lunes, 19 de julio de 2010

En el nuevo polo científico / Avanza el centro binacional argentino-alemán

Nora Bär
LA NACION
La renovación del Teatro Colón será recordada, sin duda, como uno de los hitos del Bicentenario.
Pero para Florian Holsboer, director del Instituto de Psiquiatría de la Sociedad Max Planck, una de las organizaciones científicas más prestigiosas del mundo, y Eduardo Arzt, cofundador del Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular, del Conicet y la UBA, la construcción del Polo Científico que hoy se levanta aceleradamente entre las calles Juan B. Justo, Godoy Cruz, Soler y Paraguay, en un predio que durante años había languidecido al borde de las vías, puede llegar a superarlo.
Según los científicos, marcará un punto de inflexión no sólo en el desarrollo de esa parte de la ciudad, sino también en la dinámica del sistema científico local.
Tal vez sea sólo un sueño, pero por estos días mantiene bien altos los niveles de adrenalina de ambos investigadores, encargados de darle forma al que será el primer centro de investigación que funcionará allí y el primer instituto asociado que la Sociedad Max Planck tendrá en América latina.
"El Teatro Colón es insdispensable; es un epicentro de la cultura -aclara Holsboer, que acaba de pasar por Buenos Aires para seguir de cerca los avances del proyecto como encargado de la coordinación con el nuevo instituto asociado-. Pero desde el punto de vista económico, construir el Polo Científico es aún más importante; la ciencia es nuestro futuro."
Y agrega: "Un estudio calculó cuánto influyeron las universidades del área de Boston y las compañías que surgieron de ellas. Todo ese complejo contribuyó a crear una máquina de empleo de enorme impacto. Allí se diseñan nuevos productos; se gestionan patentes; trabajan abogados; se construyen edificios en los que funcionan empresas. El polo es la mejor inversión de la ciudad de Buenos Aires."
Con el respaldo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt), y del Conicet, desde hace tres años, Arzt y Holsboer están desarrollando un instituto de investigación biomédica que por primera vez establecerá una asociación formal entre la Sociedad Max Planck y la ciencia local.
En busca de la excelencia
Se trata de un compromiso mayor, que implica respetar las reglas de excelencia que rigen el funcionamiento de la organización europea en cuanto a la selección de los investigadores, el control de calidad del trabajo y la formación de jóvenes científicos. "Queremos ser un imán para los mejores talentos de la Argentina, América latina y el mundo -subraya Holsboer-, y para eso queremos comprometer no sólo al Estado argentino, que nos está dando su apoyo, sino también al sector privado. Porque un centro de investigación tan grande puede ser de gran ayuda para la economía." Según explica Arzt, cuando comience a funcionar, el instituto contará con 45 investigadores, y se espera que al cabo de cinco años alcance los 120.
"El tronco central será mi grupo [de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA], pero por ahora el resto de los jefes de equipo serán argentinos que regresarán del extranjero", comenta.
Ya hay cuatro jóvenes científicos argentinos comprometidos para liderar sendos equipos: Damián Refojo y Sofía Lavista Llanos, ambos regresarán de los institutos Max Planck, de Alemania; Mario Rossi vendrá desde Nueva York, y Valeria Yurkievich, del Instituto Oceanográfico Scripps, perteneciente a la Universidad de California en San Diego.
Para asegurar su participación, hubo que sortear creativamente obstáculos burocráticos considerables. "La Sociedad Max Planck no puede pagar sueldos en el exterior -explica Holsboer-, de modo que, por ejemplo, la Fundación Volkswagen se comprometió a hacerse cargo de los del equipo de Damián Refojo durante los primeros cinco años, y luego el Mincyt y el Conicet les ofrecerán un puesto estable en el sistema científico local. Eto es fantástico, porque así ellos podrán concentrarse en ayudar a Eduardo a construir este centro, sin tener que pensar qué harán cuando se termine su contrato."
Pero así como el estatus de instituto asociado ayuda a resolver muchas dificultades, también impone exigencias adicionales. Es lo que ocurre con la búsqueda del investigador que ocupará el cargo de director adjunto del nuevo centro. "Tendrá que ser aprobado por todas las secciones de la Sociedad Max Planck, como otros miembros -explica Holsboer-. Hay una sola persona así en este continente, que es Eduardo. El pasó por todas las pruebas, y su director adjunto tiene que ser del mismo nivel. Puede sonar un poco cruel, pero al mismo tiempo es una forma de asegurar que no se admita a nadie que no alcance la excelencia que buscamos."

De la cama al laboratorio
El nuevo instituto de biomedicina binacional argentino-alemán investigará en temas que integran la agenda de la llamada ciencia básica: cómo se activan y se desactivan nuestros genes, cómo se pliegan las proteínas y cómo todas estas diferentes señales actúan juntas.
Pero lo hará a partir de problemas que surjan de la práctica clínica. "Estamos abiertos a recibir problemas que llegan desde la cama del paciente y trabajar en el laboratorio para resolverlos", dice Holsboer.
Para el científico, el principal desafío que hoy afronta la salud pública es prolongar los años libres de enfermedad. "Estamos muy orgullosos de haber extendido la expectativa de vida, pero no ocurrió lo mismo con los años libres de enfermedad -afirma-. Por ejemplo, en el Parkinson se pierde el 80% de las células de dopamina en el cerebro antes de que se manifiesten los síntomas. De modo que si detectáramos las primeras señales antes de que se haya perdido el 10% podríamos intervenir precozmente. Y lo mismo ocurre con el Alzheimer."
Arzt agrega que el instituto se abocará a descubrir mecanismos moleculares que puedan utilizarse para el diagnóstico temprano y para encontrar nuevos blancos de acción en patologías como las enfermedades metabólicas, las neurológicas y, muy probablemente, algunos tipos de cáncer.

lanacion.com

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