martes, 8 de junio de 2010

Ella manda en Wall Street

Erase una vez dos gemelos, Rock y Brock. Cada sábado, su abuelo les daba un dólar. Así, durante lo que duró el verano. Había un incentivo. Cada semana, el abuelo igualaría la paga de lo que tuvieran ahorrado. Rock prefirió gastarlo en golosinas al recibirlo. Brock lo guardó. Pasadas 10 semanas, Brock amasó una pequeña fortuna de 512 dólares. Rock se lo comió.
La autora del relato es Sheila Bair. La de escritora es una faceta desconocida de la presidenta de la agencia que en EE UU protege los depósitos (FDIC) en 7.932 instituciones bancarias. Forma parte de un cuento publicado en 2006 para educar a los niños en las finanzas. Dos años después, en la realidad, la fiebre por vivir por encima de las posibilidades meneó el capitalismo.
No es casualidad que la revista Forbes considere por segundo año consecutivo a esta funcionaria como la mujer más poderosa del mundo, por detrás de la presidenta Angela Merkel. O que Fortune la colocara en el cuarto lugar en su lista de las personalidades más visionarias, entre el entonces aspirante a primer ministro británico James Cameron y el jefe de Amazon, Jeff Bezos.
Bair fue la primera en alertar al Congreso de que las prácticas predatorias en la concesión de hipotecas suponían una amenaza para la estabilidad del sistema financiero y de la economía. Lo que pasó a partir del verano de 2007 hasta la quiebra de Lehman Brothers, 13 meses después, es conocido. "Nunca es tarde para aprender la lección", dice Bair en boca de Brock.
Cuando las cosas van bien, el trabajo de la FDIC suele ser bastante tranquilo. Pero cuando domina la incertidumbre, la institución que encabeza desempeña un papel central para preservar la estabilidad del sistema. Su misión, básicamente, es generar confianza, evitar que la preocupación de los clientes se convierta en pánico.
Y es que lo último que necesita un banco en medio de una crisis es que sus clientes acudan en masa a la ventanilla pidiendo sacar el dinero. Es lo que pasó hace ocho décadas cuando, un 10 de diciembre de 1930, el Bank of United States colapsó tras quedarse sin efectivo en caja. La confianza en la banca se desintegró y, en apenas dos meses, más de 60 entidades cerraron.
Ese miedo fue el que llevó a Franklin Roosevelt a crear la FDIC en 1933, después de que la Gran Depresión acabara cebándose con los bancos sanos. Para proteger el sistema, lo que hace la agencia es asegurar los depósitos hasta un límite de 250.000 dólares. Y en el caso más extremo, interviene las entidades en apuros y las transfiere a un banco sano.
Es la estrategia que siguió con Washington Mutual e IndyMac. Las dos encabezan una lista de casi 250 entidades intervenidas por la FDIC durante las crisis, de las que 80 corresponden a 2010. La agencia supervisa directamente a unas 4.300 entidades con siete billones en activos. El rescate se financia con un fondo al que contribuyen los bancos, no con dinero público.
Sheila Bair, de 56 años, está considerada como la superpolicía de Wall Street, un mundo que vigila desde Washington junto a Mary Schapiro -la primera mujer al frente de la Securities and Exchange Commission (Comisión del Mercado de Valores)-, Elizabeth Warren -presidenta del panel que supervisa el Fondo de Estabilidad Financiera (TARP)- y la senadora Blanche Lincoln -autora de la enmienda para separar de los bancos el negocio con derivados.
La historia de Bair es tan interesante como reveladora. Conoce Wall Street desde dentro, pero su carrera no se forjó en Wall Street. Como Schapiro y Warren, arrancó lejos del distrito financiero neoyorquino, el corazón del capitalismo. Nacida en Wichita (Kansas), fue banquera de una pequeña entidad antes de entrar en el gabinete del ex senador republicano Robert Dole.
Es una persona con valores profundos que defiende sin retraerse, y de una honestidad brutal. Aprendió ya de pequeña la lección de los tiempos difíciles. Y a lo largo de su carrera vio a mucha gente perder dinero por no estar informada. Por eso cree que junto a la regulación debe haber un esfuerzo por educar al consumidor. Sus libros para niños, dice, son un arma poderosa para explicar los principios básicos de las finanzas. Consejos que espera sigan también los padres.
Sheila Bair trabajó para la Administración de George Bush en 2001, como asistente de la secretaría del Tesoro para instituciones financieras. Allí vivió el impacto de los atentados suicidas del 11-S y el derrumbe de Enron por fraude contable. Ese paso por el Tesoro le daría después una información clave para entender lo que se estaba gestando en la trastienda.
Bush le confió la FDIC en junio de 2006. Todo se torció cuando el mercado inmobiliario tocó techo mientras los intereses subían como la espuma. A la vista de la que se venía encima, intentó que los bancos revisaran los créditos, para evitar una ola de desahucios que arrastrara a la economía. Los bancos no le hicieron caso. Pero ella insistió.
Bair participa en el proceso de reestructuración del sistema financiero, el más drástico desde la Depresión. Aunque se la considera de tendencia conservadora, es más progresista en cuestiones de regulación financiera que la mayoría de demócratas. Quizá por eso, y por su tenacidad, sea tan respetada en el Capitolio.
Su perfil bipartidista gusta en la Casa Blanca. Pero no ceja en defender su visión. Se opone a que en la futura estructura financiera se concentren todos los poderes de supervisión en la Reserva Federal. Es más, quiere que se amplíen los tentáculos de la agencia que preside, para tener más autoridad en las instituciones a las que ahora no llega, como las aseguradoras.
Bair, al igual que Schapiro, busca tener el poder necesario para frenar las prácticas abusivas de las entidades. Su abierta defensa de los derechos de los pequeños inversores, propietarios y ahorradores la lanzó a lo más alto y solidificó su reputación. Le gusta recordar a los burócratas de Washington y a los tiburones de Wall Street que en toda crisis hay un lado humano, como las familias desesperadas por el temor a perder sus hogares. "Ese miedo en sus caras es lo que más me impacta", dijo en un evento organizado en California por el gobernador Arnold Schwarzenegger.
La brillante hoja de servicios de Sheila Bair tiene, sin embargo, una pequeña mancha en la intervención de Wachovia. La FDIC negoció con Citigroup la transferencia de sus activos, pero la dirección de Wachovia optó por fusionarse con Wells Fargo. Bair bendijo la maniobra, lo que creó una fuerte tensión con la Reserva Federal, que consideró minaba su autoridad.
El mandato de Sheila Bair expira en junio de 2011. Aunque este año se rebasarán ampliamente las quiebras de 2009, cree que pasó lo peor. Y si la reforma llega a la mesa de Barack Obama como ella quiere, estará lista para afrontar otro reto. Eso sí, deja claro que no se evitará otra crisis mientas no se vuelva a lo básico: ahorrar antes de comprar y mirar bien lo que se gasta.

elpais.com

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