sábado, 3 de marzo de 2012

Boom de burbujas: los vinos espumantes coparon el mercado


Es la llave del brindis. Pero para levantar las copas y disfrutarlo, no es necesario que haya un motivo para celebrar. El espumante es, claro, la bebida de los buenos deseos y gana cada vez más espacio en el gusto de los consumidores argentinos. Y no sólo para el momento del “chin chin”.
Aclaremos que hace algunos años en todo el mundo se le llamaba Champagne, pero la región de Francia con ese nombre declaró legalmente que si el vino con burbujas no provenía de allí, había que cambiarle la denominación. Así que ahora se habla de espumantes. El origen de las burbujas deriva del proceso de fermentación, generado a partir de las levaduras presentes en el jugo de la uva. Las levaduras se alimentan del azúcar natural, liberan alcohol y gas carbónico. La idea es que este gas no se escape. Si se usa el método tradicional de La Champagne (champenoise) quedan dentro de la botella cerrada; si se realiza por el sistema más moderno llamado Charmat, es un tanque el que se sella para aguantar la presión.
La sommelier Paz Levinson cuenta que “nuestro país se consolidó como un gran productor de espumantes de calidad; estamos viviendo un boom y casi todas las bodegas tienen en su porfolio un producto o varios, de diferente complejidad y atributos”.
Ante tanta oferta, la elección que se haga dependerá del gusto de cada uno. La principal diferencia entre un espumante y otro es su cantidad de azúcar. Así, se puede hacer una breve clasificación que ayude a la selección del preferido: un Nature tiene menos de tres gramos de azúcar por litro; el Brut Nature, menos de siete, el Extra Brut, menos de 11; el Brut, menos de 15. Por otro lado, están el Demi Sec, que tiene de 15 a 40 gramos de azúcar por litro, y un Dulce, con más de 40. En cuanto a los años de la botella, Levinson recomienda tomarlos jóvenes y frescos, principalmente los realizados por el método tradicional.
Además de los clásicos de siempre, hay algunos nuevos en el mercado que pueden comenzar a probarse. Bodegas Bianchi sacó un Extra Brut producido con uvas Chardonnay en un 60% y el resto de Pinot Noir. En Alfredo Roca debutaron en las fiestas de fin de año con un Brut Nature de la zona de San Rafael, lugar que señalan como ideal para la obtención de uvas blancas.
Para quienes quieren cambiar, Schroeder tiene su Rosa de los Vientos, un espumante rosado de uvas Pinot, del que prometen un sabor bien frutal. Las Perdices también lanzó un Rosé, elaborado con el método tradicional y que además de Pinot tiene Chardonnay en su composición. Y siempre hay quienes buscan los más dulzones, quizás porque el espumante viene a la hora del postre. Se puede conseguir un vino tardío que también tiene burbujas. Es de Bodegas Norton y su precio es bastante conveniente. Pero además, Santa Florentina tiene el Dolce, que es 100% torrontés. Los enólogos de la bodega lo aconsejan no sólo para el brindis, sino también para acompañar una cena de frutos de mar y pescados.
Es necesario recordar que, tal como aclaraba Levinson, el espumante no es un vino de guarda, debe tomarse a pocos días de comprado. Además, se recomienda usar las copas flauta para evitar que pierda el gas rápidamente –dejando de lado la ochentosa copa abierta– y tomarlo entre los 6 y 8 grados. Bien fresco y burbujeante.

Opciones para todos

Brindar, brindamos todos y hay quienes no gustan de los espumantes, en ninguna de sus versiones. Mucha gente pide una buena sidra, producida con el zumo fermentado de la manzana y, en general, con menos graduación alcohólica que el vino. Algunos quieren seguir con la bebida de la cena y otros, principalmente los más jóvenes, preparan tragos. Y sí, por qué no pedir todos los deseos con un Martini en mano, un Cosmopolitan púrpura o algún shot de tequila. En el extremo opuesto está el brindis de los más chicos. Para no dejarlos afuera de las celebraciones, hay algunos cócteles sin alcohol que pueden prepararse especialmente para ellos: el Ice Cream Soda, con chocolate derretido, crema, helado de vainilla y mucho hielo triturado; el Milk Shake de frutillas, mezclando esta fruta con agua, miel y leche o un Banana Split con azúcar, banana y dulce de leche, puesto todo a la licuadora con hielo, son algunas de las opciones.
clarin.com

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