jueves, 24 de junio de 2010

Mujeres suficientes

Durante años te sentiste sola en las más diversas situaciones. Rodeada de gente, en la escuela, en el trabajo o en tu casa. No importaba con quién estuvieras ni tus logros personales o familiares: había momentos en los cuales te embargaba una soledad tan inmensa y un vacío tan pesado que no encontrabas salida. ¡Hoy llegó el día tan ansiado, para dejar este peso atrás!
El sentimiento de soledad permanente es una constante en la vida de muchas mujeres. Aunque estemos permanentemente ocupadas en nuestro trabajo, con nuestras amigas, hijos o pareja y llenemos todo nuestro tiempo con cosas reales o imaginarias (como por ejemplo, preocupándonos por un futuro tan incierto como impredecible) nos sentimos vacías con frecuencia. Tratamos de no tener ni un minuto libre durante el día y de caer rendidas en la noche para evitar conectarnos con nuestras emociones y con nuestra propia intimidad. ¿Qué pasaría si nos enfrentáramos a ellas? ¿Qué descubriríamos? ¿A qué le tememos?
La impresión de estar solas suele ir acompañada de una certeza infundada de no pertenecer al lugar en el que estamos o de que no nos quieren allí por algún motivo. Lo que deja entrever un nivel bajo de autoestima, generado por alguna situación real o imaginaria del pasado. La mismísima Madre Teresa de Calcula pregonó que "La soledad y la sensación de no sentirse querido son la pobreza más grande".
Si creemos que sólo por vivir cada día a las corridas, llenas de ocupaciones, la sensación de soledad va a desaparecer como por arte de magia, no estamos haciendo lo correcto. Tampoco si nos rodeamos de gente permanentemente y evitamos estar solas. Si hay un tema personal inconcluso que está pidiendo a gritos que lo enfrentemos, y por eso perturba nuestra tranquilidad, va a seguir haciéndose notar hasta que le ofrezcamos unos momentos de nuestro tiempo para que salga a la superficie. Si decidimos seguir dejándolo en la oscuridad, va a continuar provocando angustia y desajustes hasta que aflore.
Cuando nos sentimos profundamente solos en la intimidad de nuestro ser, suponemos que no contaremos con la entereza interna para convivir con lo que provoca ese vacío. ¡Claro que la tenemos! ¡Somos seres humanos suficientes, con un potencial a desarrollar esperando ser descubierto! Tenemos dentro de nosotras todos los recursos necesarios para dar la cara a las situaciones que se nos presenten, o que se nos presentaron. Podemos gozar de una vida equilibrada y satisfactoria, sin la necesidad de caer en conductas indeseables que hasta ahora asumimos como propias.
Con sólo dedicar unos minutos una vez a reencontrarnos con esa soledad que nos embarga bastará para que notes un cambio. Vale la pena afrontar ese vacío interno sólo una vez para darnos cuenta que sí podemos convivir con él. ¡Somos mujeres suficientes y podemos lograrlo! ¿Estás lista para reencontrarte con energía que había quedado atascada por mucho tiempo en un vano esfuerzo por alejarte de la soledad y del vacío?
Entonces, este es un buen momento para dejar que esa soledad salga a la superficie, por última vez. Conectate con ella, a modo de despedida. ¿Escuchás tu propia voz o la de algún familiar cercano que te desalienta, pone trabas a tu expansión personal y te traba? ¿Resuenan en tus oídos palabras con contenidos negativos o comparaciones? ¡Es hora de cambiar ese cassette! Y de volver a grabarlo con tu propia voz y con afirmaciones positivas que eleven tu autoestima al nivel en el que tiene que estar. No permitas que nadie te menoscabe, ni en persona ni mediante el recuerdo de lo que te han dicho. Tratá de cambiar esas palabras dentro de tu mente una sola vez y verás cómo te sentís. La idea es que asumas esta actitud cada vez que se te presente una situación similar. La gente puede pensar lo que quiera, ¡desde hoy, estás bien parada en tus dos pies y esta nueva seguridad se irradia al exterior!
Seguí conectándote con tu soledad, ¿salen a la superficie hechos del pasado? ¿Imágenes, voces, lugares, personas? Aunque no estén muy nítidos o pasen delante como una película, igual vas por buen camino. Quiero recordarte que todo eso es cosa del pasado y es hora de dejarlo partir, con amor, para poder situarte en el presente, aquí y ahora. Respirá hondo y decile adiós a esas situaciones, lentamente; tuvieron un lugar importante en tu vida hasta hace unos minutos y llegó la hora de liberarte de esos recuerdos. Sos una persona completa y suficiente y ya no necesitás vivir y revivir esos hechos que te aíslan de este momento, tenés a tu disposición todo lo necesario para manejarte con soltura y seguridad en el aspecto de tu vida que quieras.
Merlina Meiler, coaching emocional y autora del blog Mejora emocional.

entremujeres.com

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