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Lo primero que puede llamar la atención es el look
. Ella, un vestido de feria americana, flequillo, unos anteojos
Wayfarer o Clubmaster, de Ray Ban, típicos de los años 50, y una cartera
de un diseñador importante con un iPhone adentro. El puede llegar a
tener un sombrero Fedora, como el que usaba Indiana Jones, el pelo
cortito a los costados, jopo a elección, barba, o mejor bigote, una
remera gastada con un saco arriba, pantalones chupines y una tradicional
libreta Moleskine en el bolsillo por si lo sorprende una idea creativa.
Se trata de los hipsters , un fenómeno que atraviesa muchos síntomas de esta época, una subcultura en ascenso.
Pero fuera de ese estilo cuidado, para ellos, sin duda
el valor agregado pasa por otro lado. Es ese bar oculto que llega del
boca en boca, ese bodegón de barrio donde te sirven el vino en pingüino y
la soda en sifón, esa banda de culto que viene de afuera y toca para no
más de 500 personas lo que los hace estar un paso adelante de lo que
pronto será tendencia.
Y ni se les ocurra etiquetarlos porque eso sí que no les gusta. Y menos que los llamen hipsters . Lo suyo justamente es huir de lo establecido, de eso que le gusta a la mayoría -lo mainstream- . Ser un hipster
es la moda de escaparle a la moda y, de alguna manera, implantar la
propia. Sin imperativos, pero con el convencimiento de que tienen la
posta. Nunca va a decirte que es mejor, pero seguramente lo piensa.
Este fenómeno exclusivamente urbano que se interesa por
la cultura under y alternativa llega de Nueva York y se ha instalado de
a poco en Buenos Aires, sin dudas la capital hi pster de América latina. Más precisamente en los alrededores de Palermo, porque Palermo es ya demasiado mainstream ." Hipster es alguien que se rige 100% según las tendencias de consumo de hoy en día en la vida urbana. Pero es un consumo muy específico en el que se valora mucho la manufactura, el diseño, la calidad, los referentes culturales. No es un consumo al voleo. Creo que el hipster habla más del contexto de ciudad en que vive. Si una ciudad no tiene Wi-Fi no hay hipsters ", dice Javier Obando, fotógrafo de On the Corner, un proyecto en el que retratan en la calle personas con un estilo original.
La palabra hipster no es nueva. A fines de los ?40 se la utilizaba en Estados Unidos para aquellos fanáticos del bop -un estilo de jazz-, y que incluía todo un estilo que imitaba a esos músicos negros a quienes admiraban, como podía ser Charlie Parker. Muchos de aquellos hipsters -el escritor Jack Kerouac es uno- formaron parte después de la denominada generación beat.
"Está muy claro que ser hipster hoy no es lo mismo que antes; todo lo que nace viene con una reacción honesta a lo que pasaba en el ambiente de esa época. Lo de hoy es sólo una moda; es estar a la moda, pero verte y actuar como si no lo estuvieras, mezclando lo popular con lo intelectual, todo fríamente calculado", dice a LA NACION Fabián Ciraolo, artista chileno que con sus ilustraciones transformó a íconos culturales en sus versiones hipsters . Una de las más famosas es la de Frida Kahlo con una remera de la banda Daft Punk, jeans y los brazos tatuados.
¿Una banda? La estadounidense Foster the people. ¿Series? Mad men, o Bored to death , con Jason Schwartzman. ¿Un director de cine? Wes Anderson, sin duda uno de sus favoritos. Si hablamos de marcas de ropa locales, Ay not dead. Ping pong es la actividad deportiva o entretenimiento nocturno, y Nueva York y París son los lugares predilectos para irse de vacaciones.
Y tal vez sean los miércoles de Rio Cafe -los "Rock in Rio"- uno de los puntos hipster de la noche porteña. Tiene todos los ingredientes: ambiente cool, DJ que musicalizan, una carta con platos de autor y un patio con barra donde el trago que más sale es el Marlon Brando, una caipiroska con jugo de berry y pepino. Y tratan de estar atentos a las convocatorias organizadas por los relaciones públicas de Oui Pr. Pero si de fiestas hipsters se trata también deben mencionarse las High on the Roof en la terraza del hotel Pulitzer o las Masterplan, en Crobar.
Y un evento que pese a los años sigue atrayendo hipsters es el Bafici, el festival de cine independiente de Buenos Aires. Ahí se los puede ver llegar en bicicleta -el transporte hipster por excelencia seguido por algún scooter con algunas décadas encima- en busca de esas películas que no se pueden perder.
Con unos enormes headphones blancos, Debora Velasco, estudiante de cine sanjuanina, escucha a las francesas CocoRosie mientras espera por ver una de las películas. Lleva chupines y unos Wayfarer de lectura. ¿Si es hipster ? Se ríe y dice que más de una vez se lo han preguntado, pero que no lo sabe y que mucho tampoco le importa.
Zonas de influencia
Erick Ricco, director de cine y fotógrafo brasileño de 27 años, también se ríe cuando se le pregunta lo mismo. "Pocos admiten ser hipsters , porque es una palabra usada siempre con algo de ironía. Yo quizá tenga algunas cosas: ando en bici, los tatuajes en los brazos y cierta nostalgia por la moda de los años 90", dice.Los más común es eso, que frecuenten ambientes laborales vinculados con la creatividad y que anden por los treinta. Tatiana Raichberg quizá sea una excepción: tiene veinte y ningún inconveniente de autodenominarse hipster . En 2010 abrió en Facebook la página Hipsters Argentina , una de las tantas que hay en la Web. Ella lo confiesa: fue punk, hardcore, emo, vintage... y ahora hipster . " Hipster es una persona que se interesa por la cultura underground, pero sin las etiquetas", cuenta.
Los barrios predilectos para un hipster son aquellos que rodean Palermo, como pueden ser Villa Crespo, Chacarita o Colegiales. Y en la zona sur de la Capital van a preferir Barracas antes que San Telmo. Pero tal vez la clave la tenga Flora Grzetic, styler de On the Corner: si los encontrás en un barrio que no te lo esperabas, mejor para ellos. Quiere decir que está a la moda de no estar a la moda.
Datos clave
- De los años 40. La cultura hipster nació en Estados Unidos en esa década, entre jóvenes blancos fanáticos del jazz y la música negra.
- Vigencia actual. Con una mirada alternativa del consumo, un toque intelectual y una bohemia estudiada, revivieron en Nueva York, especialmente en Brooklyn.
La era del consumo consciente
La subcultura hipster es ésa a la que nadie
quiere pertenecer, pero que representa tanto a su época, ésta, la
nuestra, que en algún aspecto nos alude, nos interpela a todos.
A diferencia de otras que la preceden (desde los punk hasta los fugaces floggers pasando por los neoespirituales), los hipsters
no pueden definirse por una estética precisa ni por una ideología
política, que no sea la moderación. Lo que los define es, sí, una clave
del tiempo en el que volvieron a emerger, los primeros años del siglo
XXI: su relación cercana con el consumo. Siempre conscientes, siempre
"alternativos", construyen sus distinciones en detalles que hacen notar y
marcan la diferencia.
No son "techies", pero conocen la tecnología y
aprovechan las aplicaciones del teléfono inteligente. Tampoco son
militantes ecológicos, pero no dudarían en defender las virtudes de los
comportamientos amigables con la naturaleza.
Una tríada estética que forman el arte contemporáneo, la moda con referencias vintage
y el cine independiente, los emparenta con el también creciente
fenómeno indie: a diferencia de los chicos sensibles y retraídos que
alumbraba la cultura joven de los 90 y primeros 2000, estos hipsters
se muestran extrovertidos y desprejuiciados aun con la cultura más
popular, siempre que alguna distancia irónica se deje ver. ¿Por qué no
bailarse un reggaeton para divertirse?, se preguntan.
Con raíces en los años cuarenta, cuando los chicos
blancos de los Estados Unidos aún no tenían a la juventud como valor
supremo y buceaban en la cultura negra tras descubrir las profundidades
del jazz, para los hipsters de este siglo, la calle, las redes
sociales y la discoteca son laboratorios de sociabilidad donde poner a
prueba esos pequeños signos distintivos que también pueden expresarse en
alguna erudición gastronómica, botánica o de diseño.
Eso sí, todos resisten al molde, porque esas
afirmaciones con pretensión individual tienen un costado menos visible:
nadie quiere ser igualado ni homologado con otro, ni aunque tenga el
jopo prolijamente desacomodado en el mismo lugar, ni el mismo bigote, ni
los mismos lentes...
De Brooklyn a los barrios porteños
Hace por lo menos una década que estos jóvenes blancos
de clase media y media alta interesados por el arte y la cultura
alternativa fueron ganando territorio por esos pagos. Y de la mano de
este consumo sofisticado vieron crecer una oferta a piacere a
su alrededor: un bistro francés en esa esquina, un restaurante de comida
thai en la otra y el indispensable vegetariano para esos días en que
van a actuar de acuerdo a sus convicciones. Y si de tomar café se trata,
los del Lower East Side en Manhattan son sus favoritos.
En el libro ¿Qué fue lo hipster? Una investigación sociológica
, el escritor y editor norteamericano Mark Greif lo define como "un
tipo de subcultura generada por el neoliberalismo" que se fue
construyendo desde 1999 hasta la actualidad. Reacción política bajo una
fachada de vicio, antiglobalización, ecologismo, vegetarianismo. Pero
sin "tomarse nada demasiado en serio, excepto a sí mismos".
Su filósofo de cabecera es Slavoj Zizek, un nihilista
de origen esloveno, y cuya obra integra el pensamiento de Jacques Lacan
con el de Karl Marx, y que proclama la no acción. En su libro The Hispter Handbook , donde busca decodificar el hipsterismo ,
el periodista norteamericano Robert Lanham los menciona como graduados
de una escuela de arte y, por supuesto, demócratas. En Buenos Aires ya
se consiguen... Hipsters .
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