Ni narcisista, ni egocéntrico, ni afeminado. Si los muchachos de antes usaban gomina, los de hoy se animan a las cremas faciales. Y no tienen problema en decirlo. Como aquellos, quieren verse bien, pero resulta que estos son más desprejuiciados. Sin embargo, los varones de hoy tienen otros rasgos que cruzan la barrera de lo estético y que marcan un cambio de perfil en el estereotipo de género: se involucran en la crianza de los chicos, realizan las tareas de la casa a la par de la mujer, demuestran más sus emociones y colocan a la familia en el podio de sus intereses. Este hombre, que parece haber dejado los tiempos de "conquista" para adolescentes y veinteañeros, distingue a su mujer y a sus hijos como lo más importante de la vida. Y se siente seguro de sí mismo.
A estas conclusiones generales, entre otras, arriba un estudio cualitativo y cuantitativo realizado recientemente por las consultoras Trendsity y TNS Gallup en pos de desentrañar las claves de la masculinidad, aquí y ahora.
Hacer actividad física (fútbol, caminatas y running están entre las preferidas), usar perfume, comer sano, ir a la peluquería o estar a la moda. En definitiva, cuidar la apariencia. Este es un aspecto constitutivo de la masculinidad hoy, un concepto que se ha modificado y que, a imagen y semejanza de los hombres actuales, define a seres más (pre)ocupados por verse bien. De hecho, según el mismo estudio, siete de cada diez consultados, de entre 34 y 45 años, cree que hay "un nuevo hombre" para el cual la imagen es "importante o muy importante". Y no puede sospecharse que detrás de este porcentaje revelador se esconda cierta inconformidad con lo que les devuelve el espejo: más de la mitad expresa, asimismo, estar satisfecho o muy satisfecho. Para ellos, la frase "los hombres que cuidan su apariencia no son hombres de verdad" es una reliquia del pasado que en estos días sólo puede inspirar desacuerdo (70 por ciento).
La pregunta más espontánea que surge al respecto, entonces, es: ¿por qué los caballeros del 2010 creen que cuidarse es tan importante? Porque es una manera de verse bien y de respetarse a uno mismo, para mantener las costumbres y el respeto por la vida social, porque permite otro trato a nivel laboral o, incluso, porque es una forma de mostrarse saludable, argumenta la mayoría.
Sin embargo, este update del paradigma no se limita a pibes y coqueterías. Además de no sentir vergüenza alguna de su afán por cuidarse, estos señores -jóvenes, con hijos, mayormente casados o en pareja y de segmentos socioeconómicos medios y altos- se definen como seres más sensibles. En su ranking de prioridades, la familia es lo más importante, seguida del trabajo, la salud y el crecimiento intelectual. Y de un menú generoso en opciones y temáticas, a la hora del voto quedan relegados a los últimos puestos el auto, la religión, las mujeres y el fútbol.
Además, la renovación alcanzó dos conceptos tradicionalmente vistos como pilares de la virilidad. Principalmente, el de "potencia", que ahora aparece más distante del imaginario de fuerza física y tamaño de los músculos, y más vinculado a la posibilidad de cumplir expectativas y objetivos, obtener éxito en el trabajo y, en el plano personal, proteger a sus seres queridos. Además, en estrecha relación con el anterior, se modificó el criterio de "cuidado". Aun cuando haya una concepción preexistente que, como una capa heredada, subsiste, "hay una convicción de que no se puede brindar algo positivo a los demás si uno no está comprometido e involucrado con su propio cuidado", subraya el estudio cualitativo de Trendsity.
Complejo y plural
Así, con los cambios de época -de consumo y de producción-, paradigmas y roles tienden a redefinirse. Parecería que ahora, cuando la primera década del futurista siglo XXI termina, la nueva configuración de masculinidad se apoya en la evidencia de que no existe un único modelo.
"Hay muy diferentes maneras de ser masculino -opina Eduardo Gosende, psicólogo de la UBA, docente e investigador dedicado a temas de género, consultado como especialista en el informe-. No hay una exigencia normativa tan fuerte como había antes; hoy hay más posibilidades de jugar, por esta inestabilidad que hay, debido a la desestabilización del binomio heterosexual. El orden de género empieza a tener menos rigidez; hay límites más flexibles entre los distintos géneros", analiza.
Lejos de la simplista antinomia de ser lo opuesto a una mujer, hoy el hombre es algo más complejo, plural y autodefinido.
El licenciado David Amorín, psicólogo especialista en constructivismo y educación (Flacso), entiende que en cuanto a las masculinidades emergentes hay que considerar un "aflojamiento de los estereotipos, donde la condición de varón aparece menos apuntalada sobre el ejercicio de dominación y poder hacia el sexo femenino, la necesidad de demostración de la virilidad y la baja expresión de los afectos en general".
Es que en el contexto actual, el estereotipo de varón tradicional (donde potencia era sinónimo de rudeza y cuidado personal, señal de debilidad) es fuertemente cuestionado. Los hombres de hoy están creando sus propios modelos de masculinidad. No existe una normativa tan fuerte como había antes, hay más posibilidades de definirse con propiedad y riqueza intrínseca y personal (y no por juego de polos opuestos, como las duplas hombre/mujer o metro/retrosexual). En la medida en no existe un claro y único patrón a seguir, los sujetos actuales definen de manera menos prejuiciosa, más creativa y más íntima su modo de poner en actos la masculinidad. Esta es, sin duda, la observación sociocultural más relevante a la que arriba la investigación.
Jóvenes, en pareja y con hijos
Los datos y conclusiones de este informe resultan de una investigación cualitativa realizada por la consultora Trendsity y un estudio cuantitativo a cargo de TNS Gallup Argentina, encargados por la marca Dove para el lanzamiento de su línea Men+Care. El primer análisis observó transformaciones sociales y culturales en Paraguay, Uruguay, Chile y la Argentina, con el aporte de especialistas de la región. El segundo se realizó entre febrero y marzo últimos en Capital y Gran Buenos Aires, sobre un universo de 302 casos (hombres de 34 a 45 años, de nivel socioeconómico ABC, con hijos).
lanacion.com
A estas conclusiones generales, entre otras, arriba un estudio cualitativo y cuantitativo realizado recientemente por las consultoras Trendsity y TNS Gallup en pos de desentrañar las claves de la masculinidad, aquí y ahora.
Hacer actividad física (fútbol, caminatas y running están entre las preferidas), usar perfume, comer sano, ir a la peluquería o estar a la moda. En definitiva, cuidar la apariencia. Este es un aspecto constitutivo de la masculinidad hoy, un concepto que se ha modificado y que, a imagen y semejanza de los hombres actuales, define a seres más (pre)ocupados por verse bien. De hecho, según el mismo estudio, siete de cada diez consultados, de entre 34 y 45 años, cree que hay "un nuevo hombre" para el cual la imagen es "importante o muy importante". Y no puede sospecharse que detrás de este porcentaje revelador se esconda cierta inconformidad con lo que les devuelve el espejo: más de la mitad expresa, asimismo, estar satisfecho o muy satisfecho. Para ellos, la frase "los hombres que cuidan su apariencia no son hombres de verdad" es una reliquia del pasado que en estos días sólo puede inspirar desacuerdo (70 por ciento).
La pregunta más espontánea que surge al respecto, entonces, es: ¿por qué los caballeros del 2010 creen que cuidarse es tan importante? Porque es una manera de verse bien y de respetarse a uno mismo, para mantener las costumbres y el respeto por la vida social, porque permite otro trato a nivel laboral o, incluso, porque es una forma de mostrarse saludable, argumenta la mayoría.
Sin embargo, este update del paradigma no se limita a pibes y coqueterías. Además de no sentir vergüenza alguna de su afán por cuidarse, estos señores -jóvenes, con hijos, mayormente casados o en pareja y de segmentos socioeconómicos medios y altos- se definen como seres más sensibles. En su ranking de prioridades, la familia es lo más importante, seguida del trabajo, la salud y el crecimiento intelectual. Y de un menú generoso en opciones y temáticas, a la hora del voto quedan relegados a los últimos puestos el auto, la religión, las mujeres y el fútbol.
Además, la renovación alcanzó dos conceptos tradicionalmente vistos como pilares de la virilidad. Principalmente, el de "potencia", que ahora aparece más distante del imaginario de fuerza física y tamaño de los músculos, y más vinculado a la posibilidad de cumplir expectativas y objetivos, obtener éxito en el trabajo y, en el plano personal, proteger a sus seres queridos. Además, en estrecha relación con el anterior, se modificó el criterio de "cuidado". Aun cuando haya una concepción preexistente que, como una capa heredada, subsiste, "hay una convicción de que no se puede brindar algo positivo a los demás si uno no está comprometido e involucrado con su propio cuidado", subraya el estudio cualitativo de Trendsity.
Complejo y plural
Así, con los cambios de época -de consumo y de producción-, paradigmas y roles tienden a redefinirse. Parecería que ahora, cuando la primera década del futurista siglo XXI termina, la nueva configuración de masculinidad se apoya en la evidencia de que no existe un único modelo.
"Hay muy diferentes maneras de ser masculino -opina Eduardo Gosende, psicólogo de la UBA, docente e investigador dedicado a temas de género, consultado como especialista en el informe-. No hay una exigencia normativa tan fuerte como había antes; hoy hay más posibilidades de jugar, por esta inestabilidad que hay, debido a la desestabilización del binomio heterosexual. El orden de género empieza a tener menos rigidez; hay límites más flexibles entre los distintos géneros", analiza.
Lejos de la simplista antinomia de ser lo opuesto a una mujer, hoy el hombre es algo más complejo, plural y autodefinido.
El licenciado David Amorín, psicólogo especialista en constructivismo y educación (Flacso), entiende que en cuanto a las masculinidades emergentes hay que considerar un "aflojamiento de los estereotipos, donde la condición de varón aparece menos apuntalada sobre el ejercicio de dominación y poder hacia el sexo femenino, la necesidad de demostración de la virilidad y la baja expresión de los afectos en general".
Es que en el contexto actual, el estereotipo de varón tradicional (donde potencia era sinónimo de rudeza y cuidado personal, señal de debilidad) es fuertemente cuestionado. Los hombres de hoy están creando sus propios modelos de masculinidad. No existe una normativa tan fuerte como había antes, hay más posibilidades de definirse con propiedad y riqueza intrínseca y personal (y no por juego de polos opuestos, como las duplas hombre/mujer o metro/retrosexual). En la medida en no existe un claro y único patrón a seguir, los sujetos actuales definen de manera menos prejuiciosa, más creativa y más íntima su modo de poner en actos la masculinidad. Esta es, sin duda, la observación sociocultural más relevante a la que arriba la investigación.
Jóvenes, en pareja y con hijos
Los datos y conclusiones de este informe resultan de una investigación cualitativa realizada por la consultora Trendsity y un estudio cuantitativo a cargo de TNS Gallup Argentina, encargados por la marca Dove para el lanzamiento de su línea Men+Care. El primer análisis observó transformaciones sociales y culturales en Paraguay, Uruguay, Chile y la Argentina, con el aporte de especialistas de la región. El segundo se realizó entre febrero y marzo últimos en Capital y Gran Buenos Aires, sobre un universo de 302 casos (hombres de 34 a 45 años, de nivel socioeconómico ABC, con hijos).
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