Que el consumo de cannabis altera la memoria no es un secreto para la ciencia, ni tampoco para los usuarios de esta droga. Sin embargo, los efectos de la marihuana sobre las células cerebrales siguen arrojando resultados novedosos.
El último puede leerse esta semana en la revista 'Cell', donde un grupo de investigadores franceses y chinos explica cómo se las ingenia la marihuana para alterar la memoria espacial a corto plazo (la que nos permite procesar el contexto que nos rodea).
Y es que, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el principal ingrediente activo del cannabis (el tetrahidrocannabinol o THC), no altera directamente las neuronas, sino que actúa uniéndose primero a otro tipo de células cerebrales, los astrocitos. Pedro Grandes, de la Facultad de Medicina del País Vasco, y uno de los firmantes, subraya que una de las novedades del estudio radica en el hallazgo de ese mecanismo, "porque hasta ahora ya se sabía que la exposición aguda al THC provoca alteracioens de la memoria".
Como explica a ELMUNDO.es Manuel Guzmán, presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides, el hallazgo tiene sobre todo gran importancia a nivel básico. "Es la primera vez que se demuestra que los efectos del cannabis en la memoria a corto plazo no están mediados directamente por las neuronas", aclara. Sino que, como si de una escalera se tratase, el THC se une a los receptores de cannabinoides que hay en la superficie de los astrocitos; éstos segregan una sustancia denominada glutamato y éste, a su vez, se liga a los receptores de glutamato de las neuronas. Es decir, dejando al margen de este 'juego' a los receptores de cannabis de las neuronas.
El andamio cobra protagonismo
El estudio, encabezado por Giovanni Marsicano, del instituto francés de investigación Inserm, refuerza por primera vez el papel de esas células cerebrales estrelladas (los astrocitos o astroglios) en los efectos del cannabis; "pero deja abierto de momento porqué la droga se liga a unos receptores y no a otros".
En el estudio, llevado a cabo con ratones, se empleó una dosis muy elevada de THC, unos 5mg por cada kilo, cuando un porro ronda los 30 mg (es decir, unos 0,5 mg por kilo para un sujeto de unos 70 kg). Por eso, entre otras razones, Guzmán es más cauto a la hora de extraer conclusiones clínicas del ensayo. "Podríamos plantearnos tratar selectivamente unos receptores u otros para tratar problemas de memoria en pacientes con Alzheimer, pero ésa es una posibilidad muy lejana de momento".
En lo que sí incide esta investigación es en la importancia que cada vez están adquiriendo los astrocitos dentro de la población de células que componen nuestro cerebro. Por cada neurona, existen dos células de glia en nuestro cerebro, de las cuales, los astrocitos son las más numerosas. Hasta ahora se consideraban un mero 'pegamento' o andamiaje, pero "en la última década se ha acumulado la evidencia que demuestra que juegan un papel más activo en las conexiones entre neuronas [como ya demostraron investigadores españoles]", afirma el trabajo de 'Cell'.
Por qué el cannabis afecta a la memoria
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Que el consumo de marihuana y sus derivados provoca problemas de memoria es algo bien sabido. Sin embargo, el proceso concreto desencadenado por el tetrahidrocannabinol, el principio activo de esta planta, era una incógnita. Un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona detalla en el último número de la revista 'Nature Neuroscience' su acción en el cerebro.
El proceso de adquisición de memorias, ya sea de conocimientos, valores, experiencias o habilidades, se divide en diferentes fases. Primero, nos exponemos a aquello que vamos a aprender: la capital de Burkina Faso, cómo se usa un cuchillo... Luego, en nuestro cerebro tiene lugar el proceso de consolidación, unas 24 horas después. Si éste no sucede, entonces, no recordaremos.
Los descubrimientos realizados por Andrés Ozaita y Rafael Maldonado, especialistas en neurofarmacología de la Facultad de Ciencias de la Salud de la universidad barcelonesa, sugieren que el conocido efecto deletéreo de los cannabinoides sobre la memoria se debe, precisamente, a la interrupción del proceso de consolidación.
"Los animales a los que les administramos delta-9-tetrahidrocannabinol [THC] después de haber 'aprendido' una tarea no lo recordaban un día después", ha explicado a elmundo.es Ozaita. "Eso quiere decir que la exposición a estas sustancias interfiere en la consolidación de la memoria", añade el investigador.
Una compleja cascada de acontecimientos
El THC es una sustancia que pertenece a la familia de los cannabinoides. En nuestro cerebro existe un sistema que funciona con moléculas del mismo 'linaje', el endocannabinoide, que "interviene cuando es necesario disminuir el nivel de excitación neuronal", señala Ozaita. Para realizar su misión, estas moléculas se unen a los receptores cannabinoides (CB).
La sustancia activa del cannabis, el THC, actúa sobre los CB1, situados en unas neuronas del hipocampo, estructura relacionada con la memoria y la representación espacial. Cuando los cannabonoides se unen a los receptores de las interneuronas gabaérgicas, nombre concreto de estas células nerviosas, causan la activación de una vía de señalización molecular involucrada en el control de la síntesis de proteínas.
"La hipótesis de nuestro trabajo era que el incremento anómalo de la síntesis de proteínas en las sinapsis podía causar los problemas de memoria", señala Ozaita. Y sobre ella dispusieron sus experimentos, que confirmaron que la activación excesiva de la vía molecular mTOR, provocada por el THC, está asociada con déficits en la memoria.
En el futuro, este equipo científico planea estudiar los efectos de la exposición crónica a esta sustancia, "comprobar si a largo plazo se produce tolerancia, como ocurre con los opioides" y "descubrir la relación exacta entre el sistema endocannabinoide y la memoria", concluye este investigador.
Los efectos menos conocidos del cannabis
MARÍA VALERIO
MADRID.- Los poderes psicotrópicos del cannabis, un derivado extraído de la planta del cáñamo ('Cannabis sativa'), son conocidos por el ser humano desde hace miles de años. Sus 'propiedades embriagadoras', como decía ya Herodoto en el siglo V, se deben fundamentalmente al delta-9-tetrahidrocanabinol (THC), el cannabinoide responsable de sus efectos en el cerebro.
Cuando el consumidor inhala esta sustancia, generalmente fumando, el THC llega rápidamente al cerebro a través del torrente sanguíneo, por lo que sus efectos se sienten a los pocos minutos y pueden durar hasta dos o tres horas. Si se consume masticado, la cantidad de tetrahidrocanabinol que alcanza el cerebro es menor y tarda más en hacer efecto, porque se absorbe más lentamente.
El THC se encuentra en diferentes proporciones según el preparado que se utilice: marihuana (que es el resultado de la trituración de flores, hojas y tallos secos, con una concentración de entre el 1% y el 5%. ); hachís (elaborado a partir de la resina de las flores de la planta hembra y con una concentración del 15%-50%) o aceite de hachís (resina de hachís disuelta y concentrada al 25%-50%).
Como destacan los especialistas del Plan Nacional sobre Drogas, justo después del consumo se produce lo que se conoce como 'borrachera cannábica': sequedad de boca, ojos rojos, taquicardia, descoordinación, risa incontrolada, somnolencia, y alteración de la memoria, la atención o la concentración. Una sensación de euforia que no tarda en transformarse en un síndrome 'amotivacional' y una pérdida de interés por las cosas.
Riesgos desconocidos
Como explica a elmundo.es Amador Calafat, psiquiatra y director de la revista 'Adicciones', en las últimas décadas se había extendido en España y en otros países europeos "la sensación de que el cannabis era inocuo. Y parecía que el que no se tomaba un porro no se enteraba de lo que era bueno". No parece casualidad que sea la droga ilegal más consumida en todo el mundo; en 2003, el 30% de los españoles entre 15 y 64 años declaraba haberla probado alguna vez.
En su opinión, esta creencia generalizada se benefició de una cierta complicidad de algunos medios de comunicación ("que apoyaron la legalización"), de lo que él llama el "lobby del 68", y de "los vacíos científicos que existían sobre sus riesgos". Sin embargo, añade, ahora ya no quedan dudas sobre cuáles son los efectos del consumo de cannabis, tanto a corto como a largo plazo.
En el Reino Unido, por ejemplo, el gobierno acaba de endurecer la clasificación de esta droga para aumentar las penas de prisión para los consumidores y "proteger la salud de la gente joven".
Por un lado, explica Calafat, se ha demostrado que los problemas de concentración y de memoria "tienen efectos devastadores en el futuro de los jóvenes, porque les pilla en la mejor época de la vida para estudiar. Muchos de ellos experimentan dificultades de aprendizaje y abandonan los estudios antes de tiempo".
"Algunos trabajos apuntan a que estas capacidades cognitivas se pueden recuperar en parte al abandonar el hábito y salir de la intoxicación crónica que sufren los fumadores habituales, pero otras investigaciones señalan que quedan importantes secuelas en algunas áreas cerebrales", añade por su parte el doctor Magí Ferrer, miembro de la Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
Además, su consumo habitual puede generar dependencia y adicción (entre el 7% y el 10% de los casos) y existen evidencias que demuestran que las formulaciones modernas tienen mayor concentración de THC que el cannabis que se fumaba en los años sesenta; lo que aumenta sus efectos. Unos riesgos que, según coinciden los especialistas, siguen sin ser aún bien conocidos por la sociedad (en 1994, el 60% de los escolares españoles consideraba más peligroso fumarse un paquete diario de cigarrillos que tomar un porro esporádicamente).
Problemas mentales
Por ejemplo, el consumo de porros multiplica por dos las probabilidades de sufrir brotes psicóticos (con más riesgo a mayor dosis). "Parece que la marihuana podría actuar como desencadenante de estos ataques en personas con una cierta predisposición genética", advierte Calafat. Los trastornos se acentúan cuando el consumo se inicia antes de los 15 años [la media de edad de inicio en España son los 14,7 años], probablemente porque esta droga causa cambios neurobiológicos en un período clave del desarrollo cerebral.
Un reciente informe elaborado por expertos de la Oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca (EEUU), advierte de que los adolescentes que fuman marihuana tienen hasta un 40% más de riesgo de sufrir depresión, ansiedad, psicosis (alucinaciones) o algún tipo de enfermedad mental; especialmente en el caso de las chicas. Y aunque no se ha demostrado de una manera estadísticamente significativa que pueda causar esquizofrenia, sí parece que empeora sus síntomas y agrava los ataques. "Es complicado decir si las drogas tienen este efecto por sí mismas o porque abren la compuerta a algunos trastornos que no se hubiesen producido sin su consumo", admite Ferrer.
Este mismo documento explica que muchos jóvenes con síntomas depresivos están recurriendo a los porros para aliviar su malestar, "y no se dan cuenta de que la marihuana, en realidad, empeora su depresión". Los consumidores habituales, añade el informe, tienen pensamientos suicidas con tres veces más frecuencia que los otros chicos de su edad.
Además, el modo de consumo más frecuente es mezclado con el tabaco, fumado sin filtro y con largas caladas, lo que también podría incrementar la frecuencia de problemas pulmonares; desde cáncer hasta patologías cardiovasculares. Por si fuera poco, cada vez más datos advierten de la implicación del cannabis en los accidentes de tráfico y de su papel como puerta de entrada hacia otras drogas 'duras'.
elmundo.es
1 comentario:
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