Nora Bär
LA NACION
La mayor parte de la literatura científica vincula el cáncer de mama con la acción de los estrógenos, y contra estas hormonas apunta el "armamento" terapéutico actual. Pero al parecer no está todo dicho en este tema. Un equipo de investigadores del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme) del Conicet identificó a un nuevo sospechoso en la "escena del crimen": la progesterona (el otro componente del binomio hormonal femenino).
Según los trabajos que desde hace más de una década vienen realizando la doctora Claudia Lanari y su grupo, ciertos tumores de mama no sólo expresan altos niveles de receptores para los progestágenos, sino que, en estudios experimentales, frecuentemente se revierten completamente cuando son sometidos a una hormonoterapia con bloqueadores de la progesterona.
Como suele suceder, Claudia Lanari,discípula de la doctora Christiane Dosne de Pasqualini en la Academia Nacional de Medicina y jefa del Laboratorio de Carcinogénesis Hormonal del Ibyme, llegó al cáncer de mama casi sin proponérselo. "Hice mi tesis doctoral en un tipo de tumores muy raros, llamados desmoides que generalmente no dan metástasis -cuenta-. Mi papá [el científico Alfredo Lanari] los trataba con progesterona y andaban muy bien. Entonces, a la doctora Pasqualini se le ocurrió que investigara esto en un modelo animal."
Pero como no había en ese momento un modelo de ratón, la investigadora y su equipo comenzaron a estudiar qué ocurría con otros tumores que tenían similitudes, los fibrosarcomas, que generaban introduciendo un cuerpo extraño (un pequeño cilindro de vidrio) debajo de la piel del roedor. La progesterona los mejoraba, pero inducía tumores de mama en las hembras.
"Fue algo inesperado -recuerda Lanari-: lo normal era que fueran la otras hormonas femeninas, los estrógenos, las que los causaran."
Así fue como, junto con el patólogo Alfredo Molinolo, la investigadora empezó a dedicarse al estudio de estos tumores que, según descubrió aquél, eran sorprendentemente parecidos a los humanos.
Y ése también fue el punto de origen de un largo y minucioso trabajo que dio lugar no sólo al modelo experimental del que carecían, sino que también permitió desarrollar unas líneas celulares que expresan receptores hormonales, que son invasivas y crean metástasis, por lo que representan una herramienta única para testear compuestos con actividad hormonal o antitumoral. La invención dio lugar a una patente obtenida por el Conicet y la Fundación Sales que ya fue aprobada en los Estados Unidos, Alemania, Suiza, Gran Bretaña, Francia, Suecia y España.
"Es uno de los pocos modelos de ratón que expresan receptores hormonales todo el tiempo -subraya la investigadora-. Además, como el 70% de los tumores humanos responde a hormonas, nos permite estudiar desde mecanismos de acción hasta resistencia a las terapias."
Por otro lado, si siempre se había pensado en los estrógenos como causa de los tumores malignos de mama, de pronto se sumaba la progesterona, una hormona que hasta el momento se consideraba protectora.
Es más, los científicos descubrieron que hay una asociación entre las dos formas del receptor [una suerte de puerta de entrada a la célula] de la progesterona (una más chica, llamada A, y una más grande, llamada B) y la respuesta al tratamiento. "En el tejido normal se observa la misma cantidad de unos que de otros, pero en los tumores de ratón, los que tienen más receptores A (los más chicos) serían los que más responden al tratamiento con antiprogestágenos -detalla Lanari-. Casualmente, este grupo es el que a su vez en humanos responde menos al tamoxifeno [el tratamiento usual]."
Para Lanari, lo más importante de este hallazgo es que ofrece nuevas herramientas que pueden complementar las conocidas. "Los tumores en general se vuelven resistentes a una hormona, pero pueden ser sensibles a otra -explica-. Lo interesante es tener una batería de terapias disponible."
La Fundación Sales, que sostiene los trabajos de la doctora Lanari desde 1996, ya emprendió iniciativas en el escenario internacional para interesar a grandes compañías farmacéuticas e institutos de investigación de la talla del Dana Farber Institute, de Harvard, en este desarrollo local.
lanacion.com
LA NACION
La mayor parte de la literatura científica vincula el cáncer de mama con la acción de los estrógenos, y contra estas hormonas apunta el "armamento" terapéutico actual. Pero al parecer no está todo dicho en este tema. Un equipo de investigadores del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme) del Conicet identificó a un nuevo sospechoso en la "escena del crimen": la progesterona (el otro componente del binomio hormonal femenino).
Según los trabajos que desde hace más de una década vienen realizando la doctora Claudia Lanari y su grupo, ciertos tumores de mama no sólo expresan altos niveles de receptores para los progestágenos, sino que, en estudios experimentales, frecuentemente se revierten completamente cuando son sometidos a una hormonoterapia con bloqueadores de la progesterona.
Como suele suceder, Claudia Lanari,discípula de la doctora Christiane Dosne de Pasqualini en la Academia Nacional de Medicina y jefa del Laboratorio de Carcinogénesis Hormonal del Ibyme, llegó al cáncer de mama casi sin proponérselo. "Hice mi tesis doctoral en un tipo de tumores muy raros, llamados desmoides que generalmente no dan metástasis -cuenta-. Mi papá [el científico Alfredo Lanari] los trataba con progesterona y andaban muy bien. Entonces, a la doctora Pasqualini se le ocurrió que investigara esto en un modelo animal."
Pero como no había en ese momento un modelo de ratón, la investigadora y su equipo comenzaron a estudiar qué ocurría con otros tumores que tenían similitudes, los fibrosarcomas, que generaban introduciendo un cuerpo extraño (un pequeño cilindro de vidrio) debajo de la piel del roedor. La progesterona los mejoraba, pero inducía tumores de mama en las hembras.
"Fue algo inesperado -recuerda Lanari-: lo normal era que fueran la otras hormonas femeninas, los estrógenos, las que los causaran."
Así fue como, junto con el patólogo Alfredo Molinolo, la investigadora empezó a dedicarse al estudio de estos tumores que, según descubrió aquél, eran sorprendentemente parecidos a los humanos.
Y ése también fue el punto de origen de un largo y minucioso trabajo que dio lugar no sólo al modelo experimental del que carecían, sino que también permitió desarrollar unas líneas celulares que expresan receptores hormonales, que son invasivas y crean metástasis, por lo que representan una herramienta única para testear compuestos con actividad hormonal o antitumoral. La invención dio lugar a una patente obtenida por el Conicet y la Fundación Sales que ya fue aprobada en los Estados Unidos, Alemania, Suiza, Gran Bretaña, Francia, Suecia y España.
"Es uno de los pocos modelos de ratón que expresan receptores hormonales todo el tiempo -subraya la investigadora-. Además, como el 70% de los tumores humanos responde a hormonas, nos permite estudiar desde mecanismos de acción hasta resistencia a las terapias."
Por otro lado, si siempre se había pensado en los estrógenos como causa de los tumores malignos de mama, de pronto se sumaba la progesterona, una hormona que hasta el momento se consideraba protectora.
Es más, los científicos descubrieron que hay una asociación entre las dos formas del receptor [una suerte de puerta de entrada a la célula] de la progesterona (una más chica, llamada A, y una más grande, llamada B) y la respuesta al tratamiento. "En el tejido normal se observa la misma cantidad de unos que de otros, pero en los tumores de ratón, los que tienen más receptores A (los más chicos) serían los que más responden al tratamiento con antiprogestágenos -detalla Lanari-. Casualmente, este grupo es el que a su vez en humanos responde menos al tamoxifeno [el tratamiento usual]."
Para Lanari, lo más importante de este hallazgo es que ofrece nuevas herramientas que pueden complementar las conocidas. "Los tumores en general se vuelven resistentes a una hormona, pero pueden ser sensibles a otra -explica-. Lo interesante es tener una batería de terapias disponible."
La Fundación Sales, que sostiene los trabajos de la doctora Lanari desde 1996, ya emprendió iniciativas en el escenario internacional para interesar a grandes compañías farmacéuticas e institutos de investigación de la talla del Dana Farber Institute, de Harvard, en este desarrollo local.
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