miércoles, 6 de julio de 2011

Psicología y práctica para vencer el miedo a volar


Scott McCartney
Se aferran a los descansabrazos y sostienen conversaciones tontas con sus vecinos de al lado. Se comen las uñas y rezan cuando escuchan los motores rugir antes del despegue. Toman pastillas para la ansiedad o alcohol, o las dos cosas. Todo esto y más para sobrevivir un vuelo.
Sin embargo, los expertos dicen que estos rituales pueden en realidad perjudicar a los pasajeros nerviosos ya que refuerzan su miedo.
 
Scott McCartney tells us about new techniques to ease aerophobia, the fear of flying. The fear can afflict people who must fly frequently, taking the form not of a full-blown phobia but as severe anxiety.
"Están manteniendo su ansiedad al intentar evitarla", explica Martin Seif, un psicólogo clínico y director asociado del Centro para el Tratamiento de la Ansiedad y la Fobia en el Centro Hospitalario de White Plains, en el estado de Nueva York.
Se calcula que entre 10% y 25% de las personas tiene miedo a volar. Aun cuando los vuelos comerciales son mucho más seguros que conducir un auto, la ansiedad es comprensible: volar puede parecer antinatural. Después de todo, no nacimos pájaros. El avión, un tubo de metal pesado, cruza los aires en un aparente desafío a la gravedad.
Los psicólogos dicen que, frecuentemente, las fobias aparecen cuando uno se acerca a los 30 años y afectan a aquellos con inteligencia superior al promedio. Pueden conocer todas las estadísticas vinculadas con la seguridad y, sin embargo, el simple hecho de comprar un pasaje les puede generar imágenes de terribles accidentes aéreos.
"Es increíble cuán petrificadas se quedan algunas personas", dice Ron Nielsen, un capitán retirado de US Airways Group Inc. que ha impartido cursos sobre el temor a volar en el aeropuerto internacional Sky Harbor, de Phoenix, desde 1987.
Para algunas personas, el miedo a volar es una fobia seria que se vuelve tan debilitante que evita que acepten trabajos que suponen volar, acudan a bodas o funerales de familiares o tomen vacaciones en destinos inaccesibles en auto. Para otros, los aviones se vinculan con otras ansiedades, como el temor a los espacios cerrados o el miedo a las alturas.
Además de clases, sitios web, libros y DVD dedicados a superar la fobia, en los últimos 10 años han aparecido las terapias de realidad virtual, que exponen a los participantes a la experiencia de volar sin sacar los pies de la tierra. Muchos aeropuertos y aerolíneas patrocinan clases dirigidas por terapeutas o pilotos.
Los psicólogos dicen que el temor a volar se supera mejor con una combinación de psicología y exposición a la experiencia de viajar. Sin importar la severidad de su fobia, la persona necesita entender lo que la genera y sus síntomas y tener maneras de enfrentarla, tales como técnicas de respiración y de relajación muscular. Tensar los músculos incrementa la ansiedad, por lo que la relajación puede hacer que la mente se olvide del pánico y que las personas modifiquen su respuesta emocional.
Además, los pasajeros temerosos necesitan entender la física y la mecánica de volar y gradualmente incrementar su exposición. Viajar por aire es una experiencia que tiene sustento científico, así que es importante entender cómo funciona. Familiarizarse con cómo las alas producen la fuerza de elevación, así como con los sonidos y sensaciones de un avión y la tarea de los pilotos, mecánicos, controladores aéreos y auxiliares de vuelo puede ayudar a calmar a los viajeros y enseñarles que su ansiedad es emocional, no racional.
Robert Reiner, que enseña en el Centro Médico Universitario de Nueva York y es director ejecutivo de un consultorio psicológico privado en Manhattan llamado Behavioral Associates, dice que ve cuatro veces más personas con miedo a volar que con temor a hablar en público. Él utiliza tratamientos de realidad virtual en sus pacientes. Gafas manejadas por computadora simulan la experiencia de volar, exponiendo a los pacientes al panorama, los sonidos y los movimientos típicos de un vuelo.
Jill Greenberg creció volando con frecuencia, pero como le ocurre a muchos, su fobia se despertó cuando se acercaba a los 30 años. Su ansiedad creció luego que un avión en el que viajaba fue impactado por un rayo, algo que los aviones están preparados para resistir sin problemas. En su siguiente vuelo, se aferró a una foto de su familia y se convenció de que nunca más vería a sus parientes.
La terapia de realidad virtual y las técnicas para controlar la respiración han hecho que vuelva a volar. "No me gusta cuando hay turbulencias, pero no la paso peor que la persona de mi costado", cuenta.
wsj.com

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