Malin Rising
Agencia AP
ESTOCOLMO.- Será un momento de gloria de la realeza, en contraste con el sombrío telón de fondo de la crisis financiera en Europa.
La boda entre la princesa Victoria, heredera del trono de Suecia, y su entrenador personal, Daniel Westling, que se realizará mañana en la catedral de Estocolmo, ha desencadenado un debate sobre por qué un país tan igualitario en casi todos los aspectos conserva aún una institución tan arcaica y costosa.
Como en las vecinas monarquías de Noruega y Dinamarca, las responsabilidades de la casa real son en Suecia puramente ceremoniales. Pero sus miembros siguen gozando de una vida privilegiada en comparación con la de la gente común, una disparidad que se ha vuelto más evidente con los preparativos para la boda.
Muchos suecos cuestionan los 2,5 millones de dólares que costará la boda -la mitad de esa cifra saldrá de los bolsillos de los contribuyentes- en un momento en el que a los ciudadanos comunes se les pide que soporten una nueva época de austeridad.
La casa real defiende los copiosos gastos y argumenta que la boda generará grandes ingresos por el turismo y las ventas de souvenirs. Pero hay cada vez más quejas contra la realeza. Desde que Victoria, de 32 años, y Westling, de 36, anunciaron su compromiso, hace un año, los socios de la Asociación Republicana Sueca se duplicaron y más de 56.000 personas se han unido a un grupo de Facebook que convoca a negarse a pagar esa boda.
Mientras los programas de TV y los periódicos han especulado sobre los atuendos de la ceremonia y sobre las reglas de etiqueta de la realeza, los columnistas han empezado a debatir sobre la monarquía. En Estocolmo, un grupo de poetas rechazó el pedido de que compusieran poemas para la celebración de la boda, y en cambio escribieron poemas antimonárquicos. "La familia real es una garantía de la sociedad clasista, y ése es el argumento decisivo contra la monarquía", dijo uno de los poetas, Thomas Tidholm. "Creo que esta boda puede resultar contraproducente", dijo después de leer su poema en un bar de Estocolmo. "Será tan prolongada que hartará a la gente."
Según la casa real, la mitad del costo de la boda será pagado por el padre de Victoria, el rey Carlos XVI Gustavo, y la otra mitad por el gobierno. Se espera también que el Estado sueco gaste millones de dólares en la renovación de la catedral, en seguridad y en la recepción de los medios internacionales.
Las últimas estadísticas indican que los suecos, al igual que sus vecinos noruegos, han empezado a cuestionar la monarquía. Según una encuesta realizada en abril por el Instituto SOM de la Universidad de Gotemburgo, el 56% de los suecos quiere conservar la monarquía, una franca disminución con respecto al 63% registrado en 2003.
En Noruega, el apoyo ha disminuido a alrededor del 60% en los últimos años, una franca caída del estable 80% que prevaleció durante los años de la posguerra, mientras que en Dinamarca el respaldo a la monarquía ha permanecido firme en un nivel de alrededor del 80%. "La gente ha despertado y dice que esto no está bien, que en el siglo XXI todavía no hemos avanzado más hacia el logro de la igualdad", dijo Peter Althin, director de la Asociación Republicana Sueca.
La mayoría de los suecos se sienten complacidos al ver que Victoria se casa con un hombre del pueblo, aunque algunos dicen que eso podría destruir la imagen de cuento de hadas que la monarquía necesita para sobrevivir. Westling creció en una familia de clase media en el pueblo rural de Ockelbo. Su madre era empleada de la oficina de correos y su padre era gerente del centro de servicios sociales.
Herman Lindqvist, un historiador, sostiene que la ausencia de escándalos y la capacidad de la monarquía de adaptarse a los cambios han sido cruciales para su supervivencia. Según dice, el matrimonio de Victoria con un plebeyo contribuirá a preservar la popularidad de la monarquía.
"Es lo mejor que podría haber ocurrido, porque es un agente de popularización", dice Lindqvist y agrega que no le resulta raro que un país como Suecia tenga una monarquía. "Los tres países más democráticos de Europa, los más igualitarios, son Suecia, Noruega y Dinamarca, y los tres son monarquías."
Traducción de Mirta Rosenberg
lanacion.com
Agencia AP
ESTOCOLMO.- Será un momento de gloria de la realeza, en contraste con el sombrío telón de fondo de la crisis financiera en Europa.
La boda entre la princesa Victoria, heredera del trono de Suecia, y su entrenador personal, Daniel Westling, que se realizará mañana en la catedral de Estocolmo, ha desencadenado un debate sobre por qué un país tan igualitario en casi todos los aspectos conserva aún una institución tan arcaica y costosa.
Como en las vecinas monarquías de Noruega y Dinamarca, las responsabilidades de la casa real son en Suecia puramente ceremoniales. Pero sus miembros siguen gozando de una vida privilegiada en comparación con la de la gente común, una disparidad que se ha vuelto más evidente con los preparativos para la boda.
Muchos suecos cuestionan los 2,5 millones de dólares que costará la boda -la mitad de esa cifra saldrá de los bolsillos de los contribuyentes- en un momento en el que a los ciudadanos comunes se les pide que soporten una nueva época de austeridad.
La casa real defiende los copiosos gastos y argumenta que la boda generará grandes ingresos por el turismo y las ventas de souvenirs. Pero hay cada vez más quejas contra la realeza. Desde que Victoria, de 32 años, y Westling, de 36, anunciaron su compromiso, hace un año, los socios de la Asociación Republicana Sueca se duplicaron y más de 56.000 personas se han unido a un grupo de Facebook que convoca a negarse a pagar esa boda.
Mientras los programas de TV y los periódicos han especulado sobre los atuendos de la ceremonia y sobre las reglas de etiqueta de la realeza, los columnistas han empezado a debatir sobre la monarquía. En Estocolmo, un grupo de poetas rechazó el pedido de que compusieran poemas para la celebración de la boda, y en cambio escribieron poemas antimonárquicos. "La familia real es una garantía de la sociedad clasista, y ése es el argumento decisivo contra la monarquía", dijo uno de los poetas, Thomas Tidholm. "Creo que esta boda puede resultar contraproducente", dijo después de leer su poema en un bar de Estocolmo. "Será tan prolongada que hartará a la gente."
Según la casa real, la mitad del costo de la boda será pagado por el padre de Victoria, el rey Carlos XVI Gustavo, y la otra mitad por el gobierno. Se espera también que el Estado sueco gaste millones de dólares en la renovación de la catedral, en seguridad y en la recepción de los medios internacionales.
Las últimas estadísticas indican que los suecos, al igual que sus vecinos noruegos, han empezado a cuestionar la monarquía. Según una encuesta realizada en abril por el Instituto SOM de la Universidad de Gotemburgo, el 56% de los suecos quiere conservar la monarquía, una franca disminución con respecto al 63% registrado en 2003.
En Noruega, el apoyo ha disminuido a alrededor del 60% en los últimos años, una franca caída del estable 80% que prevaleció durante los años de la posguerra, mientras que en Dinamarca el respaldo a la monarquía ha permanecido firme en un nivel de alrededor del 80%. "La gente ha despertado y dice que esto no está bien, que en el siglo XXI todavía no hemos avanzado más hacia el logro de la igualdad", dijo Peter Althin, director de la Asociación Republicana Sueca.
La mayoría de los suecos se sienten complacidos al ver que Victoria se casa con un hombre del pueblo, aunque algunos dicen que eso podría destruir la imagen de cuento de hadas que la monarquía necesita para sobrevivir. Westling creció en una familia de clase media en el pueblo rural de Ockelbo. Su madre era empleada de la oficina de correos y su padre era gerente del centro de servicios sociales.
Herman Lindqvist, un historiador, sostiene que la ausencia de escándalos y la capacidad de la monarquía de adaptarse a los cambios han sido cruciales para su supervivencia. Según dice, el matrimonio de Victoria con un plebeyo contribuirá a preservar la popularidad de la monarquía.
"Es lo mejor que podría haber ocurrido, porque es un agente de popularización", dice Lindqvist y agrega que no le resulta raro que un país como Suecia tenga una monarquía. "Los tres países más democráticos de Europa, los más igualitarios, son Suecia, Noruega y Dinamarca, y los tres son monarquías."
Traducción de Mirta Rosenberg
lanacion.com
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