios regulados por la sobreexpresión de linfocitos T. Es decir, no sirve para otros procesos infecciosos. Pero el trabajo apunta el mecanismo implicado en las alteraciones de la respuesta inmunitaria, y explica el proceso por el que la respuesta inmunitaria se va regulando desde los primeros momentos de la existencia. Eso sí, se trata de un ensayo controlado. Porque exponer sin una supervisión a crías o bebés a patógenos sigue siendo peligroso.
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