martes, 11 de octubre de 2011

Los patinazos médicos más sonoros de los Nobel de Ciencia

Nobel
No hay mayor reconocimiento social y científico en el mundo para un investigador que el hecho de recibir el Premio Nobel. Conseguirlo no sólo aporta el prestigio máximo del mundo de la ciencia sino que, en muchos casos, la persona pasa de ser casi un completo desconocido a una autoridad pública encumbrada por los medios de comunicación.
Que los Nobel elevan a sus premiados al Olimpo de la Ciencia no es, en cierto modo, una exageración: Sus discursos y afirmaciones pasan al plano público con una autoridad casi divina. Sin embargo, a menudo se nos olvida que, pese a ser personas sobresalientes en campos concretos de la ciencia, siguen siendo tan humanos como nosotros, lo que incluye la humana propiedad de equivocarse, incluso estrepitosamente.

La ciencia en sí misma reniega del argumento de autoridad, pues son los hechos, las pruebas y los experimentos los que dan el peso de una afirmación. Si hoy en día un pobre becario científico aportase las pruebas suficientes para reformar la teoría de la relatividad, ni mil Einsteins podrían rebatirle. Y eso es lo bonito de la ciencia, que en buscar la verdad todos valemos lo mismo. Por eso resulta especialmente paradójico que los medios de comunicación y la sociedad en general otorguen una autoridad intocable a los Nobel de Ciencia (aun cuando hablan sobre temas que no son de su especialidad), algo que dista mucho del “espíritu” científico. Como veremos a continuación, ser Nobel no te hace inmune a caer en los más sonoros patinazos.

Kary Mullis y el negacionismo del sida
Kary-Mullis El estadounidense Kary Mullis es premio Nobel de Química por la invención de la reacción en cadena de la polimerasa, más conocida por sus siglas: PCR. La PCR ha resultado vital para el desarrollo exponencial de la genética y la genómica, al permitir obtener grandes cantidades de fragmentos de ADN en muy poco tiempo.

Mullis es también muy conocido por otra faceta muy distinta y polémica: es negacionista del SIDA. Según sus declaraciones, el virus del VIH es un virus inofensivo que no produce SIDA y la propia técnica que él desarrolló, la PCR, no es útil para diagnosticarlo. En 1993, el químico nos ofrecía esta peligrosa perla de “sabiduría”:
"Si hay alguna evidencia de que el VIH causa el SIDA, deben existir documentos científicos que de manera singular o colectivamente demuestren ese hecho, al menos con una elevada probabilidad. No existen tales documentos."

Lo cual estaría muy bien si no fuera porque no es verdad y ya en aquella época abundaban datos científicos que respaldaban de forma rotunda el virus del VIH como causa del SIDA. Mullis defiende la hipótesis de Peter Duesberg según la cual el SIDA tiene una causa tóxica, principalmente debida al consumo de drogas. También afirman, sin ruborizarse, que el propio tratamiento contra el SIDA puede ser causante de SIDA.

El complot conspiranoico tampoco falta en esta historia y Mullis piensa y proclama a los cuatro vientos que la razón por la cual se considera erróneamente que el VIH es el causante del SIDA es por la enorme presión que ejercen las farmacéuticas en el asunto. El Nobel también es disidente en cuanto a temas científicos de contaminación atmosférica, negando que el calentamiento global se deba a la quema de combustibles fósiles o que los gases CFC dañen la capa de ozono.

Luc Montaigner y la homeopatía
Luc-Montagnier El médico francés Luc Montaigner recibió el premio Nobel de Medicina en 2008 por el descubrimiento del VIH como causante del SIDA. Además, como buen descubridor del VIH, también ataca sin clemencia a los argumentos de los negacionistas del SIDA. Por todo lo anterior, no resulta de extrañar que nuestro Nobel patinante, Kary Mullis, y Montaigner se profesen un gran “amor” que exhiben en público mediante críticas entre ellos.

Además de lo anterior, Montaigner también es especialmente famoso por ser defensor de la homeopatía. En 2009, la fundación con su nombre, realizó un extraño experimento aplicando la metodología y el equipamiento patentado por Jacques Benveniste, famoso por la realización de delirantes experimentos para demostrar la memoria del agua y por la manipulación flagrante de resultados para defender a la homeopatía.

Según los resultados del estudio, Montaigner afirmaba que disoluciones con ADN de bacterias y virus dañinos, podían emitir ondas de radiofrecuencia que inducían en las moléculas de agua de alrededor un ordenamiento en nanoestructuras. Además, también afirmaba que el agua podía recordar estas propiedades incluso después de que las moléculas disueltas se hubieran diluido en extremo hasta el punto de desaparecer, respaldando así la memoria del agua.

El estudio salió en una revista científica de chichinabo, de escasa relevancia y recién creada (Interdisciplinary Sciences–Computational Life Sciences) y contenía garrafales errores metodológicos, además de especulaciones vagas y exageraciones varias. Lo cual no ha sido ningún impedimento para que los defensores de la homeopatía se agarren al estudio de Montaigner como a un hierro ardiendo al, según ellos, haber demostrado el mecanismo de acción de la homeopatía.

Y, así, Montaigner se convierte en uno de los ejemplos más llamativos de que puedes atacar la mala ciencia por un lado (el negacionismo del SIDA) y caer de lleno en ella por otro (la homeopatía). Así de divertida y rocambolesca es la vida de algunos Nobel.

Linus Pauling y la medicina ortomolecular
Linus-Pauling Linus Pauling fue toda una eminencia científica del siglo XX. No sólo ganó el premio Nobel de Química en 1954 por descubrir la naturaleza de los enlaces químicos, sino que también ganó, más tarde, el Nobel de la Paz por posicionarse en contra de las pruebas nucleares terrestres.

Linus Pauling fue un fuerte defensor de los beneficios de las vitaminas, sólo que con una visión un tanto peculiar. Además de los indispensables efectos de las vitaminas para el ser humano (con aparición de graves enfermedades por carencias), Pauling defendía el consumo elevado de éstas para potenciar su efecto beneficioso y acuñó el término medicina ortomolecular, convirtiéndose así en el inventor de esta pseudomedicina alternativa actual.

Su “musa” de entre todas las vitaminas fue, sin duda, la vitamina C. Allá por dónde pasaba no dudaba en difundir las supuestas bondades de la vitamina C a altas dosis ya fuera en cáncer, resfriados, alergias o lo que se terciara. Eso motivó que muchos de sus compañeros científicos le acusaran de charlatanería.

Muchas de esas afirmaciones llegan hasta nuestros días. De hecho, muchas de las creencias populares que existen en la actualidad sobre las bondades de la vitamina C a altas dosis tienen su origen en Pauling, como el archiconocido mito de que tomar mucha vitamina C previene el resfriado, lo cual se ha demostrado que es falso.

Desafortunadamente, Pauling no tenía razón sobre los efectos beneficiosos de altas dosis de vitaminas. Como se ha ido demostrando, un exceso en el consumo de vitaminas puede ser realmente perjudicial, aumentando el riesgo de padecer enfermedades, especialmente en casos de vitaminas liposolubles (como la vitamina A) que tienden a acumularse en el organismo. Como prácticamente todo en medicina, el beneficio se encuentra en el equilibrio.

PD: Muchas gracias a Jose Miguel Mulet por ser fuente de inspiración y ayuda en el artículo.
elpais.com

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