domingo, 4 de julio de 2010

Hollywood quiere verse más natural

En la escena final de Lo que el viento se llevó , Scarlett O´Hara, en el cuerpo de Vivien Leigh, levanta la vista y su expresión cambia de la desesperación al coraje. Como Al Pacino, que en un pasaje memorable de El padrino muestra en su cara una particular mezcla de nerviosismo y determinación mientras mira a los dos hombres que está por asesinar. ¿Qué habría sido de estos grandes momentos de la historia del cine si sus intérpretes hubieran tenido limitada la expresión por el Botox, un plus de colágeno o un lifting? ¿Cómo hubiera sido Scarlett con los inflamados labios de Melanie Griffith? ¿Y el implacable heredero de Don Corleone en la piel plastificada de Mickey Rourke? Por suerte, nunca lo sabremos.
Desde hace un par de décadas, asistimos a la transformación estética de muchos actores y actrices, quienes cedieron ante las presiones de Hollywood (y las personales) y recurrieron a procedimientos para detener el paso del tiempo y adaptarse al caprichoso ideal de belleza de la Meca del Cine. Pero esto parece estar cambiando. Justamente porque ahora los principales estudios de Los Angeles reclaman caras frescas, cuerpos naturales, figuras reales, y se manifiestan hartos de las cirugías excesivas.
Uno de los primeros indicios de este cambio de gusto de la industria fue el casting para la cuarta entrega de Piratas del Caribe , con su habitual protagonista, Johnny Depp, y Penélope Cruz, incorporada para el rol protagónico femenino, que se estrenará en mayo del año próximo. La producción especificó que en el film, que dirigirá Rob Marshall ( Chicago , Nine ), no se aceptarían actrices que hubieran aumentado su busto con la ayuda del bisturí y los implantes. Incluso, la convocatoria advertía que ellas deberían someterse a una particular prueba de vestuario que incluía un test infalible para detectar la naturalidad del movimiento en los escotes.
Pero Disney no es el único preocupado por los extraños resultados de la obsesión por el uso y abuso de estos recursos plásticos. En una nota publicada recientemente en The New York Times, diversas voces del medio (de otros gigantes, como Fox, pero también del ala independiente) ratificaron la tendencia. Se explica su surgimiento con las nuevas tecnologías -que amplifican cada detalle de la imagen- y con el rechazo del público, ya ducho en detectar los rasgos modelados artificialmente. "La era del «me veo bien porque me hice todo esto» ya pasó -sentenció el director Shawn Levy ( Una noche en el museo , Una noche fuera de serie )-. Es visto como algo ridículo. Diez años atrás, las actrices sentían que tenían que hacerse cirugías para conseguir el papel. Ahora creo que eso se les vuelve en contra. Entrar a un casting luciendo falso arruina tus posibilidades." Si le llevó años a Hollywood crear a la mujer perfecta, ahora lo que ellos quieren es volver al modelo de antes. Paradojas de la industria.
Por supuesto que son muy pocos en los sets los que admiten haberse operado o inyectado toxina botulínica, por más evidente que el hecho parezca. Así, según la historia oficial, el cambio que sufrió la nariz de Jennifer Aniston se debió a una cirugía para corregir un problema respiratorio, y la figura de Demi Moore, digna de la envidia de cualquier veinteañera, es el resultado de la práctica de yoga y una alimentación sana. Más allá de la negación, lo que sea que se hayan hecho les resultó bien. Ambas lograron burlar el calendario y lucen atractivas. Pero la obsesión por combatir las marcas del tiempo y entrar en el modelo de perfección lleva a muchos a una sobredosis que termina convirtiéndolos en seres tan extraños como irreconocibles.
Burt Reynolds, Meg Ryan, Victoria Beckham, Sylvester Stallone, Billy Crystal, Nicole Kidman y Lindsay Lohan, entre muchas otras celebridades, muestran hoy las consecuencias del exceso. Da pena ver a la protagonista de Tienes un e-mail o a Kidman, dos talentosas y hermosas actrices, transformadas en muñecas de cera. Otras, como Courtney Cox, Sandra Bullock o Sarah Jessica Parker, ya empezaron a cambiar sus facciones y están a tan solo un procedimiento estético de cruzarse de bando. "El tiempo pasa -concedió la actriz de Friends, Lisa Kudrow, a la New York Magazine-. Uno quiere verse bien, pero hay una diferencia entre parecerse a uno mismo o a un personaje de una película de Batman."
Pese a la presión, mujeres como Kudrow, Diane Keaton, Meryl Streep o Cate Blanchett, entre otras, prefieren envejecer y seguir siendo ellas mismas. A propósito, la actriz australiana que protagonizó Robin Hood lleva con orgullo sus arrugas: "Si veo a un hombre o una mujer que tiene más de 50 años y que se ha borrado las arrugas con cirugía, lo único que veo es una obsesión egocéntrica y miedo. Eso no es atractivo", sostuvo.
En busca de nuevas figuras como Blanchett, los agentes responsables de los castings dirigen hoy su mirada hacia Australia y Gran Bretaña, donde ven mayor cantidad de bellezas al natural que en Los Angeles. Frente a lo positivo que puede resultar que las chicas plásticas ya no estén de moda, cabe señalar que Hollywood aún no parece dispuesto a cambiar su estándar de belleza. La mencionada convocatoria para la nueva Piratas del Caribe , aquella que no aceptaba a mujeres operadas, pedía "hermosas modelos con buena figura", lo cual significaba medir entre 1,73 y 1,76, poseer "cuerpo estilizado de bailarina" y tener entre 18 y 25 años. La decisión no quiere decir que Hollywood se haya dado cuenta de que el mundo está poblado de gente con talles y facciones más diversos, ni que haya decidido incluir bellezas más maduras. Las actrices ya no sólo tienen que tener cuerpo y cara dignos de un film de Hollywood, sino que ahora, además, ni siquiera pueden comprarlo.
Por María Fernanda Mugica

Cuestión de actitud
Susan Sarandon, Demi Moore y Lindsay Lohan ejemplifican algunas de las distintas actitudes respecto de la búsqueda de la belleza y la lucha por detener el paso del tiempo que coexisten en Hollywood.
A los 64 años, la actriz de Thelma y Louise es una de las pocas que decidieron conservar los rasgos de la madurez. Más allá de algún tipo de ayudita cosmética, Sarandon demuestra que una mujer de su edad puede verse atractiva sin necesidad de borrar el paso de los años.
A pesar de su negación, la transformación de Moore mediante las cirugías salta a la vista con solo comparar a la chica que protagonizó Ghost, la sombra del amor con la señora de las más de cuatro décadas que podemos ver hoy. Sin embargo, en su caso las intervenciones de la medicina estética le jugaron a su favor, resaltando sus bondades.
Lohan, en cambio, representa una desafortunada tendencia de mujeres que empiezan demasiado temprano a someterse al bisturí. La juvenil belleza que mostraba la actriz en films como Bobby y Noches mágicas de radio se fue deteriorando con la fatídica mezcla de Botox, implantes de silicona y una complicada vida, llena de adicciones, al borde del colapso.
lanacion.com

No hay comentarios: