sábado, 12 de noviembre de 2011

Las vacaciones perfectas, según la economía freak


Además del tipo de cambio, del precio de las carpas y de la probabilidad de demoras en los vuelos, existen otras variables a tener en cuenta a la hora de planificar las vacaciones ideales. La economía no tradicional tiene algunos consejos para dar al respecto: arme un viaje corto, de no más de una semana; en lo posible a algún sitio que no conozca, cuide su salud especialmente entre el segundo y el tercer día del veraneo y guarde la mejor excursión o experiencia para la última jornada.

Con el aporte de las ciencias cognitivas y fondos del sector del turismo, la economía de la felicidad encontró en los períodos de vacaciones un campo muy fertil para testear hipótesis. Algunos de sus descubrimientos más recientes pueden servir a la hora de pensar alternativas para el verano:

Curva de la risa: No todos los días son iguales durante un receso del trabajo. Son los economistas holandeses los que picaron en punta para descubrir una suerte de “curva de la felicidad en las vacaciones”, que se verificó con consistencia en muestras de más de mil casos. Jeroen Nawijn, de la universidad de Ciencias Aplicadas NHTV Breda, halló que nuestro estado de ánimo tiende a ser bastante malo en el primer 10% del viaje, luego sube lentamente hasta alcanzar un pico el día anterior a volver a casa.

La comezón del segundo día: Philip Pearce, de la Universidad James Cook de Australia, realizó un estudio entre los turistas que visitaron la gran barrera de coral. Descubrió que durante el segundo y el tercer día de las vacaciones aumenta la propensión a enfermarse (contraer alergias, cansancio, infecciones, etc). Según Ad Vingerhoets, un experto en calidad de vida holandés, esto no sólo se debe a la ingesta de alimentos no habituales sino también a un “malestar del ocio”. “La gente con esta tendencia se enferma sólo en fines de semana y en vacaciones, y nunca en los días de trabajo”, explica.

Memoria, la clave: Lo que vale en términos de felicidad duradera y de decisiones futuras no es la experiencia del veraneo en sí, sino la memoria de esa experiencia. El premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, padre de la economía del comportamiento, lo planteó como una “trampa cognitiva”: si a una persona le borran del cerebro los recuerdos del veraneo ni bien termina el viaje y la memoria de la cámara de fotos, seguramente no elegiría vivir esa experiencia y se quedaría en su casa sin gastar plata. El problema es que la memoria suele ser engañosa: está demostrado, por caso, que el recuerdo de unas vacaciones está influenciado por las expectativas que se tenían a priori del viaje en cuestión.

Cierre a toda orquesta: “La suma de tiempo de vacaciones equivale a un incremento muy marginal en la memoria de la experiencia”, explica Martín Tetaz, profesor de la UNLP y experto en el cruce de economía con psicología. Esto es, dos semanas en el Caribe no se corresponden con el doble de “felicidad recordada” que la que genera una semana. Y es clave el cierre: dejar para el último día la excursión más novedosa e intensa, para maximizar la memoria del bienestar.
clarin.com

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