domingo, 11 de octubre de 2009

Alerta por un "aluvión" de chicos que van al psicólogo


Aluvión. Estallido. Hay especialistas que usan estas palabras para graficar una situación alarmante: cada vez son más los chicos que van al psicólogo. Incluso se habla de "patologización de la infancia". Es que hay más chicos y cada vez más pequeños con graves fallas en su estructuración psíquica. Pero también hay una peligrosa tendencia a la simplificación y un abuso de diagnósticos lineales que llevan a los chicos al consultorio y a veces hasta ser medicados. El tema involucra tanto a los padres que manifiestan serias dificultades para criar a sus hijos, como a los maestros y ciertos actores de la salud, que no siempre saben abordar estos problemas. El desborde es general: por motivos diferentes, los consultorios se llenan de chicos de todas las clases socioeconómicas.
Hay indicadores claros: no sólo hay más equipos de psicopedagogos apuntando la situación en las escuelas, sino que también creció la demanda de los servicios de salud mental de obras sociales, medicina privada y salud pública. Gregorio Alcain, director de Salud Mental de la comuna, habla de aluvión: "En los últimos cinco años es impresionante el crecimiento en la demanda". Habla de chicos con trastornos adaptativos y de ansiedad: "Hay más problemas de desestructuración social y familiar. Hay padres sin trabajo o que no cubren las necesidades básicas, y el malestar se trasmite a los hijos. Los chicos no ven un futuro".
José Adrián Calarlo coordina la Región V (Villa Soldati, Mataderos) del Programa de Asistencia a Escuelas Medias en el Area Socio-educativa: "Se ven situaciones de violencia familiar, abuso, vulnerabilidad social, abandono. Se los deriva a hospitales, centros de salud, defensorías, al programa de fortalecimiento de vínculos".
Felisa Widder, pediatra y psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), habla de estallido: "Aumentan las situaciones de violencia familiar, de abuso sexual y maltrato infantil en los diversos estratos sociales. Que la mujer deba trabajar como el hombre con horarios prolongados lleva al cansancio y al desencuentro de la pareja. La imposibilidad de la madre de estar más presente en la crianza de los hijos lleva a los padres a sentirse con culpa, lo que dificulta la puesta de límites. Además, los niños van desde muy chicos a los jardines maternales, pasan excesivas horas frente al televisor y la computadora, lo que anula las posibilidades del juego creativo con juguetes, tan importante para el proceso de pensamiento. Esto genera patologías como insomnio, inquietud, descontrol esfinteriano, trastorno de aprendizaje, falta de concentración, enfermedades psicosomáticas. Son formas de expresar su angustia". Andrés Rascovsky, presidente de APA, hace hincapié en la sociedad "compleja, contradictoria y violenta", y en el proceso de desestructuración familiar: "Es necesaria una familia sana para producir hijos sanos. Si no, son personalidades que se arman con déficits. Faltan elementos esenciales en la estructura psíquica". Stella Maris Rivadero, psicoanalista del Centro Dos, habla de padres desertores de sus funciones: "Los chicos se crían solos, llenos de múltiples actividades. Están desorientados, sin parámetros ni referentes. Y tienen problemas para relacionarse con los demás. La crianza implica amor, esfuerzo y tiempo".
Graciela Szyber acaba de publicar "Patologías actuales de la infancia". Plantea dos cuestiones: el mayor deterioro en los chicos, con profundos déficits en la estructuración subjetiva, producto de la ruptura de los lazos sociales y problemas de la época (familias desmembradas, niños con relaciones simétricas con sus padres), y por otro lado, la inmediatez actual que lleva a simplificar todo, con la consecuente patologización y hasta medicación: "El chico inquieto de antes hoy enseguida es tildado de algo y enviado a la consulta".
María Rizzi, psicoanalista de la Fundación Buenos Aires, habla de chicos con "cuadros más complicados", con tratamientos más largos y difíciles. Suele haber una entrevista con los padres, con los que se puede trabajar mucho, poco o nada. "Hay síntomas que son mensajes para los padres, pero otros no. El chico no sólo padece, también tiene un orden de responsabilidad en lo que le ocurre". Otros síntomas "disfuncionales": problemas de adaptación, agresión, aislamiento, depresión, enfermedades continuas, trastornos en la alimentación, falta de control de la motricidad, dificultades en el habla, miedos, pesadillas. Igual, más allá de las causas, afirma: "Un chico que sufre debe ser tratado".

Portavoces de los padres
Diana Baccaro
"Un chico que sufre debe ser tratado", dice una piscoanalista consultada para esta nota. Y en eso no hay debate. El problema es cuando se tiende a homogeneizar en lugar de identificar. No todos los chicos que se portan mal o viven al ritmo de un video clip, por ejemplo, tienen que ir a un consultorio. A veces, son sólo portavoces de sus padres y desnudan la falta de bordes contenedores de sus hogares. Una encuesta entre familias de clase media publicada hace unos meses en este diario reflejó que poner límites a los chicos es lo que más les cuesta a los padres. Marcar un territorio es justamente lo que ordena, contiene y procura evitar desbordes. Y según se dice también en esta nota, es necesaria una familia sana para producir hijos sanos. En algunos casos, entonces, la consulta con el psicólogo podría ayudar más a los padres que a los hijos.


Pis en la cama: de una cuestión tabú a un tema de consulta
El estudio "Problemas de conducta en niños y el estrés de la crianza asociado con la enuresis nocturna primaria", publicado en el Acta Pediátrica 91, concluye que la enuresis genera problemas de comportamiento en los niños y ocasiona estrés en los padres. Los resultados indican que los niños con enuresis tienen más problemas de comportamiento, y menor capacidad de relacionamiento social. Por otra parte, los padres de niños con enuresis manifiestan mayor estrés en la crianza. "Los niños con enuresis presentan trastornos en la conducta y baja autoestima, ya que hay algo que no pueden controlar", dice Eduardo Ruiz, Urólogo Infantil del Hospital Italiano. La Enuresis es un síntoma asociado a diversas causas, que pueden ser orgánicas o funcionales, que favorecen la emisión de orina durante las horas de descanso. Lo importante es tener claro que es un trastorno central que no depende de la voluntad. "Las consultas aumentaron notablemente porque antes era un tema tabú y ahora la gente está más abierta", explica Ruiz. El especialista diferencia entre la enuresis primaria y la secundaria. En el primer caso, los chicos no controlan el movimiento de la vejiga nocturna y habitualmente se hacen pis encima desde que dejaron los pañales. El segundo tipo se da cuando, chicos que dejaron el pañal sin problemas, al tiempo se hacen pis. "Este es un retroceso", dice Ruiz y explica que hay un trastorno psicológico.Entre las causas que lo desencadenan menciona una mudanza, una muerte, la separación de los padres. Hay otros chicos que se agarran alergias, asma o trastornos en la alimentación.

El riesgo de diagnosticar mal el déficit de atención
Hace un tiempo, mil profesionales (docentes, pediatras, psiquiatras, neurólogos, psicólogos y psicopedagogos), firmaron un grave documento que denunciaba que se estaba sobremedicando a la infancia. Estimaron que unos 200 mil chicos iban medicados a la escuela. Y todos rotulados con el famoso "ADD" (Trastorno por Déficit de Atención). Chicos distintos con diversos problemas, pero con el mismo diagnóstico y la misma droga como solución."Asistimos a una multiplicidad de diagnósticos psicopatológicos y de terapéuticas que simplifican las determinaciones de los trastornos infantiles y regresan a una concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y de su tratamiento", decía parte del informe, que entonces fue enviado a los ministerios de Salud y Educación. Lo que se quería dejar en claro es que lo peor que se puede hacer con chicos que presentan distintas problemáticas es homogeneizarlos en lugar de identificar cuáles son las razones que desencadenan sus comportamientos. De ninguna manera hay tantos chicos "ADD", y mucho menos que necesiten ser medicados, advertían los expertos. La droga es el metilfenidato, más conocida por su nombre comercial "Ritalina": mientras dura el efecto el chico está hiperconcentrado. Pero tiene infinidad de efectos adversos: cierra el apetito, da dolor de cabeza, trae problemas urinarios, derrames cerebrales, riesgos cardiovasculares y hasta muerte súbita. "Por suerte estamos viendo que bajó el requerimiento de medicación", dice el psiquiatra Juan Vasen. "El problema es que hoy en día hay una enorme presión para 'normalizar' a los chicos, además de la presión eficientista. Se los ocupa todo el día con mil actividades. Son chicos agotados, y que no tienen margen para que algo les salga mal. Es parte de esta sociedad hiperquinética. Los padres de hoy reclaman dureza, pero a ellos les falta firmeza".

clarin.com

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