Hay un ranking en el que la Argentina va primera. Lástima que no es para celebrar: el país encabeza de manera cómoda la lista de consumo per capita de cigarrillos en América Latina. Según el Atlas del Tabaco elaborado por la Fundación Mundial del Pulmón y la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, aquí se fuman por año 1.014 cigarrillos por habitante mayor de 15 años. Es casi el doble que en Brasil -allá se consumen 580 cigarrillos por año-, y bastante más que en Uruguay (793), Chile (909), Paraguay (968) y México (470). El país en el que menos se fuma de la región es Perú, con 129 cigarrillos por habitante por año.
El Atlas del Tabaco es uno de los dos principales estudios (el otro es de la Organización Mundial de la Salud) que existen sobre la epidemia global del tabaquismo.
"El problema en la Argentina no es solamente que hay un porcentaje muy alto de la población que fuma sino que los que lo hacen fuman muchísimo", explicó Verónica Schoj, consultora de la Fundación Interamericana del Corazón. Y agregó: "Si estamos a la cabeza en consumo de tabaco es porque aquí la publicidad de las tabacaleras tiene un perfil muy agresivo gracias a que la actividad no está regulada y a que en la Argentina los cigarrillos son de los más baratos del mundo".
La Organización Mundial de la Salud lanzó a principios de la década el Convenio Marco para el Control del Tabaco, un acuerdo en el que cada país se compromete a prohibir la publicidad de las tabacaleras, a aumentar los impuestos al tabaco para desalentar el consumo y a fomentar la creación de ambientes totalmente libres de humo.
"La Argentina es el único país de América del Sur que aún no firmó el tratado", dijo a Clarín Eduardo Bianco, director para Latinoamérica de Alianza para el Convenio Marco. Bianco, de nacionalidad uruguaya, es piadoso: la Argentina en realidad está aún más sola. Argentina es uno de los 16 países de todo el mundo, sobre un total de 183, que sigue sin ratificar ese convenio. "Estamos quedando como el país que responde al lobby de las tabacaleras", se lamentó Verónica Shoj.
De acuerdo a un documento elaborado por Mario Virgolini, director del Programa de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación, "el precio promedio de los cigarrillos a valor real disminuyó un 14,6 por ciento entre 2005 y 2008". En ese mismo período, según ese documento, "se incrementó un 29,6 por ciento el ingreso real en la población, lo cual determina un aumento del 13,2 por ciento en el consumo de cigarrillos". En otras palabras: fumar se fue haciendo un vicio cada vez más barato. Esto, incluso, es reconocido por la propia industria tabacalera.
"Los precios de los cigarrillos en la Argentina siguen mostrando un importante retraso en relación con otros bienes y con el poder de compra de los salarios. Además, existe una clara distorsión en el mercado local con respecto a los valores internacionales, incluidos los de América Latina", sostuvo Facundo Etchebehere, director de Asuntos Corporativos de Nobleza Piccardo.
En las tabacaleras argumentan que no pueden aumentar por su cuenta el precio de los atados. Antes, dicen, necesitan el "visto bueno" de la Secretaría de Comercio debido a que la Cámara de la Industria del Tabaco y el Ministerio de Economía tienen firmado un acuerdo en el que se prevé que este año se recauden 6.200 millones de pesos por ventas de cigarrillos.Pero Mario Virgolini descree de esa versión.
"Las tabacaleras tienen un doble discurso. Dicen públicamente que les gustaría subir más los precios, pero la realidad es que no quieren hacerlo porque no les conviene. Si subieran los precios caerían automáticamente sus ventas".
Los campeones mundiales de consumo de cigarrillos son todos europeos. De acuerdo al Atlas del Tabaco, los mayores consumidores son los griegos (3.017 cigarrillos por persona por año), seguidos de los eslovenos (2.537) y los ucranianos (2.526). Es cierto que las cifras del consumo argentino aún están bastante lejos de las europeas, pero suena a un consuelo de tontos. Con el actual nivel de consumo mueren en el país por año 40.000 personas de causas atribuibles directamente al tabaco.
Dejar de fumar, una lucha cada vez más desesperada
A los que desconfían de la adicción que puede crear el cigarrillo les convendría darse una vuelta por algún grupo de autoayuda a los que se acerca gente desesperada porque no consigue abandonarlo.
El miércoles pasado, en una reunión del Chau Pucho Club, que funciona en la sede de Lalcec, se escuchó este testimonio: "Cuando llegue acá hace unos meses era un fumador tremendamente compulsivo. Si no encontraba un kiosco abierto, era capaz de levantar un pucho de la calle. Hoy por suerte ya hace 104 días que no fumo; ya deben ser 5.000 los cigarrillos que evite fumar en este tiempo". Al terminar su relato, Carlos (en los encuentros sólo se identifican por su nombre de pila) fue aplaudido por todo el grupo. Así es como se celebra que un compañero haya logrado un día más sin encender un cigarrillo.
En la reunión a la que asistió Clarín había 11 personas (7 mujeres y 4 varones), coordinados por Salvador Gentile. Dos de ellas aún fuman. "Soy Esteban, tengo 44 años. Fumo hace 22 años, no puedo dejar", se escuchó en medio del silencio.
"Estuve 11 días sin fumar, pero ayer compré un atado", confesó Patricia con los ojos llenos de lágrimas. Para ellos no hubo aplausos.
clarin.com
El Atlas del Tabaco es uno de los dos principales estudios (el otro es de la Organización Mundial de la Salud) que existen sobre la epidemia global del tabaquismo.
"El problema en la Argentina no es solamente que hay un porcentaje muy alto de la población que fuma sino que los que lo hacen fuman muchísimo", explicó Verónica Schoj, consultora de la Fundación Interamericana del Corazón. Y agregó: "Si estamos a la cabeza en consumo de tabaco es porque aquí la publicidad de las tabacaleras tiene un perfil muy agresivo gracias a que la actividad no está regulada y a que en la Argentina los cigarrillos son de los más baratos del mundo".
La Organización Mundial de la Salud lanzó a principios de la década el Convenio Marco para el Control del Tabaco, un acuerdo en el que cada país se compromete a prohibir la publicidad de las tabacaleras, a aumentar los impuestos al tabaco para desalentar el consumo y a fomentar la creación de ambientes totalmente libres de humo.
"La Argentina es el único país de América del Sur que aún no firmó el tratado", dijo a Clarín Eduardo Bianco, director para Latinoamérica de Alianza para el Convenio Marco. Bianco, de nacionalidad uruguaya, es piadoso: la Argentina en realidad está aún más sola. Argentina es uno de los 16 países de todo el mundo, sobre un total de 183, que sigue sin ratificar ese convenio. "Estamos quedando como el país que responde al lobby de las tabacaleras", se lamentó Verónica Shoj.
De acuerdo a un documento elaborado por Mario Virgolini, director del Programa de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación, "el precio promedio de los cigarrillos a valor real disminuyó un 14,6 por ciento entre 2005 y 2008". En ese mismo período, según ese documento, "se incrementó un 29,6 por ciento el ingreso real en la población, lo cual determina un aumento del 13,2 por ciento en el consumo de cigarrillos". En otras palabras: fumar se fue haciendo un vicio cada vez más barato. Esto, incluso, es reconocido por la propia industria tabacalera.
"Los precios de los cigarrillos en la Argentina siguen mostrando un importante retraso en relación con otros bienes y con el poder de compra de los salarios. Además, existe una clara distorsión en el mercado local con respecto a los valores internacionales, incluidos los de América Latina", sostuvo Facundo Etchebehere, director de Asuntos Corporativos de Nobleza Piccardo.
En las tabacaleras argumentan que no pueden aumentar por su cuenta el precio de los atados. Antes, dicen, necesitan el "visto bueno" de la Secretaría de Comercio debido a que la Cámara de la Industria del Tabaco y el Ministerio de Economía tienen firmado un acuerdo en el que se prevé que este año se recauden 6.200 millones de pesos por ventas de cigarrillos.Pero Mario Virgolini descree de esa versión.
"Las tabacaleras tienen un doble discurso. Dicen públicamente que les gustaría subir más los precios, pero la realidad es que no quieren hacerlo porque no les conviene. Si subieran los precios caerían automáticamente sus ventas".
Los campeones mundiales de consumo de cigarrillos son todos europeos. De acuerdo al Atlas del Tabaco, los mayores consumidores son los griegos (3.017 cigarrillos por persona por año), seguidos de los eslovenos (2.537) y los ucranianos (2.526). Es cierto que las cifras del consumo argentino aún están bastante lejos de las europeas, pero suena a un consuelo de tontos. Con el actual nivel de consumo mueren en el país por año 40.000 personas de causas atribuibles directamente al tabaco.
Dejar de fumar, una lucha cada vez más desesperada
A los que desconfían de la adicción que puede crear el cigarrillo les convendría darse una vuelta por algún grupo de autoayuda a los que se acerca gente desesperada porque no consigue abandonarlo.
El miércoles pasado, en una reunión del Chau Pucho Club, que funciona en la sede de Lalcec, se escuchó este testimonio: "Cuando llegue acá hace unos meses era un fumador tremendamente compulsivo. Si no encontraba un kiosco abierto, era capaz de levantar un pucho de la calle. Hoy por suerte ya hace 104 días que no fumo; ya deben ser 5.000 los cigarrillos que evite fumar en este tiempo". Al terminar su relato, Carlos (en los encuentros sólo se identifican por su nombre de pila) fue aplaudido por todo el grupo. Así es como se celebra que un compañero haya logrado un día más sin encender un cigarrillo.
En la reunión a la que asistió Clarín había 11 personas (7 mujeres y 4 varones), coordinados por Salvador Gentile. Dos de ellas aún fuman. "Soy Esteban, tengo 44 años. Fumo hace 22 años, no puedo dejar", se escuchó en medio del silencio.
"Estuve 11 días sin fumar, pero ayer compré un atado", confesó Patricia con los ojos llenos de lágrimas. Para ellos no hubo aplausos.
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