Los carteristas son moneda corriente en todas las grandes ciudades del mundo. Algunas como Londres, Madrid y Río de Janeiro suelen ser los escenarios más frecuentes de robos de billeteras, en muchos casos perpetrados por ingeniosos ladrones, verdaderos artistas del engaño.
La policía londinense alerta continuamente a los turistas sobre estos profesionales del robo. Recientemente, el dramaturgo británico Alan Bennet fue presa de uno de ellos mientras llevaba en el bolsillo su billetera, con 1.500 libras en efectivo (unos US$2.200).
De repente un transeúnte le volcó helado en su abrigo, "sin querer". Mientras le ayudaba a limpiarlo, la billetera desapareció.
En Madrid, el Partido Socialista (PSOE) señaló esta semana que los carteristas se han convertido en una "epidemia" y que actúan en el centro de la ciudad en "bandas organizadas" en las que "cada miembro juega un papel muy definido a la hora de cometer el robo".
En Barcelona abundan los robos al llamado estilo "Ronaldinho". Esta modalidad consiste en abordar a alguien con comentarios futbolísticos o simulando tener una pelota y en el desconcierto robarle la cartera.
A continuación, una pequeña lista con algunas de las tretas más frecuentes.
1. LANZAR EL CHORRO
El ketchup puede ser un aliado de los timadores.
Un clásico de todos los tiempos. Es la que sufrió el dramaturgo británico. Un chorro de helado, mostaza, ketchup o incluso una falsa caca de pájaro manchan accidentalmente la ropa de la víctima.
El carterista, supuestamente avergonzado, intenta reparar el error y limpiarle la mancha o darle una servilleta.
Como toda buena estafa, se trata de crear el momento apropiado, según explica Paul Wilson, parte del equipo del programa de la BBC "Real Hustle" ("el verdadero chanchullo"), que ha puesto en práctica las técnicas más clásicas para verificar su eficacia.
Los ladrones, explica Wilson, generan una situación en la que puedan acercarse a uno y tenerlo distraído por unos segundos, suficientes para dar el golpe.
La mejor forma de protegerse es estar al tanto de estas técnicas, asegura el experto, e identificar las situaciones en las que uno es vulnerable.
2. LA FOTO
Otra técnica de distracción. Una pareja le pide a la víctima que le tome una foto. Acto seguido, comienza a explicarle cómo funciona la cámara. Mientras el desprevenido los escucha, un tercero le quita la billetera.
El fotógrafo puede caer en la trampa.
El ingenuo incluso puede apoyar su bolso o cartera en el suelo para tomar la foto. No es necesario aclarar que cuando termine de tomar la foto, el bulto habrá desaparecido.
El engaño puede continuar: supuestamente agobiados, los fotografiados pretenden ayudar a la víctima y le piden los datos bancarios: número de tarjeta, clave, para llamar al banco y cancelar las tarjetas. Pero la persona del otro lado de la línea no es un empleado del banco, sino un cómplice que toma nota de los datos.
"Todo es cuestión de aprovechar la reacción de las personas ante un robo", explica Wilson. "Sus emociones van cambiando rápidamente y sienten que precisan ayuda. No se detienen a pensar en lo que están haciendo".
3. LA ESCALERA MECÁNICA
Las escaleras mecánicas, otro escenario del hurto.
Uno va por la escalera mecánica de la estación de metro o tren o en un centro comercial, y de repente a la persona que va delante se le caen algunas monedas. Se apura a recogerlas antes de llegar a destino, y uno intenta ayudarlo.
En el tumulto, un cómplice se encarga del resto: billetera, celular o lo que esté a mano.
"Los buenos robos existen desde hace siglos. Simplemente los reinventan y recrean según el mundo va cambiando", analiza Wilson.
4. EL CAJERO
Usted puede sentirse en alerta, pero los ladrones son muy inteligentes. En el cajero, pulsa cautelosamente los cuatro números de su clave y el importe que desea.
El cajero automático, un clásico.
De repente, alguien le toca el hombro y le pregunta si ese billete que está en el suelo se le cayó a usted. Usted mira el billete, impresionado por la honestidad del desconocido, y le dice al ladrón que no es suyo.
Cuando vuelve a mirar el cajero, el dinero está pero la tarjeta no. Un cómplice del desconocido la ha tomado. Para cuando usted nota lo que ocurrió, el ladrón ya está lejos, ha memorizado su clave (que espió mientras estaba detrás suyo) y en cuestión de segundos estará junto a su cómplice en otro cajero, extrayendo su dinero.
Los ladrones más expertos son buenos psicólogos y saben usar la presión social –en este caso, la de la cola del cajero automático- para distraer a sus víctimas.
5. EL BUEN SAMARITANO
"A la mayoría de la gente le da gusto ayudar a alguien. Nos hace sentir bien con nosotros mismos, y los artistas del robo cuentan con eso", advierte Wilson.
Atención con el "falso oficinista".
Es por eso que un pedido de ayuda suele dar buenos resultados.
En el programa de la BBC "Real Hustle", un miembro del equipo vestido de empresario interceptaba a los transeúntes y, compungido, les explicaba que le acababan de robar el portafolios. Pedía una pequeña suma de dinero y la tarjeta personal de las personas para luego devolverles el dinero.
En una hora, hizo más de 50 libras (US$75).
"A todos nos reconforta dar una mano, y si la persona se parece a nosotros, sentimos empatía. Lo que diferencia a un artista de la estafa de un simple carterista es que en vez de tomar el dinero directamente lo pide, y uno suele dárselo", resume Wilson.
bbc.co.uk
La policía londinense alerta continuamente a los turistas sobre estos profesionales del robo. Recientemente, el dramaturgo británico Alan Bennet fue presa de uno de ellos mientras llevaba en el bolsillo su billetera, con 1.500 libras en efectivo (unos US$2.200).
De repente un transeúnte le volcó helado en su abrigo, "sin querer". Mientras le ayudaba a limpiarlo, la billetera desapareció.
En Madrid, el Partido Socialista (PSOE) señaló esta semana que los carteristas se han convertido en una "epidemia" y que actúan en el centro de la ciudad en "bandas organizadas" en las que "cada miembro juega un papel muy definido a la hora de cometer el robo".
En Barcelona abundan los robos al llamado estilo "Ronaldinho". Esta modalidad consiste en abordar a alguien con comentarios futbolísticos o simulando tener una pelota y en el desconcierto robarle la cartera.
A continuación, una pequeña lista con algunas de las tretas más frecuentes.
1. LANZAR EL CHORRO
El ketchup puede ser un aliado de los timadores.
Un clásico de todos los tiempos. Es la que sufrió el dramaturgo británico. Un chorro de helado, mostaza, ketchup o incluso una falsa caca de pájaro manchan accidentalmente la ropa de la víctima.
El carterista, supuestamente avergonzado, intenta reparar el error y limpiarle la mancha o darle una servilleta.
Como toda buena estafa, se trata de crear el momento apropiado, según explica Paul Wilson, parte del equipo del programa de la BBC "Real Hustle" ("el verdadero chanchullo"), que ha puesto en práctica las técnicas más clásicas para verificar su eficacia.
Los ladrones, explica Wilson, generan una situación en la que puedan acercarse a uno y tenerlo distraído por unos segundos, suficientes para dar el golpe.
La mejor forma de protegerse es estar al tanto de estas técnicas, asegura el experto, e identificar las situaciones en las que uno es vulnerable.
2. LA FOTO
Otra técnica de distracción. Una pareja le pide a la víctima que le tome una foto. Acto seguido, comienza a explicarle cómo funciona la cámara. Mientras el desprevenido los escucha, un tercero le quita la billetera.
El fotógrafo puede caer en la trampa.
El ingenuo incluso puede apoyar su bolso o cartera en el suelo para tomar la foto. No es necesario aclarar que cuando termine de tomar la foto, el bulto habrá desaparecido.
El engaño puede continuar: supuestamente agobiados, los fotografiados pretenden ayudar a la víctima y le piden los datos bancarios: número de tarjeta, clave, para llamar al banco y cancelar las tarjetas. Pero la persona del otro lado de la línea no es un empleado del banco, sino un cómplice que toma nota de los datos.
"Todo es cuestión de aprovechar la reacción de las personas ante un robo", explica Wilson. "Sus emociones van cambiando rápidamente y sienten que precisan ayuda. No se detienen a pensar en lo que están haciendo".
3. LA ESCALERA MECÁNICA
Las escaleras mecánicas, otro escenario del hurto.
Uno va por la escalera mecánica de la estación de metro o tren o en un centro comercial, y de repente a la persona que va delante se le caen algunas monedas. Se apura a recogerlas antes de llegar a destino, y uno intenta ayudarlo.
En el tumulto, un cómplice se encarga del resto: billetera, celular o lo que esté a mano.
"Los buenos robos existen desde hace siglos. Simplemente los reinventan y recrean según el mundo va cambiando", analiza Wilson.
4. EL CAJERO
Usted puede sentirse en alerta, pero los ladrones son muy inteligentes. En el cajero, pulsa cautelosamente los cuatro números de su clave y el importe que desea.
El cajero automático, un clásico.
De repente, alguien le toca el hombro y le pregunta si ese billete que está en el suelo se le cayó a usted. Usted mira el billete, impresionado por la honestidad del desconocido, y le dice al ladrón que no es suyo.
Cuando vuelve a mirar el cajero, el dinero está pero la tarjeta no. Un cómplice del desconocido la ha tomado. Para cuando usted nota lo que ocurrió, el ladrón ya está lejos, ha memorizado su clave (que espió mientras estaba detrás suyo) y en cuestión de segundos estará junto a su cómplice en otro cajero, extrayendo su dinero.
Los ladrones más expertos son buenos psicólogos y saben usar la presión social –en este caso, la de la cola del cajero automático- para distraer a sus víctimas.
5. EL BUEN SAMARITANO
"A la mayoría de la gente le da gusto ayudar a alguien. Nos hace sentir bien con nosotros mismos, y los artistas del robo cuentan con eso", advierte Wilson.
Atención con el "falso oficinista".
Es por eso que un pedido de ayuda suele dar buenos resultados.
En el programa de la BBC "Real Hustle", un miembro del equipo vestido de empresario interceptaba a los transeúntes y, compungido, les explicaba que le acababan de robar el portafolios. Pedía una pequeña suma de dinero y la tarjeta personal de las personas para luego devolverles el dinero.
En una hora, hizo más de 50 libras (US$75).
"A todos nos reconforta dar una mano, y si la persona se parece a nosotros, sentimos empatía. Lo que diferencia a un artista de la estafa de un simple carterista es que en vez de tomar el dinero directamente lo pide, y uno suele dárselo", resume Wilson.
bbc.co.uk
No hay comentarios:
Publicar un comentario