lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Cuánto falta para que un robot le robe su trabajo?

ROBOT
Consejo para el programador del robot que escriba esta columna de economía insólita de acá a unos pocos años (o meses): abrir con un primer párrafo más o menos ganchero, comentar algún estudio extraño (si es sobre sexo o deporte, mejor: se leen más) y rematar con un chiste o comentario simpático. No hay mucho más secreto, sólo resta acordarse de recargar la batería del androide cada tanto.
La posibilidad de que las máquinas comiencen a reemplazar a seres humanos en actividades que hasta hace poco parecían imposibles de relegar a la inteligencia artificial es el eje de uno los de los debates más fascinantes de la economía laboral de los últimos tiempos. En Estados Unidos, la Universidad de Arizona, la fundación New America y la revista Slate lanzaron una serie de discusiones al respecto, que incluyeron la participación del economista de moda, Tyler Cowen, autor del best seller “El Gran Estancamiento”. Entrevistado por Clarín en agosto, Cowen se reconoció como un excéptico del aporte de las nuevas tecnologías al valor agregado de las economías: como su par Robert Solow, cree que “las computadoras pueden encontrarse en todos lados, menos en las estadísticas de productividad”; y que Internet sirve para entretenernos y reemplazar ventas del canal off line al on line, pero no para mucho más.
El promotor de estos debates es el columnista especializado en tecnología de Slate Farhad Manjoo, quien viene explorando el impacto que tendrán los robots en el ámbito laboral, en campos como la medicina, el derecho o el periodismo. “Las máquinas están aprendiendo a desarrollar capacidades que se consideraban exclusivas de los humanos a pasos agigantados”, dice Manjoo, “pueden entender el lenguaje, reconocer rostros, analizar una biopsia y detectar células cancerígenas y hasta resolver una apelación sobre su próxima multa por infracción de manejo”.
Se está discutiendo qué áreas laborales serán más susceptibles de una “invasión de robots” (una pista: casi todas) y si ello redundará en beneficios o no para la sociedad.
Hay conclusiones del debate muy originales. Cuando uno piensa en un robot, está influenciado por películas como Wall-E o los Jetsons, que usan máquinas para tareas manuales, pesadas y monótonas y que las personas no quieren realizar más. Pero la realidad es que la llegada de los robots se está concentrando en trabajos altamente especializados, donde hay mucho dinero en juego.
Uno de los ejemplos más contundentes es el de los tests “pap”, que en los últimos años redujeron en un 90% la prevalencia del cancer cervicouterino. El papanicolau no fue sólo muy bueno para los pacientes, sino también para los médicos y centros de diagnóstico, que desarrollaron un negocio de US$ 500 millones al año. Esta actividad ya fue “infiltrada” por máquinas más eficaces que los médicos.
“Hay un mensaje claro”, dice Manjoo, “si usted se especializa en una sola cosa, y si en esa actividad hay mucho dinero involucrado, entonces mejor vaya colgando el cartelito de ‘¡Bienvenidos robots!’ Porque vienen por usted.” Enter.
clarin.com

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