lunes, 4 de julio de 2011

Un invierno que desafía las estadísticas

Susana Gallardo
Aunque los vaivenes diarios a veces parecen desmentirlo, en los últimos sesenta años, en la Argentina se registraron menos días muy fríos, y también menos días excesivamente cálidos.
Esta conclusión surge de un análisis de las temperaturas extremas en todo el territorio nacional y, aunque por estos días el termómetro se empeñe en querer mostrar lo contrario, respalda la percepción de quienes tienen más años de que en invierno ya no hace tanto frío como antes.
Un dato acaso un tanto inesperado es que en verano tampoco se viven días de marcas térmicas excesivamente elevadas.
"Analicé cuatro extremos de temperatura anuales: dos valores de temperatura máxima y dos de mínima. La máxima más alta corresponde a un día de verano, y la máxima más baja, a un día de invierno. La mínima más alta se da en una noche de verano, y la mínima más baja, en una noche invernal", relata la doctora Bárbara Tencer, becaria posdoctoral del Conicet en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Fceyn) de la Universidad de Buenos Aires.
Tencer estudió la temperatura más alta de todas las máximas registradas de cada año, en 42 estaciones meteorológicas de la Argentina, y generó una serie con un valor anual para el período de 60 años.
Por ejemplo, el día más cálido en la ciudad de Buenos Aires tuvo una temperatura máxima de 43°3 (el 29 de enero de 1957), que fue la máxima más alta registrada en todo el período. Una de las máximas más bajas (5°7) se produjo el 9 de julio de 2007, día en que nevó en Buenos Aires, y otra, el 23 de junio de 1918 (4°3), que también nevó en la ciudad.
Según muestra este trabajo, los días muy cálidos son más frecuentes, pero menos intensos; es decir, no tanto calor, pero más seguido. En cambio, las noches muy cálidas son, en general, más intensas y más frecuentes. En cuanto a los días y las noches muy frías, son menos frecuentes y con menor intensidad.
Más nubes
Lo que sorprende es que los valores máximos de temperatura no sean cada vez más altos, como se podría pensar. "Una posible explicación es que estos resultados coinciden con un aumento en la precipitación general, que se relaciona con un incremento de la nubosidad: al haber nubes durante el día, la temperatura no sube tanto", indica la investigadora, cuyo trabajo es parte de su tesis doctoral, dirigida por la doctora Matilde Rusticucci, profesora de la Fceyn e investigadora del Conicet.
Si bien los datos corresponden a la Argentina, "hay trabajos que dan cuenta de este comportamiento en todo el planeta", confirma Tencer.
En cuanto a los extremos fríos, la temperatura mínima es cada vez más alta. "En Buenos Aires, las temperaturas extremas aumentaron mucho más que la temperatura media global, que fue de aproximadamente 1º en 100 años: porque el extremo cálido de verano aumentó casi 2º en 100 años, pero la mínima en invierno aumentó más de 5º", enumera Tencer.
La investigadora proyectó hacia los próximos treinta años las tendencias registradas en el siglo XX. Así, analizó los cuatro extremos en el período 2010-2040 al usar uno de los escenarios posibles de cambio climático, según lo que proyectan tres diferentes modelos de cambio climático.
Y detalla: "En general, las noches de mucho calor tienden a ser más frecuentes y con valores más altos. En tanto, las noches más frías ocurren con menor frecuencia, y los días más fríos son menos frecuentes y no tan fríos".
Para confirmar que la variación observada se vincula con el cambio climático global, se hace un análisis detallado que permite distinguir la variabilidad climática natural de los cambios debidos a la mayor presencia en la atmósfera de gases de efecto invernadero por causas antropogénicas.
En realidad, esos gases también podrían aumentar por causas naturales, como el incremento del vapor de agua en la atmósfera por la mayor evaporación; del dióxido de carbono, por la descomposición de las plantas, o la liberación de metano en los pantanos.
"La variabilidad interna es la más difícil de estudiar, porque el clima es un sistema en constante evolución", indica Tencer. Pero la tendencia en cuanto a las temperaturas extremas parece evidenciar que el tan mentado cambio climático es una realidad.
48,3° C
29 de enero de 1957

Fue la máxima más alta de los últimos 60 años en la ciudad de Buenos Aires.
4,3° C
23 de junio de 1918

Fue la máxima más baja entre las temperaturas registradas. Ese día nevó, igual que el 9 de julio de 2007, en que la máxima fue de 5,7°.
También, cambios en la frecuencia
Los cambios de temperatura también pueden cuantificarse mediante el concepto de "períodos de retorno", que es el tiempo que transcurre (en promedio) entre dos eventos extremos sucesivos. Por ejemplo, en Buenos Aires, a mediados del siglo XX se esperaba que una noche de verano con temperatura superior a 27°C ocurriera una vez cada 20 años. Sin embargo, a fines del siglo XX este valor se repite, en promedio, una vez cada 5 años. Asimismo, en Buenos Aires, una noche muy fría, con temperatura mínima menor de -5°C, a mediados de siglo ocurría una vez cada 20 años, pero, a fines de siglo, ocurre con una diferencia mayor de 50 años.
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas, UBA
lanacion.com

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