Los padres siempre guardan en su memoria -en fotos y
en algún video casero- recuerdos y momentos únicos de sus hijos, esos
que atesoran y no quieren olvidar. La primera vez que balbuceó mamá y papá , cuando dio los primeros pasos tambaleantes, aquella vez que bailó alegremente al ritmo de su canción favorita.
Ahora se suman otros momentos inéditos: la primera vez
que llamó a la abuela con el celular de mamá, desbloqueándolo sin ningún
inconveniente; aquella vez que agarró la iPad en un descuido paterno y,
para sorpresa de todos, supo cómo pasar las pantallas y hasta ampliar
las fotos, o esa tarde que se puso a jugar con la Play junto a sus
hermanos mayores.
¿Cómo es que los más chicos tienen esta capacidad? ¿Por
qué los adultos necesitamos aprender a utilizar los equipos y ellos los
usan intuitivamente, sin ayuda? Es un hecho, desde edades muy
tempranas, muestran una sorprendente capacidad para el manejo de las
nuevas tecnologías. "Los adultos que no hemos sido educados en esas
tecnologías nos movemos entre ellas con la torpeza con la que hablamos
una segunda lengua que hemos aprendido de grandes, en comparación con la
fluidez con la que la hablan los niños nativos. Y es que, en efecto,
las nuevas tecnologías de la comunicación actúan como una lengua: es un
conjunto de prácticas regladas que producen efectos en los demás, con
sus normas sintácticas y su feedback inmediato sobre el
usuarios, acerca de cómo se ha desempeñado en la comunicación. Su
alfabeto es un conjunto de íconos más o menos constantes, y su gramática
no es más complicada que la lengua. ¿Por qué no iban a aprender los
niños a utilizarlos con la misma facilidad con la que aprenden su lengua
nativa?", plantea José Errasti, profesor del departamento de Psicología
de la Universidad de Oviedo, en España.
La historia de nuestra especie muestra un constante
progreso de habilidades instrumentales y de comunicación que podemos
desempeñar en forma eficiente y casi automática. "Un homo sapiens de
hace cuarenta mil años quedaría completamente fascinado por la
complejidad del lenguaje de un niño actual, de 3 o 4 años, y pensaría
que se halla ante un ser completamente diferente a él. La lectura es una
actividad complejísima, muy reciente en nuestra historia, si la miramos
con la perspectiva de los cien mil años de nuestra existencia, y
parecería inalcanzablemente difícil a nuestros antepasados remotos",
dice el profesor de la Universidad de Oviedo.
Para Errasti, el homo sapiens de hace cuarenta mil años
pensaría que las personas de la actualidad somos superhombres, pero si
fuera traído de recién nacido al presente manejaría Twitter y Facebook
de forma prodigiosa a los 5 años. "No ha habido cambios evolutivos en
nuestra especie, sino una evolución técnico-cultural a la que nos hemos
ido adaptando gradualmente -juzga el profesor-. Eso sí, el pensamiento
no es independiente de las tecnologías en las que se forma. Los medios
crean diferentes formas de pensamiento. No se piensa igual en las
sociedades ágrafas que en las alfabetizadas, y no cabe duda de que las
nuevas tecnologías llevarán aparejados nuevos estilos de pensamiento."
Otro dato interesante es el que aporta Florencia
Camozzi, psicóloga clínica: "Hoy encontramos juguetes para bebes a
partir de cuatro meses, que simulan ser teléfonos celulares. Desde ese
momento la tecnología se les presenta a los niños. Pero el bebe primero
lo utilizará como mordillo, luego como juguete que estimula lo auditivo y
lo visual, y más tarde lo usará como juguete de comunicación. Los niños
juegan con las tablets, crecieron con ellas. Las conocieron desde la
cuna. ¿El adulto? No jugó con la tecnología. La aprendió. La adquirió,
cuando ya el lenguaje era su principal modo de comunicación".
Chiche nuevo
Es sabido que el potencial de aprendizaje en los
primeros años de vida es enorme. En esta etapa se realiza un importante
aprendizaje lingüístico, se adquieren muchos conocimientos escolares y
saberes que nos resultaría muy difíciles de aprenden en otras edades de
la vida.
"Lo que para un adulto constituye un equipo
tecnológico, al que debe adaptarse, para el niño se trata, simplemente,
de un juguete maravilloso con cualidades casi mágicas que aparecen con
sólo tocarlo. En ese extraordinario mundo lúdico puede no haber
diferencia entre un sonajero y un celular", explica Ana Rozenbaum,
directora del Instituto de Enseñanza de la Asociación Psicoanalítica
Argentina (APA). Ella asegura que al tener tan a mano estos equipos los
chicos pueden acceder a ellos en cualquier momento, sin depender de un
adulto para hacerlos funcionar. "Con esto establecen rápidamente una
práctica donde el encuentro con la representación, el juego, la
distracción y la diversión hallan espacio y legitimación", dice.
Camozzi coincide con Rozenbaum y sostiene: "Los niños
para jugar utilizan un medio, un material, un juguete, que puede ser una
muñeca, un soldadito, un títere, lápices, un teléfono o una tablet.
Cuando miran estos objetos no se fijan cuál es más costoso con el fin de
cuidarlo. Para ellos el valor pasa por lo subjetivo y no por lo
material. La destrucción del objeto es parte del juego. Es parte de
construir su propia subjetividad. Los chicos investigarán, destruirán,
curiosearán, construirán sin el temor a hacer lo correcto, y es así como
llegan a conocer el objeto en profundidad".
Ellos aprenden a utilizar los dispositivos por ensayo y
error jugando. De la misma manera que se aprende a hablar: probando,
diciendo cosas de una manera o de otra. Luego el mundo premia, castiga y
corrige en función de que se hagan las cosas bien o mal. "Son
conocimientos que funcionan como las matrioshkas rusas, que se
construyen la una sobre las otras, como las capas de una cebolla. El
aprendizaje es como una bola de nieve que a partir de unos pequeños
ensayos y errores donde se aprenden algunas actividades muy básicas,
rápidamente empieza todo a funcionar de forma exponencial. Es muy
sorprendente", dice Errasti.
Marta Ida Tessari, presidenta de la Fundación Procesos
para el Estudio e Investigación del Aprendizaje y de la Asociación
Argentina de Terapia de Juego, explica: "El cerebro lo primero que hace
es imitar conductas. Desde muy chiquitos, los niños imitan a sus
hermanos y a sus padres. Aprender a manejar aparatos y juguetes para
ellos es un juego que incorporan a su proceso de desarrollo", sostiene.
Además, el profesor de la Universidad de Oviedo observa
que las tablets y los smartphones imitan el mundo físico o real.
"Cuando por ejemplo en el iPod se quiere pasar a la página siguiente se
hace el mismo gesto que haríamos al dar vuelta la página de un libro,
pasando el índice sobre la pantalla. Creo que estos dispositivos imitan
intencionalmente sus orígenes físicos para que sea más fácil aprender a
manejarlos", afirma Errasti.
Beneficios
Muchos psicólogos aseguran que la incorporación y el
uso de los dispositivos tecnológicos en los niños, en su medida justa,
ofrecen importantes beneficios. "La tecnología es ágil, divertida y
permite que los niños puedan interactuar dinámicamente, de allí la
pasión por los juegos electrónicos. Estos ayudan en la coordinación
visomotora, la atención sostenida, colabora en estrategias
anticipatorias, y les permite a los chicos crear, tener libertad de
acción y disfrutar", opina Tessari.
¿Demasiado temprano?
Pero no todo es tan simple. Un bebe necesita manipular objetos con todos sus sentidos: el olfato, el tacto, la gustación, la audición y la visión. El adulto que lo mira piensa que el niño sólo está jugando, pero en realidad, cuando el bebe está haciendo esto construye algo que le es esencial, sus indicaciones espaciales. Aprende a orientarse en el espacio y descubre las posibilidades de su propio cuerpo. "Una vez que el bebe construyó sus indicaciones espaciales pasa a una segunda etapa: la construcción de sus señales temporales. Lo hace escuchando cuentos o girando las páginas de un libro, con imágenes que le cuentan una historia. Esta narrativa incita a desarrollar la memoria cronológica. Para comprender cada nueva situación debe acordarse de lo que oyó o leyó anteriormente. Cuando las pantallas son introducidas demasiado temprano en su vida, el niño corre el riesgo de ser privado de todo esto y su desarrollo posterior puede afectarse seriamente", dice Serge Tisseron, psiquiatra, psicoanalista y director de Investigaciones de la Universidad París Ouest-Nanterre.
Los chicos que pasan mucho tiempo con las pantallas -según explica Tisseron- tienen desórdenes en la concentración, en la atención y dificultades escolares. "Esto no quiere decir que las pantallas no puedan aportar nada. Pero pueden hacerlo sólo después de que los infantes instalen las señales que ofrece la cultura tradicional a través del libro y de los juguetes en tres dimensiones. Desgraciadamente, si las pantallas toman demasiado temprano el lugar de las actividades tradicionales el niño corre peligro de ser debilitado por ellas y de fallar en la construcción de un pensamiento organizado, lógico", insiste el psiquiatra francés.
En todo caso, las nuevas tecnologías han alterado el orden en que aparecen las destrezas en los niños. "Un estudio realizado en Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra y Estados Unidos mostró que la mayoría de los niños de 2 a 5 años son capaces de jugar a los juegos de la computadora antes de aprender a atarse los cordones e, incluso, antes de aprender a andar en bicicleta", revela Waisburg.
En consecuencia existe un debate, y posiblemente continúen por mucho tiempo más, sobre si los chicos deben estar o no expuestos prematuramente a estas tecnologías (ver recuadro en la Pág. 4).
Waisburg aconseja: "La tecnología es una parte sumamente importante de nuestra vida y uno debería sentirse cómodo, seguro y aprovecharla. Los niños lo hacen con una naturalidad sorprendente". Por su parte, Camozzi sugiere: "No olvidemos que fuimos niños y desarmamos algún juguete. Debemos comprenden que cuando estamos frente a este objeto desconocido y por tal temido, es sólo un nuevo juguete que habrá que destruir para poder construir".
EN FRANCIA YA SE DIVULGA LA REGLA 3-6-9-12
Serge Tisseron, director de Investigaciones de la Universidad París Ouest Nanterre, propuso la Regla 3-6-9-12 para guiar a los padres sobre las edades adecuadas para el uso de cada tecnología. Desde 2011, esta información es divulgada por la Asociación Francesa de Pediatría Ambulatoria (AFPA).Las cinco reglas, resumidas, son:
1) Evitar las pantallas antes de los 3 años. Numerosos trabajos ponen de manifiesto que el niño menor de 3 años no gana nada al exponerlo con frecuencia a las pantallas.
2) No utilizar consolas de juegos portátiles antes de los 6 años. Tan pronto como los videojuegos se introducen en la vida del niño acaparan toda su atención en detrimento de otras actividades.
3) Nada de Internet antes de los 9 años y cuando puede ingresar debe hacerlo acompañado de un maestro o de los padres, quienes deben explicarles las tres reglas básicas del uso de Internet. Todo lo que se publica allí puede caer en el dominio público; todo lo que se sube a Internet quedará allí eternamente, y no todo lo que se encuentra allí es de fiar, por lo que deben consultarse otras fuentes porque no siempre es verdadera la información que se publica en la Red.
4) Internet sólo a partir de los 12 años. Los chicos podrán ingresar solos a partir de esa edad, pero su utilización debe ser con prudencia, los padres deben acompañarlo y definir reglas de uso, horarios y utilizar controles parentales.
5) La Regla 3-6-9-12 es necesaria, pero no suficiente. Es importante, además, controlar el tiempo que están frente a las pantallas a toda edad. Los chicos de entre 3 y 5 años no ganan nada por pasar más de una hora al día frente a las pantallas. Y se debe dar una educación que explique sobre los diferentes medios de comunicación, su producción, incluso -dice Tisseron-, sus modelos económicos.
Los niños siempre serán más listos que nosotros
Ariel TorresLa historia de la nota de tapa de esta edición arranca unos 25 años atrás, cuando estudiaba lingüística en la Universidad de Buenos Aires. Tuve el honor y el privilegio de cursar con profesores inmensos, como Beatriz Lavandera, que falleció en 1998, y Alejandro Raiter. Fue tal su influencia sobre mi pensamiento y, sobre todo, sobre mi libertad de pensamiento, que estuve muy cerca de dedicarme de lleno a esas asignaturas.
Sobre todo, aprendí una cosa: no hay preguntas tontas.
El día que empezamos a husmear en las teorías de Noam Chomsky nos encontramos frente a frente con un hecho incontrovertible: los niños aprenden a hablar con toda perfección un idioma (cualquier idioma) en sólo dos años, sin profesor, sin manual de gramática y sin sala multimedia.
No son, por otro lado, dos años cualesquiera de la vida, sino los dos primeros años, cuando el niño parece el ser más vulnerable de la Creación. Lo es, en un sentido. Pero, como se verá enseguida, nunca volveremos a ser tan listos como un chico.
Uno, que por entonces lidiaba laboriosamente con un par de lenguas clásicas y media docena de idiomas modernos, no podía sino sentirse un poco humillado por esta prodigiosa destreza infantil. Con un adicional obvio, pero ineludible: todos fuimos recién nacidos alguna vez. Todos pasamos por ese período casi sobrenatural en el que una función cerebral de increíble complejidad como el idioma fue programada por el ambiente hasta que un día salimos hablando con la fluidez de un politólogo. Y todos, alrededor de los 2 años, extraviamos esa maravillosa habilidad para siempre. En lo sucesivo, nos tocaría padecer los sinsabores de la memorización y la práctica para, más o menos, balbucear alguna lengua nueva. Lo dicho, nunca volveríamos a ser tan inteligentes.
Dos palabras
Esta extensa apostilla a nuestra nota de tapa de hoy es para añadir una visión, un dato, que de forma inesperada cayó en mis manos mientras plantábamos el artículo en las páginas del suplemento.Una de mis colegas, cuya hija sufre un síndrome que le causa discapacidad auditiva, verbal y visual, me contó todo lo que las computadoras e Internet significan para su niña. "Aunque tiene un espacio en el mundo donde socializa con amigos, no tiene amigos que la visiten en casa. Ahí sus amigos son la computadora e Internet. Los videos de YouTube, por ejemplo, le sirven para recrear situaciones del mundo. En Facebook tiene a los actores de las obras para chicos que se dan en el Paseo La Plaza, y se mantiene conectada con ellos." Le pregunté qué opinan sus médicos de esto. Me dijo que todos están 100% a favor, porque tales actividades significan un estímulo muy beneficioso para su hija, no sólo en lo intelectual y lo neuronal, sino también en el aspecto social y emocional.
Como digo siempre, desde la normalidad , desde la salud , y favor de notar las itálicas, es fácil criticar la informática. Pero el mundo real es demasiado complejo para encajarlo en sólo dos palabras. Excepto que digas: Sé feliz .lanacion.com
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