jueves, 3 de diciembre de 2009

Vida sexual: cuando el estrés se mete en la cama

Cada vez más, el estrés se cuela entre las sábanas. Los sexólogos explican que para el organismo no es gratuito recibir constantemente más responsabilidad y sumar tensión. "El ritmo de vida afecta profundamente la sexualidad", dice el psicoterapeuta y sexólogo León Gindin, que desde los ´80 empezó a detectar un aumento de trastornos sexuales a causa de las preocupaciones cotidianas.

Su colega Amado Bechara, desde su consultorio, señala contundente: "El estrés trastorna el deseo". Y apunta sus cifras: "Entre el 30 y el 40% de la población mundial padece fracaso de la respuesta sexual". En general, este fracaso se vincula en el varón con eyaculación precoz o disfunción eréctil (impotencia); en la mujer, en cambio, se manifiesta en trastornos en el deseo o la excitación, dolor en la penetración o anorgasmia (ausencia o insuficiencia de orgasmo sexual).
Las cifras del último año revelan un incremento del 30% de las consultas por disfunciones sexuales en centros privados; en hospitales públicos los pacientes que se acercan por esta problemática superaron en un 15% los de 2008.
En los consultorios, los pacientes prefieren el anonimato. Desconfían de las cámaras. Las quieren lejos y, cuando las ven pasar, agachan la cabeza, miran al piso y parecen seguir dándole vueltas a lo suyo.
En la calle, en cambio, la gente sí arriesga una respuesta respecto de la crisis del deseo. En general hablan de una rutina que no favorece el placer, no invita a la intimidad. "Llego a casa y lo que quiero es descansar", se sincera, en plena calle Florida, un joven de poco más de 30 años. Cuenta que reserva las fuerzas que le quedan luego de su día de trabajo para jugar un rato con su hijo de un año y de ahí a la cama...a dormir.
Soluciones . Los sexólogos explican que para los problemas de disfunción sexual hay diferentes tratamientos: medicamentosos (entre los que se encuentran el
viagra y el recientemente desarrollado ´viagra femenino´ ), psicoterapéuticos o de aprendizaje, sobre todo cuando se trata de eyaculación precoz. "Del consultorio se van con tarea para el hogar", comenta Gindin, y promete que "haciendo los deberes" en tres meses se puede curar la eyaculación precoz.
Informe periodístico de Verónica Dema y Sebastián Ríos




Ellos y ellas, entre similitudes y diferencias

La respuesta sexual femenina se divide en tres fases: deseo, excitación y orgasmo. Según el doctor Amado Bechara, abundan las similitudes de esa respuesta respecto de las masculinas.
"Existe un importante paralelismo entre la fisiología de la relajación clitoriana y vaginal y la erección del varón respecto de los mediadores neuroquímicos que intervienen en el proceso -explica un trabajo del sector de Disfunciones Sexuales del hospital Durand, realizado por este especialista y un equipo multidisciplinario de médicos-. Por ejemplo, la segunda fase de la respuesta sexual (excitación) en el nivel genital se manifiesta en el varón con la erección, y en la mujer con la lubricación vaginal y la tumescencia clitoriana."
Para Bechara, "las grandes diferencias no se dan en el plano fisiológico. Residen en que la mujer suele prestar mayor atención a los sentimientos y los afectos, y el hombre pone más acento en la genitalidad".
Las similitudes funcionales son más marcadas de lo que podría creerse: el estímulo sexual desencadena la liberación de óxido nítrico y otros neurotransmisores que favorecen la llegada del flujo sanguíneo hacia los genitales femeninos, como ocurre también con los masculinos.
"Muchas mujeres creen que la lubricación ocurre por cuestiones puramente hormonales, pero la realidad es que se produce por el aumento del flujo de sangre, que también provoca una mayor congestión genital permitiendo el aumento de sensaciones que se perciben durante la relación sexual."




Un mito menos sobre las bicicletas

NUEVA YORK (The New York Times).- Durante años, los científicos han sabido que los asientos tradicionales de las bicicletas podían causar disfunción sexual en los hombres.
Y a pesar de que las ciclistas femeninas no habían sido estudiadas directamente, se daba por sobrentendido que ellas también podían sufrir ese mismo inconveniente.
Pero no parece ser ese el caso. Por primera vez un estudio observó a mujeres que practicaban el ciclismo con avidez y encontró que los asientos pueden afectarlas, pero de manera diferente.
Al igual que los varones, muchas mujeres que participaron del estudio experimentaron hormigueo, dolor y disminución de la sensación genital.
Pero no mostraron síntomas de disminución en la función sexual, lo que posiblemente refleje una menor susceptibilidad que en los hombres, a los efectos sexuales colaterales.
El estudio, publicado recientemente en la revista especializada Sexual Medicine, observó a 48 ciclistas sanas y premenopáusicas que practican ese deporte de tres a cuatro días por semana durante dos horas por vez, y luego se las comparó con 22 corredoras. Riesgo de impotencia
En los hombres, los asientos tradicionales de las bicicletas comprimen una arteria y el nervio que proveen de sangre y sensación a los genitales, respectivamente, lo que aumenta el riesgo de desarrollar impotencia con el paso del tiempo.
Debido a que la misma arteria y el mismo nervio son cruciales en la función sexual femenina, a menudo se han extrapolado las conclusiones de los estudios en hombres a las mujeres.
Pero la doctora Marsha K. Guess, profesora adjunta en la Universidad de Yale, Estados Unidos, y autora del nuevo estudio, afirmó que las ciclistas pueden verse favorecidas por las diferencias anatómicas que producen menor compresión.
También destacó la posibilidad de que los efectos colaterales sexuales en las ciclistas podrían notarse sólo en estudios a más largo plazo.
En síntesis, los asientos de las bicicletas pueden causar disminución de la sensación genital en mujeres que la practican con avidez, pero el más reciente estudio sugiere que no pueden causar disfunción sexual femenina.
Anahad O´Connor
Traducción: María Elena Rey

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