Fabiola Czubaj
LA NACION
Casi siempre, los excesos juegan en contra. Y eso puede suceder también en el afán por lograr la máxima sensación posible de "limpieza" íntima femenina mediante las duchas vaginales, el rasurado y el uso de desodorantes o jabones perfumados.
El exceso de higiene puede alterar el equilibrio natural entre los microorganismos que forman la flora vaginal, una barrera de defensa contra problemas como el ardor, la picazón, el flujo excesivo e infecciones. Hábitos como el uso de pantalones ajustados o el tan publicitado "hilo dental" (como se llama a un modelo ultradiminuto de ropa interior) o no cambiar el protector diario pueden agravarlo más.
"Las irritaciones aumentan con el verano, el uso de la malla y la humedad de la pileta y la playa. Son muy molestas y vergonzantes para la mujer -indicó la doctora Susana Pilnik, de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y de la Reproducción-. Hoy, hasta un 80% de las consultas fuera del control ginecológico anual son por picazón, ardor e irritación."
En la mayoría de los casos, eso ocurre cuando los tejidos íntimos pierden el nivel óptimo de acidez, que sabiamente impide que alguno de los bacilos, los parásitos y una que otra bacteria de la flora prolifere por sobre las demás. "Para mantener la sensación de limpieza y frescura -agregó Pilnik, del Hospital Italiano-, la mujer busca en el protector diario, el uso del bidet o el desodorante íntimo esa falsa sensación durante las diez o doce horas fuera de su casa."
Eso desequilibra el pH y aumenta la vulnerabilidad. "La higiene con todos los productos disponibles, más la depilación «profunda» para usar el biquini y, ahora, los procedimientos de estética vulvar sin aval científico, están generando problemas que antes no veíamos", opinó la doctora Stella Raya, jefa de la Unidad de Internación en Ginecología del hospital Ramos Mejía y docente adscripta de la UBA.
Ese boom hace que las mujeres se higienicen hasta cuatro veces por día. "Eso aumenta la vaginosis -señaló-. Una cosa es el lavaje externo y superficial con un poco de jabón con pH ácido, pero otra el interno, con sustancias desinfectantes o elementos que alteran el pH, o las duchas prolongadas."
Por otro lado, el arrastre en el lavado favorece la diseminación de gérmenes. "La mucosa produce una sustancia que es el bacilo de Döderlein, o lactobacilo, que mantiene la acidez, que no les permite sobrevivir a los microorganismos", explicó Pilnik.
La humedad por los lavados o el uso de ropa interior que impide una adecuada ventilación potencia el riesgo de micosis, y los jeans ajustados irritan e inflaman la vulva (vulvitis).
"Hay que dormir sin bombacha -lanzó la doctora Silvina Witis, que dirigió durante 25 años el Consultorio de Ginecología de Lalcec-. La vulva siempre está tapada y eso genera un ambiente propicio para los hongos y otros problemas."
Hace tiempo, en la bibliografía se demostró que el rasurado aumenta el riesgo de infecciones en el periné, al causar mínimas heridas que pueden abrir camino a los gérmenes. "El vello enquistado se puede infectar", explicó el doctor Sergio Provenzano, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas. Precisó, también, que ciertos jabones retiran la cobertura grasa protectora de la vulva.
"Los que son muy cáusticos o con mucho perfume causan reacciones alérgicas -dijo-. También, al higienizarse de atrás hacia adelante, los microorganismos de la zona perianal pueden entrar en contacto con la vaginal. Lo mismo antes de tener relaciones con penetración, cuando muchas veces el hombre los arrastra de atrás hacia adelante."
Casi siempre, los excesos juegan en contra. Y eso puede suceder también en el afán por lograr la máxima sensación posible de "limpieza" íntima femenina mediante las duchas vaginales, el rasurado y el uso de desodorantes o jabones perfumados.
El exceso de higiene puede alterar el equilibrio natural entre los microorganismos que forman la flora vaginal, una barrera de defensa contra problemas como el ardor, la picazón, el flujo excesivo e infecciones. Hábitos como el uso de pantalones ajustados o el tan publicitado "hilo dental" (como se llama a un modelo ultradiminuto de ropa interior) o no cambiar el protector diario pueden agravarlo más.
"Las irritaciones aumentan con el verano, el uso de la malla y la humedad de la pileta y la playa. Son muy molestas y vergonzantes para la mujer -indicó la doctora Susana Pilnik, de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y de la Reproducción-. Hoy, hasta un 80% de las consultas fuera del control ginecológico anual son por picazón, ardor e irritación."
En la mayoría de los casos, eso ocurre cuando los tejidos íntimos pierden el nivel óptimo de acidez, que sabiamente impide que alguno de los bacilos, los parásitos y una que otra bacteria de la flora prolifere por sobre las demás. "Para mantener la sensación de limpieza y frescura -agregó Pilnik, del Hospital Italiano-, la mujer busca en el protector diario, el uso del bidet o el desodorante íntimo esa falsa sensación durante las diez o doce horas fuera de su casa."
Eso desequilibra el pH y aumenta la vulnerabilidad. "La higiene con todos los productos disponibles, más la depilación «profunda» para usar el biquini y, ahora, los procedimientos de estética vulvar sin aval científico, están generando problemas que antes no veíamos", opinó la doctora Stella Raya, jefa de la Unidad de Internación en Ginecología del hospital Ramos Mejía y docente adscripta de la UBA.
Ese boom hace que las mujeres se higienicen hasta cuatro veces por día. "Eso aumenta la vaginosis -señaló-. Una cosa es el lavaje externo y superficial con un poco de jabón con pH ácido, pero otra el interno, con sustancias desinfectantes o elementos que alteran el pH, o las duchas prolongadas."
Por otro lado, el arrastre en el lavado favorece la diseminación de gérmenes. "La mucosa produce una sustancia que es el bacilo de Döderlein, o lactobacilo, que mantiene la acidez, que no les permite sobrevivir a los microorganismos", explicó Pilnik.
La humedad por los lavados o el uso de ropa interior que impide una adecuada ventilación potencia el riesgo de micosis, y los jeans ajustados irritan e inflaman la vulva (vulvitis).
"Hay que dormir sin bombacha -lanzó la doctora Silvina Witis, que dirigió durante 25 años el Consultorio de Ginecología de Lalcec-. La vulva siempre está tapada y eso genera un ambiente propicio para los hongos y otros problemas."
Hace tiempo, en la bibliografía se demostró que el rasurado aumenta el riesgo de infecciones en el periné, al causar mínimas heridas que pueden abrir camino a los gérmenes. "El vello enquistado se puede infectar", explicó el doctor Sergio Provenzano, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas. Precisó, también, que ciertos jabones retiran la cobertura grasa protectora de la vulva.
"Los que son muy cáusticos o con mucho perfume causan reacciones alérgicas -dijo-. También, al higienizarse de atrás hacia adelante, los microorganismos de la zona perianal pueden entrar en contacto con la vaginal. Lo mismo antes de tener relaciones con penetración, cuando muchas veces el hombre los arrastra de atrás hacia adelante."
Prurito genital
Una encuesta, realizada en octubre pasado por Soto Magariños a 250 argentinas de entre 18 y 64 años, reveló que al 54% le preocupaban la picazón y el prurito genitales; al 49%, los hongos, y al 42%, la sequedad vaginal. Pero sólo 1 de cada 4 hacía algo para prevenir esos problemas.
Eso sí: la mayoría usaba recursos adicionales a la ducha corporal, como los protectores diarios, el bidet, los desodorantes íntimos o la depilación o rasurado para evitar malos olores (92%) y sentirse limpia (93%) y cómoda (85%). "Ante las complicaciones, la tendencia es usar jabones más abrasivos para desinfectar, lo que sólo empeora la situación", dijo Pilnik.
Por su parte, Witis aconsejó usar la ducha corporal diaria para hacer un lavado íntimo con un jabón neutro, blanco y sin perfume ni desodorante. Si se tiene mucho flujo, se pueden usar toallitas sin perfume y cambiarlas durante el día, "aunque sería preferible usar dos bombachas". Y si se tiene demasiado vello, se puede recortar, pero no sacarlo por completo.
"Durante la menstruación, las toallitas son buenas, pero no hay que dejarlas todo el día porque son un buen caldo de cultivo. Si los tampones se cambian cada 3 horas, está bien, pero no hay que usarlos de noche."
De todo esto, según coincidieron algunos expertos, no suele hablarse porque genera pudor. "[En la consulta] se asume que la paciente sabe cómo higienizarse. Ante la complicación, sólo se dan las instrucciones -dijo Pilnik-. Es, en definitiva, el camino inverso del que debería ser."
Una encuesta, realizada en octubre pasado por Soto Magariños a 250 argentinas de entre 18 y 64 años, reveló que al 54% le preocupaban la picazón y el prurito genitales; al 49%, los hongos, y al 42%, la sequedad vaginal. Pero sólo 1 de cada 4 hacía algo para prevenir esos problemas.
Eso sí: la mayoría usaba recursos adicionales a la ducha corporal, como los protectores diarios, el bidet, los desodorantes íntimos o la depilación o rasurado para evitar malos olores (92%) y sentirse limpia (93%) y cómoda (85%). "Ante las complicaciones, la tendencia es usar jabones más abrasivos para desinfectar, lo que sólo empeora la situación", dijo Pilnik.
Por su parte, Witis aconsejó usar la ducha corporal diaria para hacer un lavado íntimo con un jabón neutro, blanco y sin perfume ni desodorante. Si se tiene mucho flujo, se pueden usar toallitas sin perfume y cambiarlas durante el día, "aunque sería preferible usar dos bombachas". Y si se tiene demasiado vello, se puede recortar, pero no sacarlo por completo.
"Durante la menstruación, las toallitas son buenas, pero no hay que dejarlas todo el día porque son un buen caldo de cultivo. Si los tampones se cambian cada 3 horas, está bien, pero no hay que usarlos de noche."
De todo esto, según coincidieron algunos expertos, no suele hablarse porque genera pudor. "[En la consulta] se asume que la paciente sabe cómo higienizarse. Ante la complicación, sólo se dan las instrucciones -dijo Pilnik-. Es, en definitiva, el camino inverso del que debería ser."
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